North Star, la inteligencia artificial pensada para la paz que podría empezar una guerra
Un uso adecuado de esta tecnología podría suponer un enorme ahorro de sufrimiento… y dinero

Inteligencia artificial al servicio de la paz. | North Star
Era un esquimal con una caña de pescar caminando por el desierto del Sahara. En una feria de armamento te esperas todo tipo de adminículo capaz de segar vidas, pero no una tecnología programada para salvarlas. Por eso, Arvid Bell era, en la exposición anual AI+ en Washington relacionada con la inteligencia artificial de aplicación militar, un bicho raro.
La inteligencia artificial suele asociarse con automatización, productividad y, cada vez más, con aplicaciones bélicas. Pero este exprofesor de Harvard está intentando cambiar ese enfoque con una herramienta que busca todo lo contrario: evitar conflictos antes de que empiecen.
Su propuesta, llamada North Star, está marcando el inicio de una categoría emergente conocida como Peace Tech o «tecnología para la paz». Su habilidad reside en que es capaz —al menos en teoría—, de clonar la capacidad de decisión de los principales líderes mundiales, y con ello, adelantarse a sus acciones.
A través de modelos y algoritmos, simula sus posibles respuestas ante situaciones de tensión, como sanciones económicas o despliegues militares. Esto permite anticipar las posibles consecuencias de decisiones políticas antes de que se tomen en la realidad.
Esta suerte de gemelo digital de mandatarios como Kim Jong-un, Donald Trump, o Xi Jingpin es muy sofisticada e incluye miles de parámetros. Bell dice que estos gemelos digitales son tan sofisticados que pueden emular cómo podría comportarse un líder como Vladímir Putin cuando está privado de sueño en lugar de tener una noche completa de descanso.
Si nos vamos a la vida real, un ejemplo práctico fue el uso de North Star durante la crisis de Ucrania en 2022. El sistema adelantó con un 60% de probabilidad que la imposición de una zona de exclusión aérea podía provocar una escalada por parte de Rusia. Este tipo de predicciones permite a los responsables de la toma de decisiones actuar con más información y reducir riesgos.
Junto a Bell, detrás de este sistema está el físico premiado con el Nobel Ferenc Dalnoki-Veress. Su aportación y experiencia ayudó a la herramienta a generar informes de inteligencia hipotéticos, como el que redactó al simular una ofensiva rusa con detalles técnicos, logísticos y narrativos muy cercanos a los reales.
Bell explica que, durante la crisis de los misiles en Cuba, John F. Kennedy tuvo solo 13 días para tomar decisiones que podían haber desencadenado una guerra nuclear. Con una herramienta como North Star, asegura, el presidente podría haber «comprado» seis meses de análisis y predicción. La idea central es dotar a los gobiernos de tiempo y contexto para pensar.
Aunque el enfoque principal de North Star es diplomático y militar, su aplicación también se extiende al sector corporativo. Empresas con operaciones globales pueden usar este sistema para anticipar cómo un conflicto o crisis social afectará sus cadenas de suministro, finanzas o reputación.
De esta forma, los gestores de riesgo pueden planificar con antelación, al poder simular escenarios y desarrollar estrategias de contingencia con las proyecciones sobre la mesa. Es como tener un mapa meteorológico para tormentas políticas.
Un mercado por explorar
La gran ventaja de Anadyr Horizon, la empresa matriz, es ser pionera en un mercado inexplorado y aun sin saturar. Esto podría traducirse en importantes beneficios económicos, sin perder de vista un objetivo ético: reducir la violencia a través de la tecnología. Aunque el potencial de North Star como herramienta en pro de la paz es evidente, no está exento de críticas.
Algunos expertos alertan sobre el riesgo de que gobiernos o empresas confíen demasiado en estas simulaciones. Creen que confiados en la infalibilidad del sistema, generen decisiones sin considerar el contexto humano o los matices culturales que la IA aún no logra captar en su totalidad.
Arvin Bell afirma que su IA podría prevenir la próxima guerra mundial. Sin embargo, los críticos dicen que, muy al contrario, bien podría comenzarla, porque podría ser utilizada como un arma más, y usarla en sentido inverso. A ello se une la poca transparencia acerca de la financiación del proyecto.
Se sospecha que detrás de la idea hay fondos relacionados con la industria bélica, lo que podría condicionar su desarrollo y resultados. Un ejemplo en este sentido es Palantir. Uno de los ejes de la inteligencia militar estadounidense fue en sus inicios un sistema para detectar estafas y comportamientos torticeros en el plano financiero de PayPal. Con North Star, pensada para la paz, hay quien ve un paso más hacia una tecnificación en el mercado de la destrucción.
Futurología, no adivinación
Es importante entender que herramientas como North Star no predicen el futuro con certeza, sino que exploran posibilidades con base en modelos complejos. Como quien consulta varios pronósticos del tiempo antes de salir de viaje, los encargados de la toma de decisiones deben usar estos recursos como apoyo, no como guía única.
North Star marca un nuevo camino para la inteligencia artificial en la diplomacia, y plantea una ventana a posibles futuros sin tener que vivir sus consecuencias. A medida que el mundo se vuelve más inestable, a juicio de sus creadores, este tipo de soluciones podría ser tan importante como los tratados, las negociaciones o la propia diplomacia tradicional. Los beneficios se notarían en muchas partes, y uno está en los bolsillos de todo el planeta.
Una máquina para ahorrar gastos
Un reciente estudio realizado por el Fondo Monetario Internacional indicó que cada dólar gastado en la prevención de conflictos puede producir un rendimiento de hasta 103 dólares en países que han experimentado conflictos violentos. Por su parte, el Institute for Economics & Peace (IEP) estimó que en 2023 la economía global sufrió un impacto de aproximadamente 19 billones de dólares debido a los 56 conflictos armados activos durante ese periodo. Su equivalente en euros, unos 16,5 billones, equivale a unas diez veces el PIB de España.
Esa cifra incluye tanto los costes directos por destrucción de infraestructuras y gasto militar, como los indirectos debido a pérdidas por disminución de actividad económica, interrupciones comerciales, etc. Representa un 13.5 % del PIB mundial, y supuso un aumento del 10 % con respecto al año previo.
Consideraciones legales, éticas y morales aparte, aunque solo por eso, merece la pena preguntar el precio de esta idea. Pero si la paz es muy cara, la guerra lo es mucho más.