El arma secreta con la que Israel asesinó a los científicos nucleares iraníes
Se sospecha de un tipo de artefacto explosivo parecido a una bomba termobárica

Imagen de los bombardeos. | AP
Faltan piezas en en este puzzle. En la madrugada del 13 de junio, los vecinos de nueve técnicos de alto nivel relacionados con su programa nuclear, sintieron otras tantas explosiones en la noche de Teherán. Todos ellos murieron en los atentados; lo que no se sabe con exactitud es cómo lo hicieron, porque las señales encontradas dejan un rastro que dibuja en el aire la sospecha de que usaron algún tipo de arma secreta, desconocida, y nunca usada hasta la fecha. Pero tenemos una teoría.
Israel está ejecutando su plan «León rampante» sin una declaración de guerra, pero con bombardeos preventivos, y la ejecución de destacados técnicos e ingenieros del programa nuclear iraní. Mientras que realizan muy visibles bombardeos con aeronaves furtivas, todo hace pensar que la capital persa está trufada de activos ocultos del Mossad, que están llevando a cabo acciones propias del cine de ficción sin ser detectados.
Prueba de ello parece ser el audaz y quirúrgico ataque a la casi decena de sus científicos más experimentados, que murieron mientras dormían en una operación simultánea, nocturna y de una precisión inaudita. Según reveló el Canal 12 israelí, los nueve científicos fueron asesinados de forma sincronizada para evitar cualquier filtración, o intento de evasión. Tan solo uno pudo escapar de este ataque, aunque las fuerzas judías dieron con él horas más tarde, y acabaron con su vida.
Según las autoridades hebreas, el grupo formaba la columna vertebral técnica del programa nuclear iraní. En la lista hay ingenieros nucleares, físicos de partículas, expertos en reactores, en materiales, o en mecánica aplicada al desarrollo armamentístico. Cada uno de ellos representaba décadas de conocimiento acumulado, de experiencia práctica, de complicidad tácita con un régimen que ve en la bomba atómica una capacidad añadida a su poder en la región.
No hay vídeos. No hay testigos. Solo cadáveres y una cadena de mandos sorprendida en su vulnerabilidad más íntima: sus propios domicilios. No es la primera vez que Israel demuestra un ingenio macabro en sus operaciones encubiertas. Lo que sí se conoce es el marco operativo; la Operación Narnia, que así es como se ha denominado a esta jugada, fue una submisión dentro de un asalto mayor.
Un alto cargo de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ha revelado que la planificación implicó a más de 120 personas, incluidos analistas de inteligencia militar y de la Unidad 8200 —la joya tecnológica del ejército israelí—. Durante meses se recolectó inteligencia, se perfeccionó una lista de objetivos clasificados en cuatro niveles de prioridad, y se diseñó una operación múltiple.
De lo que no se sabe nada es del arma utilizada, y las pruebas tangibles arrojan al aire más preguntas que respuestas. Los nueve científicos liquidados murieron en su cama mientras dormían. Poco se sabe de los daños colaterales, o de sus acompañantes en sus dormitorios si los hubiera. Pero la autopsia de estos atentados dejan pistas extrañas.
Se conoce que, de alguna manera, los dispositivos que acabaron con sus vidas no estaban en el interior de los domicilios, sino que llegaron a ellos volando. Podrían ser drones explosivos, misiles disparados a corta distancia, o hasta proyectiles anticarro. Hasta se habla de pequeñas bombas termobáricas.
El ejército israelí y su siempre sorprendente servicio secreto, el Mossad, manejan una imaginación desbordante a la hora de encontrar vías alternativas de ejecutar sus misiones. Han metido ametralladoras pesadas en Irán por piezas, para armarlas y dispararlas por control remoto en sus calles; han hackeado centros de generación de uranio con capacidades militares introduciendo virus informáticos en sus muy protegidos ordenadores; han metido explosivo líquido en miles de buscapersonas que hicieron estallar al unísono para herir o incluso matar a integrantes del grupo Hezbollah. Siempre sorprenden. A amigos y enemigos.
