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Un grupo conspiranoico amenaza con destruir todos los radares meteorológicos americanos

Creen que el Gobierno de Washington está detrás de las últimas catástrofes medioambientales

Un grupo conspiranoico amenaza con destruir todos los radares meteorológicos americanos

Un radar metereológico en Alaska. | X

Estadounidenses atentando contra intereses estadounidenses dentro de Estados Unidos. Aunque parezca un trabalenguas, es posible. Un grupo militarizado, tildado de violento y ultraderechista, ha declarado la guerra a los radares meteorológicos y tiene planes de destruir todos los que encuentren en suelo patrio. Puede parecer una idea alocada, pero las autoridades se lo han tomado muy en serio.

En 2024, enérgicos fenómenos meteorológicos azotaron el sureste de Estados Unidos. Helene fue un ciclón extremadamente destructivo que azotó Florida, las Carolinas, Georgia y Tennessee. Tocó tierra como huracán de categoría 4, con vientos máximos sostenidos de 220 km/h, y se estima que causó al menos 251 muertes y unos daños de alrededor de 75.000 millones de dólares. Más tarde, el 9 de octubre, llegó el huracán Milton. Causó al menos 42 muertes y daños superiores a 34.000 millones de dólares.

A criterio de un grupúsculo de extrema derecha, llamado Veterans on Patrol, estas calamidades no provienen del simple capricho de la naturaleza. Están convencidos de que el origen de estas desgracias reside en las autoridades de Washington. Según ellos, fueron provocados de manera voluntaria por el gobierno de Joe Biden, como medida de control de la población y sometimiento de la misma. Pero… ¿Quiénes son estos tíos?

Veterans on Patrol es un grupo de voluntarios particularmente activos conocidos por patrullar la frontera sur de los Estados Unidos. Su ámbito principal es el desierto de Sonora, lugar de paso habitual para inmigrantes irregulares y uno de los corredores favoritos de narcotraficantes. Aunque el nombre sugiere que está compuesto por veteranos militares, su fundador, Lewis Arthur, no ha sido nunca soldado. A pesar de ello, su iniciativa ha atraído a exmilitares y simpatizantes de grupos de derecha radical, población aficionada al manejo de armas, propiedades protegidas por su constitución, y de libre uso en el entorno.

El grupo se autodefine como una milicia ciudadana, cuyo objetivo principal es combatir la actividad de los cárteles mexicanos, en especial el tráfico de personas y drogas, así como la explotación sexual de migrantes. Arthur y sus miembros merodean la frontera en busca de evidencias de cruce ilegal, y según sus declaraciones, intentan rescatar a mujeres y niños víctimas de trata.

Sostienen que los cárteles cometen crímenes graves como violaciones, asesinatos y tráfico de estupefacientes, con especial incidencia en la droga de moda: el fentanilo. Consideran que el gobierno estadounidense no hace lo suficiente para detener estos delitos, por lo que justifican su intervención directa.

El grupo ha sido objeto de controversia y críticas por sus métodos y retórica, y ha recibido apoyo de sectores de la ultraderecha estadounidense. Aunque Arthur niega ser racista, su discurso y acciones han sido percibidos como parte de la respuesta civil armada al fenómeno migratorio en la frontera sur de Estados Unidos. Pero la última extensión de su cruzada no va dirigida hacia personas sino a cosas: los radares meteorológicos del tipo NEXRAD.

El Servicio Nacional de Meteorología, que a su vez depende de la prestigiosa Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), dispone de una red de 159 radares Doppler de alta resolución. Su nomenclatura técnica es WSR-88D, que significa Weather Surveillance Radar, y funcionan desde finales de los años 90.

Los NEXRAD detectan precipitaciones, vientos y otros fenómenos atmosféricos. Los datos recabados se procesan para generar los mapas atmosféricos que acabamos viendo por televisión, reciben las aeronaves en vuelo, la flota pesquera o las Fuerzas Armadas. Es el origen de toda la información relacionada.

La red opera en dos modos básicos. Una es el escaneado en modo lento de atmósfera despejada, para analizar movimientos del aire cuando hay poca o nula actividad en el área asignada. La otra es el llamado modo precipitación, con un escaneado rápido que trabaja de manera activa en periodos de tormentas. Las antenas de los WSR-88D funcionan de manera automatizada y refrescan su base de datos tridimensionales basados en varios patrones de escaneado.

