Los países nórdicos temen a Rusia y están revolucionando su estrategia militar
Los países circundantes al oso ruso están cambiando sus doctrinas de defensa con velocidad

La bomba GBU-53B.
El oso ruso no ataca, pero se le teme. Aunque no existan tensiones visibles desde hace décadas, los escandinavos nunca han quitado el ojo de encima a sus vecinos; no se fían un pelo de ellos. Si han desarrollado sus ejércitos mirando hacia Moscú, ahora están acelerando en este sentido ante el posible despertar de su letargo.
Las repúblicas bálticas formaron parte una vez de la Unión Soviética y están en tensión desde la invasión de Ucrania. En las mismas andan las democracias nórdicas, que han trocado su proverbial neutralidad militar, con la inclusión de Finlandia y Suecia en la OTAN en 2023 y 2024, respectivamente. Se están preparando para lo que pueda venir.
Un ejemplo de su avance es lo que ocurrió el pasado 15 de mayo, cuando un F-15E de la de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos perdió el control de un proyectil avanzado GBU-53/B Stormbreaker. Sin embargo, el «Revientatormentas» cayó segundos más tarde sobre su blanco, sobre el que acertó con un error de apenas centímetros y la maniobra fue considerada un éxito.
Lo que había ocurrido es que al piloto norteamericano no le habían robado su misil, sino que había pasado su control del ejército noruego… en pleno vuelo. Durante las maniobras conjuntas Jotun Strike, soldados del reino escandinavo tomaron el control de las bombas en plena caída. Utilizaron su sistema de comunicaciones en red para dirigirlas hacia los objetivos que habían seleccionado.
Para ajustar el rumbo de la bomba contaron con el apoyo de los datos proporcionados por varios sensores y en especial los de un aparato P-8 Poseidón. Como si se tratase del pase de un balón futbolístico, el F-15E hizo de transportista, y los noruegos de guía; es la primera vez que se realiza este tipo de ejercicio. Hasta hoy, el ejército de cada país se encargaba de ejecutar de principio a fin todo el proceso, pero el hecho inaugura un nuevo horizonte en la estrategia internacional, en especial de la OTAN.
El concepto probado el mes pasado de la manera conjunta por noruegos y estadounidenses, fue desarrollado por la Norwegian Battle Lab & Experimentation. Se trabajaba sobre esta idea desde 2019 y estaba programado para este 2025 su primer lanzamiento de facto.
Tras la experiencia, personal sobre el terreno podría no solo aportar información e inteligencia, sino hacerse cargo de guiar los ataques de forma manual, incluso sin ser del propio país. Abre una flexibilidad inaudita a las operaciones, al tiempo que deja en el aire preguntas. Si un segundo actor puede controlar un misil en vuelo, ¿podría hacerlo también un tercero?
Vuelta a lo analógico
La interferencia de señales, la suplantación de identidad del GPS y otros métodos de injerencia remota para confundir y desactivar las armas enemigas son cada día más frecuentes. La afección a los receptores de este tipo ha causado problemas para una variedad de sistemas de combate y civiles, desde drones baratos hasta sofisticadas municiones guiadas, y pasando por aviones comerciales cargados de pasajeros.
Durante la Segunda Guerra Mundial, se hizo legendario el francotirador Simo Häyhä, al que apodaron «la muerte blanca». Armado con un fusil sencillo, sin mira telescópica, diezmó a las tropas rusas hasta el punto que batallones enteros le intentaron dar caza bombardeando las zonas donde sospechaba que estaba situado.
La clave de su éxito no fue solo su puntería, sino el profundo conocimiento del terreno y su dominio de uno de los deportes nacionales: las carreras de orientación. Armado con un mapa y una sencilla brújula, un solo hombre volvía locas a las tropas rusas.
GPS si, mapas de papel también
El ejército finés, donde el servicio militar es obligatorio para todos sus ciudadanos, ha vuelta su mirada a su pasado y están fomentando el uso de estas dos sencillas herramientas en perjuicio del más avanzado GPS u otros sistemas más tecnológicos. Desde el inicio del conflicto en Ucrania, los mecanismos de orientación basados en señales externas —los GNSS— se están viendo afectados. Esto no es más que una respuesta analógica a un problema digital.
