Barcelona, Playgami y Hugo Pibernat: el tridente mágico de Scopely
Este ‘top 5’ mundial de los videojuegos para móviles dispone de unos 1.000 trabajadores en España

Scopely.
Dentro de la inmensa industria del videojuego, los títulos diseñados para smartphones suponen ya alrededor del 50% de la facturación mundial (unos 78.300 millones de euros al año, según Newzoo). Con la llegada del teléfono inteligente se rompen dos barreras: la de género, ya que tanto ellos como ellas juegan con similar intensidad, y la de la edad, pues, al tratarse en general de propuestas menos complejas que las que implica una consola de sobremesa, el abanico se abre.
Otra barrera que parece rota es la de los hubs de programación y diseño de juegos inexorablemente ubicados en EEUU (Rockstar Games, Naughty Dog, Epic Games), Canadá (EA Sports, Ubisoft), Japón (Capcom, Nintendo, Sony, Square Enix, Konami) o China (Tencent). Originariamente estadounidense pero adquirida en abril de 2023 por la empresa saudí Savvy Games Group, Scopely -un top 5 del gaming móvil- cuenta en Barcelona con 8.500 metros cuadrados de instalaciones y una plantilla de más de 700 profesionales a la que se suman además otros 120 en Sevilla y varios cientos más en remoto.
Si Scopely se encarga de diseñar los videojuegos (y hay 15 en catálogo, incluidos los de la adquirida Niantic), Playgami es la plataforma tecnológica que da soporte a los estudios y Flamed la agencia creativa que produce los tráilers y anuncios de algunos de los títulos del portafolio. Una de las piezas con más peso del engranaje es Hugo Pibernat, responsable del centro barcelonés y CTO de Playgami. «La de Barcelona es la oficina más grande de Scopely. Hemos llegado hasta aquí con mucho esfuerzo y mucha suerte. Esta empresa siempre ha sido muy auténtica, queríamos hacer una cosa muy específica: que todo el mundo sintiese que podía desarrollar el mejor trabajo de su vida a nivel de software u otras habilidades. Eso atrajo mucho talento y posicionó a la ciudad», recuerda Pibernat.
Desde aquellos comienzos (2017) donde la oficina catalana la ocupaban apenas cinco ingenieros, el CTO de Playgami ha tenido tiempo para observar las características del programador español comparado con los de otras latitudes. Su conclusión incluye una de cal y una de arena. «A nivel técnico no hay nada que envidiar, incluso en muchos casos están por delante. Donde podemos mejorar es a la hora de entender el negocio. Quien se dedica a ventas sabe que con cada operación cerrada genera unos ingresos, pero quien construye un barco quizás no ve más allá del reto de construirlo».
En el horizonte, no tan lejos, nutrida por la inteligencia artificial, se atisba una revolución que «dotará a los videojuegos de la misma calidad visual que el cine no sólo en consolas y ordenadores, sino también en los teléfonos». Pibernat corrige la perspectiva dominante en la actualidad con un matiz adicional. «Todo el mundo habla de la generación de contenidos [muchas veces tan singulares que cada partida será irrepetible y no habrá dos tramas iguales], pero la verdadera revolución estará en la interacción entre el humano y la máquina. En la mayoría de los juegos todavía predomina la parte guionizada. Ocurre como pasaba con aquellos libros de Timun Mas (Elige tu propia aventura) donde te daban cuatro opciones y debías escoger una. Eso se acabará y llegará algo mucho más dinámico».
A nivel gráfico, el CTO de Playgami opina que quedan un par de iteraciones hasta que el smartphone pueda competir en potencia con las consolas de sobremesa. En cuanto a las barreras de entrada a las que se enfrenta el viejo jugón que observa con temor el despliegue tecnológico actual, Pibernat le lanza un guante esperanzador. «Jugar es más fácil que nunca, aunque haya mucha riqueza de movimientos, comandos y botones». Un Legend of Zelda, la obra cumbre de Nintendo, sigue siendo, por encima de la pirotecnia, la joya que siempre fue.