Boeing ya está sufriendo la guerra arancelaria de Trump y Airbus se va a beneficiar
Tasas del 25 % aplicadas a ambos bandos perjudicarían a una industria tocada desde la pandemia

Un Boeing 787-8 de American Airlines. | Taidgh Barron (Zuma Press)
Desde hace unas semanas, a Boeing le aprieta el nudo de la corbata un poco más. El que fuera el mayor fabricante de aeronaves comerciales del mundo perdió pie contra Airbus hace tiempo tras sonados escándalos, problemas técnicos e industriales y la pandemia. Pero a todo ello se pueden unir nuevas turbulencias: los aranceles de Donald Trump.
A cuenta del asunto están que trinan en la Bolsa de Nueva York, en Tesla, los de las criptomonedas, los canadienses, o los del acero, entre otros. Los últimos a los que los aranceles les pueden poner la pierna encima son los vinateros, que temen que Donald Trump cumpla con su bravata de calzarles unos aranceles del 200 % como ha aireado de manera pública. En apenas dos meses, el neoyorquino nacido en el barrio de Queens, ha puesto patas arriba la economía de medio mundo.
Y no solo en lo que ocurre en la tierra manda el inquilino de la Casa Blanca, sino también de lo que ocurre en los cielos. Si los alemanes temen que los F-35 dejen de funcionar si los adquieren, o los canadienses se piensan lo de sus compras, los que han dicho, ya que no se van a quedar con los que tenían casi encargados han sido los portugueses.
El ministro de defensa lusitano, Nuno Mello, ha salido al paso del asunto. Tenían la convicción de encargar una pequeña flota, todas las partes daban por hecho el acuerdo, pero todo hace pensar que el pedido va a ser cancelado antes incluso de firmarse. Portugal quiere deshacerse de sus F-16, y el plan era trocarlos por este aparato, pero Mello ha declarado que «tenemos que poder contar con la previsibilidad de nuestros aliados, algo que ya no ocurre con Estados Unidos». Se ha abierto la puerta a que sus nuevos cazas de combate sean Eurofighters, del consorcio Airbus, o los Gripen de la sueca Saab.
Pero lo que puede traer cola es el temor de las compañías aéreas, y en especial en Boeing, a los que el frenesí arancelario de Trump ya está afectando. Y como el mandatario se descuelgue con una carga fiscal extra relacionada con este producto –y que se anda barruntando–, se cree que el coste de aviones como el 787 Dreamliner puede incrementar su precio en más de 40 millones de dólares.
La factura de esta aeronave es de aproximadamente 228,4 millones de euros en su versión 787-8, y se dispara hasta los 311,3 en el caso del más grande 787-10. Estos son los precios de salida, aunque las compañías suelen negociar por compra de paquetes, personalizaciones concretas, o acuden a fórmulas como el leasing.
Es el presidente de una de estas empresas, Aengus Kelly, CEO de AerCap, el que ha dado la voz de alarma. El responsable de la alquiladora de aviones más grande del mundo, destacó en una entrevista con CNBC, que si tanto los Estados Unidos como Europa se enzarzan en una guerra arancelaria con cargas del 25 % en todos los ámbitos, el precio de los aviones se disparará. Resulta obvio que esto desencadenará consecuencias negativas para las aerolíneas, que están luchando con unos márgenes de beneficio cada día más estrechos. Kelly remató su alocución con un «nadie va a querer pagar eso».
Pero si las compañías aéreas van a sufrir, a los que más va a doler esta amenaza es a la compañía norteamericana Boeing, que de por sí pasan por una delicada situación. Si se someten más sus ventas al exterior, Airbus elevará su estatus porque muchas aerolíneas acudirán a su rival europeo, que podría apoderarse de hasta el 75% al 80% del mercado global de aviones nuevos.
El directivo abundó en el tema. «En el peor de los casos, lo que sucedería con el tiempo es que Boeing se quedaría en los Estados Unidos, con alrededor del 20 % al 25 % del mercado global, y Airbus, con el resto del mundo, alrededor del 75%-80% de los mercados globales, porque nadie puede permitirse pagar esas cifras».
AerCap compró 150 aviones, helicópteros y motores de repuesto de Boeing el año pasado. A pesar de un año turbulento y lleno de problemas para Boeing, Kelly dijo que la calidad y seguridad de los productos de Boeing habían mejorado durante el último año. «Lo vemos porque estamos en el taller comprando aviones todos los días», añadió el directivo.
Ya hay efectos perniciosos
Boeing ya está viendo los efectos de la guerra comercial en su extensa cadena de suministro, que incluye componentes vitales obtenidos de proveedores de todo el mundo. El fabricante tiene una gran presencia en Canadá y México, de donde importa piezas para sus aparatos, como trenes de aterrizaje, motores y otros componentes.
Desde que el Trump asumió el cargo, Estados Unidos ha impuesto aranceles del 25% a Canadá y México, un 20% a China y un 25% sobre el aluminio y el acero importados. Lo peor es que se esperan nuevas jugadas en este sentido de aquí al 2 de abril.
Por poner un ejemplo, Boeing gasta unos mil millones de dólares en México al año a través de su cadena de proveedores, y se encuentra entre los 10 principales fabricantes del país. Aumentar los aranceles sobre los componentes clave aumentaría los costos de producción y dificultaría que Boeing cumpliera con los plazos de entrega. El propio CEO de la compañía, Robert K. Ortberg, ya ha admitido que será difícil mantener en un rango competitivo de precios a sus aviones dado el aumento de los gastos que provocan los aranceles.
Airbus mantiene plantas en Alabama, Mississippi y Florida, y ya ha tomado precauciones para protegerse de los peores aranceles estadounidenses. A pesar de ello, a la compañía europea le ha ido a pedir de boca el año pasado. Si bien Boeing entregó 348 aeronaves, el consorcio del viejo continente matriculó 766 unidades, el doble.
Sana competencia con un ganador
Uno de los reflejos más elocuentes de esta rivalidad son las cifras de venta de sus productos más populares: los aviones de tipo pequeño-mediano para rutas regionales, en A320 de Airbus y el 737-800 para Boeing. En 2024, los primeros recibieron 502 peticiones a futuro, mientras que los estadounidenses tendrán que atender a 417 solicitudes.
El coste de un A320 ronda los 90 millones de euros, por los 97 que cuesta su contrincante americano, siempre dependiendo de versiones, motorizaciones y diversas opciones. Unos aranceles del 25 % aplicados a ambos bandos, dejarán más aparatos en tierra que si los hubiera golpeado un rayo. Y esto es algo que temen todos. Y a nadie escapa otra cosa: a aparatos más costosos, billetes de avión más caros.