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Tecnología

OnlyFans, la IA y la falsa cercanía del porno amateur

La plataforma de origen británico encierra algunos secretos que decepcionarán al seguidor más entusiasta

OnlyFans, la IA y la falsa cercanía del porno amateur

Desfile de modelos de OnlyFans en la semana de la moda de Nueva York. | John Marshall Mantel (Zuma Press)

OnlyFans convive con muchas otras plataformas en esa nueva forma de economía que permite a los creadores de contenido independizarse de las grandes lanzaderas mediáticas y probar fortuna en solitario. La diferencia con YouTube o Substack, sin embargo, es notable: aunque el planteamiento está abierto a artistas y deportistas, esta esfera digital queda dominada casi al completo por el porno

El ejercicio fiscal de OnlyFans se clausuró en noviembre de 2024 y arrojó los siguientes números, según The Financial Times: 377,5 millones de usuarios (algo más que X, la red social de Elon Musk), 4,6 millones de creadores en activo y una facturación de alrededor de 1.400 millones de dólares (1.200 millones de euros). La empresa se queda el 20% de los pagos mensuales del fan; los creadores el 80% restante. Como vía adicional de monetización destaca el pago por visión, donde las tarifas oscilan entre unos pocos de dólares y varios centenares. Se rumorea que la plataforma de origen británico podría venderse por unos 6.800 millones de euros en los próximos meses. 

Como parte de la colección de servicios que el creador o creadora ofrece al seguidor están los chats. Si se tiene en cuenta la naturaleza predominante del negocio, podría pensarse que esta práctica supone una vuelta a aquellos teléfonos calientes de hace unas décadas, pero la organización siempre argumentará que se trata, en realidad, de estrechar lazos entre las figuras del entorno digital y sus comunidades de fieles. 

La realidad es menos ideal. La web Rest of World resaltaba en un artículo publicado apenas hace unos días que bajo esa apariencia de proximidad se esconde el truco de la subcontrata, personificada en este caso por cientos de trabajadores filipinos y keniatas. Cuando un fan se entusiasma al poder hablar en directo y a través de la pantalla con su musa, cuando le envía propinas fascinado por la magia de la tecnología, no sabe que al otro lado teclea frases hechas un empleado atado a un contrato basura. 

IA, fenómeno inevitable

Para el creador con ciertos atributos, la de OnlyFans es una peligrosa mina de oro, tal y como demuestra el caso de la ciclista española Cecilia Sopeña, quien llegó a ingresar 60.000 euros al mes aunque ahora se acoja al derecho al olvido para intentar borrar todo rastro de su pasado porno en internet más allá de la plataforma original. Para quienes quieren continuar ahí, se presenta ahora una novedad que hará olvidar a aquel ejército asiático-africano de escribientes: la inteligencia artificial. 

Ciertas compañías tecnológicas bien posicionadas en la carrera de la IA y los chatbots creen que las ganancias serán mutuas. El propietario del canal monetiza 24/7, gana en agilidad y se beneficia de un asistente virtual que nunca se rinde, jamás protesta y siempre tiene recursos verbales para agradar. Por otra parte, esas startups que empiezan a ganar terreno en el ámbito de la atención al cliente, los recursos humanos, los bufetes y la telemedicina, abrirían un melón adicional con una creciente base de usuarios. La pornografía y sus derivadas no muestran signos de agotamiento. Entre 24 y 27 millones de personas visitan diariamente Pornhub, uno de los portales de referencia, y alrededor del 80% de los hombres de EEUU admite haber consumido este tipo de contenidos durante el último año. 

Es inevitable profundizar en la reflexión filosófica planteada por pensadores como Nick Bostrom (Universidad de Oxford) o Susan Schneider (fundadora del Center for the Future Mind). La fascinación por la IA es tan ubicua y gigantesca que la sociedad corre el riesgo de perderse a sí misma durante el proceso. 

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