El A400 militar recibe nuevas funciones y crean una superplataforma de combate
La mayoría de las soluciones propuestas son modulares lo que dota de una enorme flexibilidad

Un Airbus A-400 lanzando bengalas CHAF, diseñadas para desviar misiles de búsqueda térmica.
Lo han convertido en otro avión. No es un restyling como al que someten a los coches a mitad de su ciclo vital, sino un incremento exponencial de funcionalidades. El Airbus ya era un excelente aparato de transporte, pero ahora es muchas cosas más, y se ha transformado en una musculosa plataforma de múltiples capacidades.
Lo pedían muchos de sus clientes, y los desarrolladores de Airbus ha incrementado las capacidades de la aeronave en la que voló Tom Cruise en sus misiones imposibles. Los A400 españoles sirvieron para traer mascarillas desde China, traer de vuelta a españoles desde países convulsos, y las misiones propias de su papel militar dentro del Ministerio de Defensa.
De manera habitual, han sido funciones de transporte tanto de carga como personal militar. Pero en lo sucesivo serán muchas más cosas, tal y como ejerce el superado C-130 Hércules estadounidense, y con una vida mucho más larga. Con el doble de capacidad, funciones mucho más avanzadas, o la posibilidad de aterrizar en pistas poco hábiles, abre un abanico de opciones con las que muchos ejércitos soñaban.
Una de las funcionalidades más esperadas sobre las que se trabaja en el Future Combat Air System es la de nave nodriza para drones. La enorme capacidad de carga del A400, tanto en volumen como en peso, permite almacenar decenas de aviones no tripulados de tamaño medio y pequeño, que pueden ser lanzados, y manipulados, desde el propio aparato.
La dominancia de los sistemas aéreos no tripulados en la guerra moderna actual, y más aún en el futuro, invita a pensar que esta capacidad podría convertirse en uno de los componentes centrales de su actividad. El A400 pasaría de ser un mero medio de transporte a un llamado portador remoto, ya sea para drones de ataque unidireccional (OWUAV) como de reconocimiento.
Se trabaja en esta idea desde finales de 2022. Airbus puso en el aire un demostrador en periodo de pruebas de vuelo, y se trabaja en él desde entonces. Existen dos posibilidades: una es que los drones sean operados desde el propio aparato que los transporta, o que una vez en el aire, y dentro del radio de su misión, su control sea transferido a otra aeronave o fuerzas de tierra que se hagan cargo de su pilotaje.
Una segunda funcionalidad en desarrollo es la de reconvertirlo en una suerte de «bombardero pasivo». Gracias a su capacidad de carga podría transportar armamento bajo sus alas, pero no está ahí su fuerte, sino en la apertura de la rampa trasera. Esto le permite acarrear munición guiada, con sus propios lanzadores.
Si los buques de la Armada tienen los VLS de lanzamiento vertical de misiles, el A400 bien podría hacerlo en sentido contrario al de la marcha. A nivel efectivo, bajarían su enorme portón trasero, y los contenedores preparados para el lanzamiento quedarían expuestos y listos para el lanzamiento. Los AC-130J Ghostriders estadounidenses disponen de este sistema denominado Harvest Hawk. De la misma manera que los drones, este tipo de armamento podría ser dirigido desde otros aparatos o desde tierra una vez disparados.
Las comunicaciones seguras y efectivas están incrementando su papel en las operaciones militares. El envío de paquetes de información codificada para el manejo de sistemas remotos, localización o vigilancia está creciendo de forma exponencial, y se está preparando al A400 para ejercer de centro de control.

Una nube en las nubes
El intercambio de datos, la llamada Nube de Combate, y la distribución a las distintas unidades es una tarea que este avión puede ejercer desde el aire. Al estar dotado de un sistema de repostaje en vuelo, podría sustentarse en el aire de manera prolongada en momentos álgidos.
El A400M está equipado con sistemas de radio encriptados y los propios de aviones de pasajeros. Entran en la categoría de comunicaciones de banda estrecha, que operan a bajas velocidades de datos. Con el cambio a sistemas de banda ancha por satélite, o por radiofrecuencia siempre que la visión directa sea posible, permitiría al avión enviar y recibir grandes cantidades de datos desde cualquier parte del mundo.
De forma paralela, se está preparando al A400 con un paquete de comando, control y comunicaciones (C3) integrado a capacidades de inteligencia, vigilancia, adquisición de objetivos y reconocimiento (ISTAR). Si a estos sumamos la posibilidad de equipar módulos de guerra electrónica, convertirían a esta aeronave en una verdadera navaja suiza útil para múltiples misiones.

Características favorecedoras
La aplicación de capacidades de interferencia activa para neutralizar las defensas aéreas enemigas o los drones requiere de espacio y energía y el aparato dispone de todo lo necesario. Podría ser usado una plataforma de bloqueo a distancia que opera fuera de espacios aéreos en disputa y puede desactivar los sistemas enemigos desde una distancia segura.
Una pléyade de antenas de diverso tamaño puede ser instalada por todo su extenso fuselaje. Y, por otra parte, sus cuatro motores turbohélice Europrop TP400 –el motor de hélice más potente en servicio del mundo– es capaz de entregar la energía necesaria para poner en marcha todos estos mecanismos, grandes devoradores de energía. Incluso ya se piensa en el A400 como futura plataforma para cañones de energía proyectada… láser.
A todo esto se puede añadir su capacidad como avión antiincendios. Airbus está desarrollando un kit de extinción de fuegos que no necesita ninguna modificación. Cualquier A400M en una flota podría convertirse en poco tiempo en un bombero volador. Este equipamiento permite a la aeronave suministrar 20.000 litros de agua o retardante. Si a esto se le suma su capacidad para operar desde pistas cortas y sin pavimentar, esta capacidad podría transformar la forma en que se abordan los incendios en áreas remotas o de difícil acceso.
Una flota de referencia
El A400 es un aparato extraordinario del que España posee 14 unidades en servicio, con la llegada de tres más previstas para elevar la flota hasta 17 en los próximos años. Ensamblados en Sevilla, el primero entró en servicio en noviembre de 2016, y opera desde la base aérea de Zaragoza desde el 1 de diciembre de ese año.
España encargó originalmente 27 unidades, aunque recortes posteriores redujeron la flota proyectada a la casi docena y media citada. El Ministerio de Defensa pagó por cada uno una cifra que ronda los 203 millones de euros, aunque hoy puede conseguirse el modelo básico a cambio de unos 136 millones de euros.
La mayoría de las soluciones propuestas son modulares, «de quita y pon», configurables en poco tiempo, lo que dota de una enorme flexibilidad táctica a sus operadores, pero ellas pueden pasar de ser un avión de carga a ser un aparato de combate pesado y con muchas más funciones y capacidades. Con el desarrollo de la plataforma, se desbloquea un enorme potencial infrautilizado que servirá de complemento para cazas y fuerzas de tierra en ciertas misiones, frente a amenazas cada vez más complejas y cambiantes.