Ucrania mantiene una segunda guerra oculta a pocos kilómetros del Kremlin
Lo peor es el hecho psicológico de verse indefensos en sus propios domicilios

Una señal de "Zona prohibida para drones" cerca del Kremlin en Moscú, Rusia. | EP
Rusos y ucranianos no mantienen una guerra sino dos. Está la visible, la del campo de batalla, donde los primeros tienen posiciones avanzadas en un suelo que hasta hace poco perteneció a los segundos. Y hay otra, en los terrenos legítimos de Vladímir Putin, más silenciosa, pero igualmente letal. Es la que tiene en marcha los servicios secretos de Kiev.
De manera discreta, aunque constante, como el de una gota malaya, presumibles enviados de Volodímir Zelenski están dando caza en territorio ruso a los que consideran criminales de guerra. Eso, o personajes clave en su entramado militar y tecnológico relacionado con el conflicto, están cayendo en una guerra submarina.
La última pieza que se han cobrado —presuntamente— los servicios secretos ucranianos ha sido la de un destacado militar de la cúpula bélica rusa. El método ha sido el relativamente sencillo, de bajo coste y siempre eficiente, paquete bomba.
Según el Comité de Investigación de Rusia, un coche explotó a última hora de la mañana del viernes 25. Estaba situado en el patio de un edificio de apartamentos en Balashikha, una ciudad a las afueras de Moscú. La finalidad de la explosión era atacar al general Yaroslav Moskalik, subjefe de la Dirección Operativa Principal del Estado Mayor del Ejército ruso.
De forma bastante sorprendente, la deflagración ocurrió en el barrio de Aviatorov de la ciudad, una reconocida zona residencial destinada a militares jubilados. Muchos de sus vecinos están en servicio activo o son exmiembros de estamentos militares, por lo que se les supone en especial atentos a la vigilancia del entorno.
Para el Kremlin, no hay espacio para la duda: han sido sus vecinos del sur. Poco tardaron en apuntar el dedo acusador sobre Ucrania a la hora de orquestar la trama. Esto fue lo afirmado el pasado viernes en un comunicado Svetlana Petrenko, rostro visible de la principal autoridad de investigación criminal rusa.
De acuerdo con el comunicado, Moskalik murió en el atentado ocurrido en la ciudad de Balashikha. La causa fue la explosión de un artefacto casero repleto de metralla colocado en un Volkswagen Golf. El militar es el último de una serie de figuras militares rusas de alto rango que han muerto en escenarios similares desde que Moscú invadió Ucrania hace tres años.
En una alocución ante medios estatales rusos, Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, declaro al respecto «El régimen de Kiev muestra una vez más su naturaleza», y acusó a Ucrania de «actividad terrorista». Moscú no ha acusado oficialmente a Ucrania de estar detrás de la explosión, aunque declaraciones como estas dejan poco espacio a la especulación.
Pero los blancos elegidos de un tiempo a esta parte no son unos militares elegidos al azar, sino unos bastante concretos y especializados. En diciembre de 2024, una bomba adosada a un patinete eléctrico en la puerta de su edificio acabó con la vida del Teniente General Igor Kirillov. En aquella ocasión Rusia sí acusó de manera oficial a Ucrania, que reconoció estar detrás del ataque.
La particularidad reside en que Kirillov era el jefe de las Fuerzas de Protección Radiación, Biológica y Química de Rusia. Dicho de otra manera: era el responsable de las tropas encargadas de proteger a los militares del uso de armas nucleares, químicas o biológicas por parte del enemigo, y asegurar las operaciones en un entorno contaminado.
También técnicos de alto nivel
Otra de las piezas cobradas en fechas recientes por las acciones ucranianas en la sombra es la de Yevgeny Rytikov. En la noche del 17 al 18 de abril, un coche bomba segó la vida del principal diseñador ruso de guerra electrónica. La víctima era el jefe de la oficina de diseño de la planta electromecánica en Bryansk. La explosión ocurrió cuando Rytikov y su asistente, entraron en el vehículo. Ambos resultaron muertos.
Rytikov participó notablemente en la modernización del sistema ruso de guerra electrónica Krasukha, uno de sus dispositivos más avanzados. El sistema fue diseñado para bloquear los radares que equipan los aviones de ataque, aviones de reconocimiento y drones, incluidos los de origen occidental. El sistema Krasukha está siendo utilizado activamente por Rusia en su guerra contra Ucrania.
Una cacería tecnologizada
Pero el caso más llamativo en esta cadena de ejecuciones fue la protagonizado en 2023, a su pesar, por Stanislav Rzhitsky. En la mañana del 10 de julio, este comandante de submarinos salió de su casa para correr, como hacía cada mañana, por el entorno de su domicilio en la ciudad de Krasnodar. Al pasar por un parque en el trayecto que realizaba casi a diario, un desconocido salió de entre los árboles, y le disparó hasta en siete ocasiones con una pistola Makarov.
Lo exótico del caso no está en la ejecución, sino en cómo dieron con él. Rzhitsky utilizaba un reloj inteligente Garmin Felix 6X, equipado con GPS para controlar sus ejercicios. Había creado un perfil en la aplicación Strava, muy popular entre ciclistas y corredores, pero cometió la imprudencia de hacerlo con su nombre, apellidos y fotografía.
A sus asesinos les bastó para darle caza con ver el mapa digital que dibujaba al correr, y que exponía de forma pública su reloj, con sus horarios habituales incluidos. Además, la ejecución tuvo lugar en un día lluvioso, al amanecer, y apenas había personas alrededor. El asesino planificó el ataque para eludir las cámaras de vigilancia del entorno.
El enemigo está en el patio de casa
Rzhitsky comandó uno de los submarinos rusos de la clase Kilo asignados a la flota del mar Negro. Este buque es capaz de disparar misiles de crucero Kalibr, según la declaración ucraniana y los informes de noticias rusos.
Los ataques con misiles lanzados desde submarinos han sido responsables de algunos de los ataques más destructivos en ciudades ucranianas, incluido uno en julio de 2022 en la ciudad central de Vinnytsia que mató a decenas de personas. Su familia insistió en que el marino no tuvo nada que ver con estos hechos. En el momento de su asesinato se encontraba en un periodo de retiro de la armada rusa.
Lo peor, para las fuerzas de Vladímir Putin, es el hecho psicológico de verse indefensos en sus propios domicilios, en suelo patrio, y se saben observados. Es la otra guerra, la que ocurre en las sombras, aunque con una misma finalidad: acabar con sus enemigos.