Yemen se convierte en un agujero de tecnología militar que cae en manos equivocadas
Con toda seguridad, todo el material bélico que caiga en manos de los hutíes acabará en Irán, Rusia o China

Tecnología militar. | US Navy
Son regalos caídos del cielo. Drones, misiles, cohetería y sus elementos internos como sensores, sistemas de comunicaciones y control están desplomándose en un estado impecable en suelo yemení. Controlado por los hutíes, se frotan las manos cada vez que se topan con algún ingenio de aspecto exótico y tecnología avanzada.
A pocos caben dudas de que, en general, la tecnología militar occidental va un paso por delante de la desarrollada en Irán, Rusia o China. Pero a este segundo grupo le está tocando la lotería bélica en forma de misiles que no encuentran destinatario, drones que se averían en vuelo, otros que son derribados, o bombas voladoras o de caída libre que no estallan.
Es bastante posible que sean armas inservibles para que los hutíes les den un uso inverso; carecen de sistemas y procedimientos de control y manipulación, o combustible. Pero nadie duda de que los enemigos habituales de Estados Unidos, y en general de occidente, acaben realizando la autopsia a unos complejos y exquisitos cadáveres de invenciones de última generación que llegaron volando.
Esto ha ocurrido siempre. Aviones robados por desertores, helicópteros sustraídos a países en guerra, planos sustraídos en oficinas de diseño, o hackeos a ordenadores han acabado donde no deberían. Sin embargo, el más sencillo de los procesos es el de recoger lo que se desploma de la atmósfera, ya sea por mal funcionamiento o por derribo.
El incidente del Vega-31 sobre los cielos de Bosnia es un gran ejemplo. Considerado el primer avión invisible para los radares, el Lockheed F-117 del coronel estadounidense Dale Zelko cayó en suelo de control serbio tras el impacto de un misil serbio el 27 de marzo de 1999.
Las fuerzas dominantes proporcionaron a técnicos rusos acceso al material recogido, y más tarde agentes chinos compraron restos de la aeronave a cambio de sistemas de comunicaciones de los que disfrutaron los serbios. Es una creencia bastante extendida que la jugada ayudó a desarrollar años más tarde el J-20, el primer caza furtivo fabricado por China. Hasta la fecha jamás habían tenido una tecnología similar, y desde entonces, las capacidades encontradas se han extendido dentro de su industria.

La penúltima pieza sensible dentro del arsenal que ha caído en manos equivocadas es el misil AGM-88B. A finales de abril, uno de estos proyectiles cayó en suelo yemení casi intacto y se sabe que las fuerzas hutíes recuperaron el ingenio más tarde. El problema para sus legítimos propietarios, el Pentágono, es que se trata de uno de sus armamentos más avanzados, y del que muy pocos ejércitos en el mundo poseen su tecnología.
El AGM-88B es la última generación de un misil capaz de detectar, atacar y destruir antenas de radar o transmisores de radio con una mínima afección al entorno. El sistema de guía se enfoca en las emisiones del radar enemigo, lo detecta y se dirige hacia él hasta desactivarlo.
Otro proyectil sensible perdido por la armada estadounidense es la bomba aérea GBU-53/B StormBreaker. Imágenes de restos casi intactos han aparecido en redes sociales de usuarios en Yemen hace poco. Muestran con claridad que no detonó, y todo hace pensar que el impacto contra el suelo fue amortiguado por la arena del desierto.
Sus alas emergentes se ven en una posición parcialmente desplegada, pero son elementos que se pueden reparar o reemplazar con facilidad. Lo limitado de los daños sugieren una caída por fallo técnico, en lugar de ser derribado por el fuego enemigo.
Es la primera vez que se usa en combate, y ofrece algunas capacidades avanzadas sobre generaciones previas del mismo tipo. El riesgo de que los restos del arma aún relativamente intacta caiga en manos de otros países sería de gran valor para sus servicios de inteligencia.

Una pieza muy deseada
La Stormbreaker dispone de un esotérico sistema de búsqueda de triple modo. Puede encontrar objetivos utilizando imágenes infrarrojas, a través de su radar de onda milimétrica o empleando un láser semiactivo para acertar en un punto designado. Otra característica es su capacidad para comunicarse con la aeronave que lo transporta a través del enlace de datos a bordo. Puede ser lanzada y ser redirigida en vuelo.
Que sus entrañas llegasen a manos de terceros sería un enorme fastidio para los americanos, al tiempo que de enorme ayuda al desarrollo de armamento a países contrarios. No solo serviría de hoja de ruta para desarrollar piezas similares, sino una fuente de información capaz de revelar debilidades en términos de desarrollo de sus contramedidas.
Si se tiene en cuenta el patrocinio de los hutíes por parte de Irán, y las conexiones de ese país tanto con China y Rusia, es muy concebible que estas tecnologías acaben en manos de los principales adversarios de Estados Unidos. Todo armamento tiene una tasa de fracaso, y siempre existe la posibilidad de que caigan en el bolsillo de un adversario una vez expuesto al combate.
Si bien muchas armas se han perdido en un estado semiintacto en Ucrania, ninguna ha sido encontrada en tan buen estado o tan densamente llena de capacidades. Estas dos piezas estarían en la parte alta de la lista que Rusia y China querrían copiar para su propio uso y examinar para aprender a defenderse mejor contra ellas.
Más casos de capturas tecnológicas
Otro ejemplo de este tipo de prácticas y la habilidad iraní a la hora de desarrollar su propio armamento con una referencia fue el caso del RQ-170 Sentinel. Este dron ultrasecreto fue pirateado con la ayuda de un sistema ruso en 2011; los iraníes confundieron su GPS, y lo obligaron a aterrizar en su territorio. Tras su captura, la industria del ramo dio un salto exponencial.

Que haya compañías chinas ayudando a los hutíes indica que las relaciones existen. Funcionarios estadounidenses han acusado en fechas recientes a la empresa espacial china privada vinculada al estado Chang Guang de ayudar a los rebeldes hutíes proporcionando imágenes de satélite utilizadas para atacar a buques en el mar Rojo. Muy probablemente, y conociendo la economía de los rebeldes yemeníes, paguen sus servicios con piezas como estas y no con dinero.
Esto de aprehender elementos tecnológicos de países en conflicto pasado o futuro es moneda común en todo momento de la historia. Siglos antes de Cristo, romanos y cartagineses chocaban en batallas navales cuyo resultado solía acabar en apropiarse con las naves enemigas. Ahora no es muy distinto; lo único que ha cambiado es la tecnología, el grado de especialización requerido para lograrla y la letalidad de sus mecanismos. Mirado así, el mundo tampoco ha cambiado tanto.