La IA llega al sistema sanitario para quedarse: así cambiará la vida de sanitarios y pacientes
Integrar sin reemplazar: el reto y la oportunidad de una inteligencia artificial ética y funcional en la sociedad actual

IA | Canva Pro
La irrupción de la inteligencia artificial (IA) en sectores estratégicos ha generado debate, especialmente en torno a su impacto en el empleo. ¿Sustituirá a los trabajadores? ¿Automatizará funciones críticas? En el caso de la sanidad, la respuesta está tomando un rumbo muy diferente: lejos de desplazar a los profesionales, la IA está empezando a desempeñar un papel clave como herramienta de apoyo, mejorando tanto la calidad asistencial como las condiciones laborales. Y lo hace desde una premisa fundamental: potenciar, no reemplazar. Para conocer más de cerca esta transformación, desde THE OBJECTIVE hemos contactado con Jorge Pérez Hermilla, Country Manager de Tandem Health en España, quien analiza cómo la inteligencia artificial está redefiniendo el presente y el futuro del sector sanitario.
Una aliada para un sistema sanitario sobrecargado
La sanidad es uno de los sectores más tensionados por la sobrecarga de trabajo, el déficit de personal y las listas de espera. En este contexto, la incorporación de soluciones basadas en inteligencia artificial ha demostrado ser una ayuda sustancial. Pero no hablamos de una IA generalista, sino de sistemas que han pasado por procesos rigurosos de adaptación contextual, diseñados específicamente para entender la terminología médica, la lógica clínica y las particularidades del entorno sanitario.
Gracias a esta especialización, hoy es posible aplicar la IA en áreas clave como la gestión documental, el análisis de grandes volúmenes de datos y la elaboración de informes clínicos. El mayor impacto, por ahora, se observa en las tareas administrativas: generación automatizada de historiales, organización de citas, redacción de informes o clasificación de pruebas. Procesos repetitivos que, si bien necesarios, restan un tiempo valioso al profesional sanitario. «Estas herramientas no sustituyen el juicio clínico, sino que lo fortalecen al liberar al médico de la burocracia y permitirle centrarse en lo verdaderamente importante: el cuidado del paciente», explica Pérez.
El ejemplo de los copilotos sanitarios
Uno de los desarrollos más representativos de esta tendencia son los llamados “copilotos” sanitarios: soluciones de inteligencia artificial que acompañan al facultativo durante la consulta, asistiendo en tiempo real con la documentación y la gestión de datos. Esta tecnología, como la desarrollada por Tandem Health, funciona como un asistente digital que aprende del lenguaje clínico, respeta la privacidad de los datos y se adapta a las particularidades del centro sanitario donde se implanta. Según Jorge Pérez Hermilla, Country Manager de la compañía en España, «estas herramientas no sustituyen el juicio clínico, sino que lo fortalecen al liberar al médico de la burocracia y permitirle centrarse en lo verdaderamente importante: el cuidado del paciente».

Su objetivo no es suplantar al profesional, sino devolverle tiempo. Tiempo para observar, escuchar, pensar y tomar decisiones clínicas sin la presión constante del papeleo. De hecho, como señala Pérez Hermilla, esta tecnología está permitiendo “recuperar una forma de ejercer la medicina más cercana, parecida a la de antes de que las pantallas y los formularios digitales comenzaran a dominar la consulta”. En este sentido, la IA puede actuar como una herramienta humanizadora, no deshumanizadora, cuando su uso se orienta a mejorar la relación médico-paciente.
Revalorización del trabajo humano
Uno de los temores más extendidos sobre la IA, la pérdida de empleo, no se sostiene del todo en el ámbito sanitario. Al contrario, lo que empieza a observarse es una revalorización del trabajo humano. Las soluciones tecnológicas no toman decisiones éticas, no conectan emocionalmente con los pacientes ni lideran mejoras asistenciales: eso sigue siendo, y seguirá siendo, responsabilidad del profesional sanitario. El despliegue de IA en salud debe construirse, por tanto, desde un enfoque ético, transparente y con pleno respeto a la autonomía del profesional. En palabras de Pérez, «la clave está en un despliegue ético y responsable que complemente al profesional sanitario, en lugar de sustituirlo». En un sistema en el que el burnout es ya una epidemia silenciosa y donde cada minuto cuenta, este tipo de herramientas representan una vía eficaz para aliviar la presión sin renunciar a la calidad asistencial.
Un futuro con vigilancia crítica
El desarrollo de la IA avanza a una velocidad sin precedentes. Esto obliga a mantener una vigilancia crítica sobre sus usos, límites y marcos legales. Aunque las ventajas actuales superan ampliamente los riesgos, es imprescindible que esta balanza siga inclinada hacia un impacto netamente positivo. Para ello, serán necesarias políticas públicas claras, criterios de implantación responsables y una participación activa de los profesionales en el diseño y supervisión de estas tecnologías.