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Tecnología

En la guerra de Ucrania la diferencia entre la vida y la muerte la están dictando los fusiles

La guerra moderna ya no se decide solo por la fuerza bruta, sino por la capacidad de adaptarse

En la guerra de Ucrania la diferencia entre la vida y la muerte la están dictando los fusiles

Un soldado ucraniano portando un fusil UAR-15, fabricado por la norteamericana Colt. | Viacheslav Madiievskyi (Zuma Press)

Al campo de batalla han llegado drones, robots, sensores de todo tipo, radares, visores nocturnos y decenas de dispositivos que ayuden a destruir al enemigo o defenderse. Pero el arma que porta cada soldado, prolongación tecnológica de la lanza desde que llego la pólvora, es el fusil. Ocurre que en Ucrania a algunos les va bastante peor que a otros, y hay soldados que hasta temen usar su armamento básico.

Esta competición entre el armamento occidental y el más frecuente en todos los conflictos y zonas de subversión planetaria, está viviendo en Ucrania un capítulo en el que el bando ruso se está llevando la peor parte. Si el AR-15 y su arquitectura tiene cada vez más defensores, de las últimas versiones del AK-47, denominado AK-12, casi que se huye.

El viaje que han hecho los dos enemigos irreconciliables desde hace décadas parecen haber seguido caminos opuestos. El Colt AR-15 y sus derivados no pudieron comenzar peor su ciclo vital para convertirse en un arma modélica, mientras que los hijos del legendario AK-47 se han convertido en una pesadilla para sus usuarios.

Los orígenes del AR-15, denominado M-16 en sus primeras versiones en la época de la guerra de Vietnam, fueron desastrosos. Cuenta la leyenda que los soldados recién llegados preguntaban a los que volvían a casa sobre los rifles que portaban. Si les habían funcionado, se los cambiaban en el propio aeropuerto de Saigón. Eso era cuando no los tiraban directamente y acababan usando los AK47 confiscados al Viet Cong para defenderse.

Por contra, la fiabilidad del Avtomat Kalashnikova diseñado en 1947 es legendaria. Da igual que haga frío, calor, tengan arena dentro o estén mojados: siempre disparan. De ese modelo, el clásico con culata de madera, se derivó al posterior AK-74, y su última actualización es el AK-12. Es el rifle de asalto que porta el ejército ruso y que muchos soldados están abandonando en favor del modelo anterior, el más veterano AK-74.

El UAR-15, la versión local del célebre AR-15 estadounidense, empezó a dotar al ejército de Volodímir Zelenski en 2023. Fue adaptado y está siendo producido a nivel local por la empresa UKROP LLP. Utilizado por la Guardia Nacional de Ucrania, ha sido descrito por sus usuarios como «más preciso, silencioso y ergonómico» que el omnipresente Kalashnikov ruso.

La diferencia no es menor: en los ensayos realizados por las fuerzas especiales ucranianas, el UAR-15 demostró una precisión superior y una capacidad de adaptación táctica que el AK, incluso en sus versiones más modernas, no puede igualar. El secreto reside en varios factores.

El UAR-15 emplea componentes críticos –como el cañón y el mecanismo del gatillo– fabricados en Estados Unidos, lo que garantiza una calidad y tolerancias de fabricación que se traducen en disparos más certeros. Por otro, el diseño compacto y ligero del arma, junto a la posibilidad de personalizar la fisonomía del rifle según la misión, ofrecen a los soldados ucranianos una maniobrabilidad y eficacia superiores en operaciones rápidas y entornos urbanos.

Su diseño modular lo distingue de generaciones anteriores de armas, y permite a los soldados intercambiar casi cualquier componente: desde el cañón hasta la culata, pasando por el gatillo, el receptor o los sistemas de puntería. Esta característica es fundamental en el contexto de la guerra en Ucrania, donde las condiciones son cambiantes de un día para otro, y los soldados necesitan armas que puedan ajustarse rápidamente a nuevos escenarios.