No están solos

Según grupos como Veterans on Patrol —no son los únicos—, estas antenas son las causantes de terremotos, sequías, lluvias torrenciales, incendios y otros desastres naturales. Todos estos efectos se deben, según sus afirmaciones, a que sus emisiones afectan a la ionosfera. Los expertos explican que tanto esta tecnología, como la que emana del HAARP —otro radar que levanta suspicacias que está situado en Alaska— no puede alterar el clima. Los fenómenos meteorológicos ocurren en capas bajas de la atmósfera, donde los radares Doppler y HAARP no tienen influencia o no con estos efectos.

Por este razonamiento, el que estos sistemas son el origen de las modificaciones en el tiempo, consideran a sus instalaciones como armas meteorológicas, y están tratando de destruirlas. En su teoría, ponen como ejemplo la dureza in crescendo de los huracanes desde que estos radares existen. Se agarran a diversos estudios, que muestran que el cambio climático está haciendo que los huracanes sean más húmedos. El aire caliente puede contener más humedad, y está haciendo que las tormentas más fuertes lo sean aún más.

Las tormentas también pueden estar estancadas durante periodos más largos, lo que les permite dejar caer más lluvia sobre el mismo lugar, como en Harvey de 2017. También se están intensificando rápidamente con más frecuencia; esto es cierto. Pero Veterans on Patrol afirman que nada de esto es casual, sino artificial y dirigido.

Autodefensa contra el estado

Dicen que, como ninguna ley impide a los norteamericanos a defenderse contra este tipo de amenaza, se les ha metido en la cabeza lo de destruir costosos sistemas tecnológicos del que depende la seguridad de todos.

No está claro cómo Veterans on Patrol planean destruir los radares, pero el fundador del grupo, Lewis Arthur dijo a The Washington Post que se están entrenando para ello. «Tenemos la intención de desconectar tantos NEXRAD como sea posible una vez que nuestras simulaciones de ataque nos hayan preparado», y agregó que los preparativos durarían al menos hasta junio.

Como consecuencia, y ante esta inesperada amenaza, las oficinas del Servicio Meteorológico Nacional de todo el país han sido advertidas del peligro para con la infraestructura de la agencia. Todos sus trabajadores han recibido comunicaciones internas a primeros de mes en las que se exponían que ya se habían producido «varios encuentros», físicos y virtuales, con miembros de esta milicia.

En los mensajes recibidos se especificaba que el grupo está organizándose para ejecutar simulacros de penetración en las instalaciones de NEXRAD, y al menos identificar debilidades que se pueden utilizar para destruir o al menos dañarlas. Las autoridades locales y el FBI están al tanto, y han emitido una serie de consejos.

Se amontonan los problemas

Las advertencias llegan en un momento complejo. El Servicio Meteorológico Nacional ha sufrido los rigores del gobierno de Donald Trump, y ha visto reducido su personal en fechas recientes. Muchas de sus torres y edificaciones están atendidas por un muy escaso personal, y temen ataques que acaben afectando al servicio.

Desde hace años, bregan con individuos que les espetan acerca de los chemtrails, las estelas de vapor y humo que los aviones que dibujan líneas en el cielo, pero esto parece mucho más serio. No es lo mismo recibir llamadas a deshoras, o una pequeña manifestación de media docena de hippies con pancartas, que saberse el blanco de gente armada.

El momento para que estos radares fallen es complicado por un motivo más. Las restricciones presupuestarias de la Casa Blanca han mandado al desempleo a muchos técnicos de mantenimiento. Por otra parte, la contratación del casi centenar de plazas que hay libres, está congelada y sin un horizonte claro.

Elon, también en el punto de mira

Otro que tampoco debería quitar el ojo de este grupúsculo es Elon Musk. Uno de los blancos sobre los que han fijado su punto de mira es la Ashville Smart City, la ciudad inteligente que promueve el empresario sudafricano. Afirman que no es más que el siguiente paso en el control gubernamental sobre la ciudadanía.

De un tiempo a esta parte, el mundo se está convirtiendo en una jaula de grillos, y para detectarlo, no es necesario ningún tipo de tecnología, radares o sistemas digitales. Basta con mirar alrededor, y ver a este tipo de grupos, que para muchos son una banda de chiflados, y para otros, gente muy peligrosa.

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