La industria bélica agita el mercado laboral tecnológico en busca de talento
La industria de la defensa va a ser uno de los generadores de empleo de mayor crecimiento en los próximos años

Dos técnicos de la Fuerza Aérea estadounidense instalan una antena satelital portátil en Harjumaa, Estonia. | Sargento de Estado Mayor Megan M. Beatty (Ejército de los EEUU)
Ha sido un electroshock multinivel. Las recientes guerras, «operaciones especiales» y encontronazos bélicos entre países suelen agitar a poblaciones, gobiernos, ejércitos y la industria relativa. Pero hay un campo donde se están frotando las manos: el mercado laboral, y en especial, el tecnológico.
El lenguaje de la guerra ha cambiado. En la eterna lucha entre la espada y el escudo, ahora se lanzan virus troyanos, y la defensa consiste en contramedidas electrónicas. Todo se ha hecho más incruento, pero más complejo. Visto así, la guerra «ha mejorado», porque lo que antes se solucionaba con un misil, hoy se solventa con el apagado de una red de radares; en lugar de mandar dos batallones a enfrentarse cara a cara, se remiten drones de visión directa.
La fuerza cinética, que discrimina menos, está mutando al armamento de desactivación, interconectividad, comunicación avanzada, sistemas de bloqueo de señales, plataformas de manejo remoto o vigilancia masiva. Por esta razón, la tecnología militar está girando su mirada hacia profesionales procedentes más del mundo de la tecnología que de la ingeniería mecánica. El último ejemplo es el protagonizado por Indra, una de las puntas de lanza tecnológicas de nuestro país.
La compañía busca personal cualificado de perfiles muy concretos para los programas de defensa futuros. Necesitan ingenieros, técnicos en radares, vigilancia electrónica, comunicaciones por radiofrecuencia, ciberdefensa, y especialidades relacionadas. La idea del Indra Group es incorporar al menos 2.400 trabajadores de alta cualificación relacionados con esta industria. Los perfiles más deseados son los que irán destinados a campos de especial interés de la compañía y donde pretende crecer.
Uno de ellos es todo lo que rodea al programa FCAS, el futuro sistema de combate aéreo europeo, que la empresa lidera a nivel nacional. Otro es el controvertido Vehículo de Combate sobre Ruedas, o VCR 8×8, cuyo trayecto industrial está resultando complicado. Otro campo prioritario son los exitosos radares de última generación que ya equipan ejércitos de Reino Unido, Francia, Alemania, Portugal, Dinamarca, Lituania o Polonia, aparte de España.
Si esos son tres programas señeros, las áreas de aplicación de todo este talento, son la ciberdefensa, plataformas terrestres, tecnología de aplicación aeroespacial, o el proyecto de inteligencia artificial IndraMind. Se necesita dominar la ingeniería de sistemas, la tecnología de radares, optrónica, electromecánica, electrónica, simuladores, sistemas no tripulados, microondas, radiofrecuencia, redes y su seguridad, blockchain, tecnologías relacionadas con la nube, ciberseguridad, inteligencia artificial y geolocalización. La lista es larga.
La mayor parte de los puestos estarán situados en Madrid, donde tiene su sede central la compañía, con plazas en Cataluña, Andalucía, Galicia, Castilla y León, y Asturias en orden decreciente. Las fuertes previsiones de crecimiento en lo referente a todos estos programas invitan a pensar que en el futuro muchas de estas contrataciones sigan incrementando su volumen.
Pero la tendencia no reside solo en nuestras cercanías. El conjunto de la OTAN está recurriendo a startups para superar a sus rivales, y para interconectarlas para con sus necesidades, ha creado un departamento acelerador de este proceso, porque creen que muchas, ni siquiera saben que sus invenciones pueden tener aplicaciones militares.
En 2023 la alianza atlántica lanzó el proyecto Diana, algo vagamente similar al Darpa estadounidense. Esta iniciativa financia y facilita las innovaciones relacionadas con la defensa. En una misma plataforma se reúnen gobiernos, universidades y empresas, que, en ocasiones, ni siquiera conocen la existencia unas de otras.
Un Darpa europeo
Su misión consiste en dar con generadores de tecnología de doble uso que pueda servir tanto a soldados como a civiles en el ámbito de los miembros de la OTAN. Hay muchos ejemplos, como es el caso de la estonia CR14, expertos en entornos virtuales para el desarrollo de ciberseguridad. O la británica Goldilock, con soluciones de desconexión instantánea de sistemas conectados, que aísla de manera segura y de forma física secciones de redes para proteger infraestructuras sensibles.
La compañía polaca Revobeam crea antenas en especial adecuadas para vehículos no tripulados que operan en entornos complejos. O la holandesa Lobster Robotics, que hace robots subacuáticos capaces de escanear el fondo marino, aplicable para estudios medioambientales y al mismo tiempo vigilancia submarina.
Un mercado competido
No son los únicos que dan zancadas en esta materia. Los norteamericanos, dentro de la OTAN, funcionan con cierta independencia y están reclutando a técnicos de Meta (Facebook e Instagram), OpenAI y Palantir para servir en el nuevo «Destacamento 201», una rama de nueva creación que responde a la críptica definición de «Cuerpo de Innovación Ejecutiva». Muchos de ellos se adhieren al ejército USA con el rango de teniente coronel, que sea lo que sea que hagan, es muy serio.
El US Army no explica mucho más en el anuncio más reciente, y tan solo añadió en sus escuetos comunicados emitidos la pasada semana que «traen el mejor talento tecnológico a la reserva del ejército para cerrar la brecha tecnológica comercial-militar». Según el escrito, este departamento está diseñado «para fusionar la experiencia tecnológica de vanguardia con la innovación militar».
Falta personal
La industria de defensa española genera más de 100.000 empleos, y su entorno laboral es atendido por personal de alta cualificación. Sin embargo, tampoco es necesario poseer una ingeniería de una especialidad exótica, sino como hace poco le ocurrió a la empresa de cohetes PLD, que necesitaban soldadores; especializados, pero procedentes de la denostada formación profesional.
La industria de la defensa va a ser uno de los generadores de empleo de mayor crecimiento en los próximos años. La formación va a ser fundamental, y la cantera de talento tiende a ser inagotable, en un país donde siempre ha brillado el ingenio.