El cañón humeante
En esta ocasión, las señales no están escritas en el aire, sino en una pared. El graffiti dejado por uno de los artefactos que liquidó a uno de los científicos iraníes mientras dormía en su cama, y las señales visibles tras la deflagración arroja una valiosa información para comprender qué puede haber ocurrido.
En una imagen distribuida por redes sociales, se pueden ver detalles significativos. Uno es el agujero que provocó el hipotético proyectil, del que emanan unas líneas que indican que muy probablemente estuviera dotado de alas. De ser así, no fue una granada lanzada desde el típico dispositivo cargado al hombro de un portador.

Es bastante posible que haya sido un dron, o al menos un ingenio con capacidad de vuelo. ¿Manejado por quién? Con toda seguridad, por alguien, que bien podría estar cerca, o incluso sentado en una mesa en Tel Aviv, y controlando este aparato a través de las propias redes de comunicaciones públicas iraníes.
Activos israelíes paseándose por Teherán
Al ser dispositivos pequeños, en principio lanzados a nivel del suelo, alguien tiene que haberlos llevado cerca de sus dianas, posiblemente en el maletero de un coche, o un vehículo capaz de moverse sin llamar la atención. Esto requiere de un entramado logístico israelí sobre el terreno, con una alta probabilidad de ayuda por parte de disidentes locales o activos desafectos con el régimen.
Por otro lado, las explosiones fueron de muy limitado efecto en el entorno. De haber sido grande, planta y paredes circundantes estarían destruidas. Sin embargo, solo se aprecia el agujero de ingreso al apartamento, y los restos de un pequeño incendio posterior reflejado en la humareda que tiñe la ventana situada en otro de los ángulos de la estancia.
Sin dato tangible alguno —mera especulación—, el efecto logrado se asemeja a los proyectiles antitanque, que en dos fases, abren el casco de los blindados, y una segunda carga estalla en el interior del habitáculo. La siguiente pregunta es: ¿qué tipo de explosivo puede incendiar de forma leve una estancia, y deja casi intacto su entorno? Hay quien expone una idea: un artefacto termobárico.
Una nueva aplicación de algo ya conocido
Las bombas termobáricas son una subespecie de las bombas incendiarias. Su principio se basa en una deflagración en dos fases: la primera expande a su alrededor combustible, que más tarde incendia. Genera un área donde devora todo el oxígeno, y hace arder todo aquello que toque.
La bomba libera una nube de material explosivo en forma de aerosol, de forma habitual un combustible líquido muy volátil o un polvo metálico ultrafino. Este aerosol se mezcla con el oxígeno del aire circundante. Después de que la nube se haya expandido lo suficiente, un segundo detonador la enciende. Al hacerlo, se genera una explosión de alta temperatura y presión.
A diferencia de una bomba convencional, donde la explosión es instantánea, la termobárica produce una onda de choque muy potente y prolongada, y más tarde una presión de succión posterior, cuando la nube de fuego consume el oxígeno del ambiente. Otro de sus efectos es que las temperaturas generadas pueden irse hasta los 2.500 °C en el núcleo de la explosión.
Este tipo de artefacto es en especial efectivo en cuevas, búnkeres o edificios, porque la onda expansiva rebota y la succión posterior puede causar colapsos pulmonares o asfixia. Otra particularidad, que coincide con las imágenes disponibles, es que no deja metralla o necesita fragmentos para matar; la onda de presión y el calor extremo son suficientes.
Un ataque distinto
Mientras que los misiles se reconstruyen y los soldados se reemplazan, los cerebros no. Israel ha entendido que el verdadero valor estratégico no está en el hardware, sino en las neuronas. En un mundo donde el conocimiento vale más que el uranio, atacar al conocimiento es atacar al poder.
La República Islámica parece desconcertada, atrapada entre la necesidad de venganza y el riesgo de admitir que ha sido vulnerada en su médula espinal. Y lo que es peor: a las puertas de las casas de sus activos clave. Da la sensación de que el Mossad se ha estado paseando por Teherán como si fuera su casa, lo que hace pensar que esto puede ser solo uno de muchos planes. Los ayatolas responderán, pero puede que ante más eventos de este tipo.