Los soldados pueden instalar miras de punto rojo, láseres, linternas, supresores y todo tipo de accesorios tácticos de forma sencilla, gracias a los rieles de accesorios tipo Picatinny incluidos en el diseño. Además, el AR-15 es compatible con munición estándar de la OTAN (5,56×45 mm), lo que facilita la logística y el suministro, especialmente con el apoyo de aliados occidentales.

Buena idea, mala ejecución

Por su parte, el AK-12 fue presentado por Rusia como la evolución definitiva de la familia Kalashnikov, un fusil que debía combinar la legendaria robustez del AK-47 con mejoras en ergonomía y precisión. Tiene sus ventajas, como una eficacia de hasta 800 metros de alcance efectivo, por los 550 del UAR-15. Sin embargo, esto no es suficiente, y la realidad en el frente ha sido muy distinta.

Un fusil Kalashnikov AK-12, una de las últimas versiones del icónico AK-47. | Wikimedia Commons

Las tropas rusas han reportado numerosos problemas con el AK-12: atascos frecuentes, oxidación, roturas durante el combate e incomodidad en el uso prolongado. La culata, por ejemplo, ha sido objeto de constantes rediseños, en un intento de mejorar la experiencia del usuario, pero sin éxito rotundo tras muchas versiones.

El AK-12 no permite intercambiar componentes con facilidad ni instalar la misma variedad de accesorios. Sus partes no son compatibles ni siquiera con modelos anteriores de la familia Kalashnikov, lo que complica las reparaciones y el mantenimiento en el campo de batalla. Si una pieza se rompe, el conjunto puede quedar inutilizado durante horas o días, un lujo que ningún soldado puede permitirse en pleno combate.

Personalización y modularidad

La ergonomía también juega un papel fundamental. Mientras que el AK-12 ruso ha introducido mejoras en materiales y retroceso, sigue siendo un arma pensada para la robustez y la producción masiva, más que para la personalización y el confort del usuario. El UAR-15, en cambio, ha sido diseñado pensando en el soldado moderno, que necesita rapidez de reacción, precisión y una modularidad pensada para adaptar el arma a diferentes escenarios.

Mientras que el ejército ruso ha confiado tradicionalmente en la cantidad y la durabilidad de su armamento, Ucrania ha apostado por la calidad y la integración de tecnologías occidentales. La colaboración con países de la OTAN y la adquisición de componentes de alta gama han permitido a Ucrania modernizar su arsenal a un ritmo que Rusia, lastrada por sanciones, no ha podido igualar.

La guerra en Ucrania ha demostrado que la superioridad tecnológica y la capacidad de innovación pueden inclinar la balanza incluso frente a un adversario numéricamente superior. La falta de precisión de las fuerzas rusas obliga a un consumo mucho mayor de munición para alcanzar los mismos objetivos, lo que, en un conflicto de desgaste, puede ser determinante.

Ventaja estratégica colgada del hombro

Si algo ha quedado claro en los últimos meses, es que el armamento ucraniano ha logrado situarse en una posición de ventaja frente a sus contrapartes rusas. Esto no solo por cuestiones tecnológicas, sino también por una filosofía de combate y desarrollo armamentístico que ha sabido adaptarse a las exigencias de la guerra moderna. El uso de armas más precisas y adaptables permite tácticas más flexibles, operaciones de comandos, y una mayor eficacia en la defensa de posiciones urbanas y rurales.

En la guerra moderna, la diferencia entre la vida y la muerte puede depender de pequeños detalles. Ya no se decide solo por el número de soldados, tanques o lo que determine la fuerza bruta, sino por la capacidad de adaptarse, innovar y dotar a los combatientes de elementos más flexibles y adecuados para un panorama cambiante. Los dinosaurios desaparecieron por no atender a esta ecuación: capacidad de adaptación.

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