Para garantizar la preparación para futuros conflictos en los que el GPS no sea una opción, los miembros del ejército finlandés están utilizando mapas de papel. Han pasado de manipular sofisticados receptores de señales satelitales a aquellos que se encontraban de manera habitual en las guanteras de los coches antes de la aparición de los navegadores.

En Finlandia no se ha abandonado el GPS, pero se está adiestrando a sus tropas a no confiar solo en él. Sus vulnerabilidades son cada vez más amplias y frecuentes, y cuando la vida y la muerte están en juego, no se pueden dejar estas cosas al azar.
Aeródromos improvisados
Lo que tampoco dejan al azar desde donde operar aeronaves, y tienen una larga tradición en despegar y aterrizar aeronaves de combate en carreteras de uso civil. Preocupados ante una posible incapacitación de sus bases aéreas vulnerables, cazas F-35 noruegos estuvieron realizando entrenamientos de este tipo en suelo finlandés el jueves de la pasada semana.
Fueron dos F-35A junto a otras aeronaves, las que aterrizaron en una carretera situada en el último país en unirse a la alianza militar. Como parte del ejercicio, después de posarse en el suelo, los aparatos fueron reabastecidos con sus motores en marcha para volver al aire minutos después.
Se trata de aportar una solución flexible para unas fuerzas aéreas preocupadas por tener bases aéreas y pistas vulnerables, tal y como se ha demostrado tras los ataques con drones ucranianos a aeródromos rusos.
Durante años, se ha estado experimentando con pistas de aterrizaje no tradicionales como una forma de dispersar las fuerzas. En 2021, el ejército estadounidense puso en práctica esta idea al hacer aterrizar en carreteras europeas un avión de ataque A-10 Thunderbolt II. A principios de este año, el ejército americano aterrizó varios aviones en una carretera en la zona rural de Wyoming, una franja de tierra de Texas, y se estudia la posibilidad de incluso usar playas.
Oídos bajo el mar
El último elemento en liza no es tan novedoso, pero ha adquirido una especial relevancia desde que los incidentes relacionados con barcos rusos y cables submarinos y tuberías subacuáticas han ido a más. Finlandia posee uno de los mejores sistemas de escucha bajo las aguas del mundo. Es la razón por la que muchas armadas procuran eludir pasar por ellas.
Lo intrincado de sus miles de islas e islotes —789 de más de 1 km²—, les deja una zona litoral inmensa y con aguas de poca profundidad. Su inmensa red de escuchas bajo la superficie detecta al instante a navíos de todo tipo a su alrededor.
En 2018, un submarino extranjero se acercó demasiado a su archipiélago, y la cantidad de datos recaudados con la firma sonora y magnética del buque dejó una definición, dicen, espectacular. Todos los sonidos provocados por sus mecanismos, palas de la hélice, o radiación magnética, quedaron registrados y forman parte de un archivo que sirve para dar con los de su clase con una eficiencia superlativa.
Una red implacable para cazar peces muy grandes
Lo intrincado y rocoso de sus costas no es un problema para este sistema de escucha y detección. Su capacidad es de tal calibre, que no es una confrontación lo que temen aquellos que se acercan demasiado, sino desvelar todos los secretos que en otro momento pueden costarles una detección temprana, y la difusión de dichos patrones.
Esto es lo que se sabe. De lo que no se puede reportar es de otras líneas de trabajo, desarrollo y tecnologías más o menos avanzadas que están cambiando la relación de los países circundantes con el oso ruso. Desde que Finlandia y Suecia son miembros de la OTAN, todos esos mecanismos, datos recopilados, y pautas registradas son ahora de uso común entre miembros de la alianza atlántica, algo que disgusta en gran medida al Kremlin. Como resulta obvio, con toda seguridad ya estarán desarrollando la manera de eludirlo.