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Tecnología

F-111 Bonifaz, la fragata española que marca el comienzo de una nueva era para la Armada

Se espera que el nuevo buque del Ministerio de Defensa entre en servicio en 2028

F-111 Bonifaz, la fragata española que marca el comienzo de una nueva era para la Armada

La fragata F-111 Bonifaz. | EFE

La Armada española ha mirado hacia atrás para proyectar su futuro. Puso el nombre de Ramón de Bonifaz, capitán del navío que entró en Sevilla el 3 de mayo de 1248. Han transcurrido 283.924 días desde que rompió las cadenas que cerraban el Guadalquivir hasta la jornada en que un buque, evolución del que usase entonces, lleve su nombre; un buque con el que Bonifaz jamás habría soñado: la fragata F-110.

Si el primer almirante de Castilla hubiera estado ayer tarde en la botadura de la F-110 construida por Navantia —la F-111 que lleva su nombre—, el golpe de realidad que se habría llevado aquel hombre del siglo XIII habría sido mucho mayor que para un contemporáneo dar un paseo espacial a bordo del Halcón Milenario. El salto tecnológico es monumental, pero no ya con aquellos navíos a vela y hechos en madera, sino con los de hace tan solo medio siglo.

La Armada española ha dado un enorme paso adelante en el ámbito tecnológico con la botadura de este navío, la primera unidad de la clase F-110. Este barco representa una gran evolución con respecto a sus predecesoras y establece un nuevo estándar en las capacidades navales. Con 145 metros de eslora, 18 de manga y un desplazamiento de 6.100 toneladas, la F-111 incorpora los más avanzados sistemas de detección, defensa y control de combate, que la convierten en una de las fragatas más modernas del mundo.

Esta clase ha sido diseñada como escolta multipropósito con énfasis en la guerra antisubmarina; todo ello sin renunciar a sus capacidades antiaérea y antisuperficie, además de poder ejecutar operaciones en misiones de seguridad marítima o apoyo a autoridades civiles. La F-110 se encuadra dentro del concepto de buque inteligente, concebido no solo para el combate naval de alta intensidad, sino también para liderar la transformación digital de la Armada en el plano doctrinal.

Las F-110 están destinadas a sustituir a las veteranas fragatas de la clase Santa María (F-80), construidas en los años ochenta sobre un diseño estadounidense. Durante su vida útil, estas naves han cumplido un papel esencial en la escolta oceánica y operaciones multinacionales, pero su ciclo operativo está llegando a su fin. Con la incorporación de la clase F-110, se garantiza la continuidad del grupo de escoltas de la Armada como complemento de las fragatas antiaéreas clase Álvaro de Bazán (F-100), con un diseño optimizado para la guerra antisubmarina y un espectro operativo más versátil.

La serie estará formada por cinco unidades: F-111 Bonifaz, F-112 Roger de Lauría, F-113 Menéndez de Avilés, F-114 Luis de Córdova y F-115 Antonio Barceló, cuya entrega a la Armada se extenderá hasta 2032. Con un programa presupuestado en 4.900 millones de euros, la inversión ha transformado el tejido industrial y tecnológico nacional. Su diseño y construcción han movilizado a más de quinientas empresas del sector de la defensa y han generado unos 9.000 empleos directos, indirectos e inducidos.

Uno de los elementos clave en la superioridad tecnológica de la clase F-110 es la integración del radar AN/SPY-7(V)2. Este sistema, desarrollado por Lockheed Martin, es una evolución de las tecnologías AEGIS instaladas en las F-100 y permite una detección temprana y precisa de amenazas aéreas y misiles balísticos, incluso de bajo perfil o trayectoria errática. Su incorporación, inédita hasta ahora en Europa, coloca a la Armada española a la vanguardia de la defensa antiaérea de zona.

El SPY-7 trabaja de forma completamente integrada con el sistema de combate nacional SCOMBA (Sistema de Combate de los Buques de la Armada), desarrollado por Navantia. Ambos se han probado conjuntamente en el centro ASIC de Lockheed Martin en Nueva Jersey, y ha trascendido que han logrado seguimientos de precisión sobre objetivos aéreos reales. Se espera que la primera unidad de este radar llegue a España en 2026 para ser instalada a bordo de la «Bonifaz» y que alcance su operatividad plena en 2028.

El armamento de la clase F-110 responde a una lógica de polivalencia en escenarios de alta intensidad. La pieza principal es un cañón Leonardo 127/64 mm con capacidad para munición guiada Vulcano, complementado por un lanzador vertical Mk41 VLS con 16 celdas configurables para misiles de defensa aérea y de corto alcance. Aunque dispone de la capacidad técnica para operar misiles de crucero Tomahawk, mucho más grandes y de mayor alcance, el Ministerio de Defensa no ha adquirido aún esta clase de armamento.

Para la defensa de punto y autodefensa, la F-110 monta un sistema CIWS Sentinel RFG-25 de Escribano, dos estaciones RWS Sentinel 30 mm y cuatro módulos Sentinel 2.0 con ametralladoras de 12,7 mm. Como vector ofensivo antibuque, dispone de dos lanzadores cuádruples de misiles Naval Strike Missile de la noruega Kongsberg. En guerra antisubmarina integra lanzadores de torpedos ligeros y una suite de sonar de la compañía francesa Thales. Es un verdadero arsenal flotante.

Aeropuerto flotante

Completa sus capacidades antisubmarinas con la posibilidad de operar hasta dos helicópteros NH-90 o SH-60 en hangar y cubierta, además de vehículos no tripulados de superficie y submarinos. La propulsión le permite velocidades superiores a 35 nudos, cruciales para misiones de escolta y respuesta rápida.

La fragata F-111 Bonifaz. | EFE

Más allá de su armamento, la F-110 introduce una arquitectura completamente digitalizada en todos los subsistemas. Por primera vez en la historia de la Armada, cada buque dispondrá de un Gemelo Digital operativo, desarrollado por Navantia y el Ministerio de Defensa. Este entorno virtual en tiempo real recopila datos desde sensores embarcados y los procesa con inteligencia artificial para optimizar el mantenimiento, el adiestramiento y la gestión de misión.

El Sistema de Servicios Integrados, desarrollado en colaboración con universidades gallegas, agrupa funciones como iluminación, megafonía, CCTV, sensorización y conectividad inalámbrica en red que reduce considerablemente el cableado. Además, incorpora impresoras 3D para la fabricación a bordo de ciertos repuestos, lo que aumenta su autosuficiencia.

Puerta abierta para la exportación

El diseño de la F-110 se plantea desde su origen con una clara vocación exportadora, como ya sucedió con la clase F-100 que sirvió de base para fragatas de Noruega y Australia. Su modularidad, interoperabilidad con sistemas de la OTAN y sus capacidades, la convierten en una plataforma atractiva para la exportación. El radar SPY-7, el sistema SCOMBA y la posibilidad de configurar sensores y armamento según el cliente la dotan de una flexibilidad que se ajusta a múltiples doctrinas navales.

Con la botadura de la F-111 Bonifaz, España inaugura un nuevo capítulo en su historia naval. Esta fragata no solo proyecta una ambiciosa apuesta tecnológica, sino que simboliza la capacidad para concebir, construir y liderar proyectos de alta complejidad estratégica e industrial.

La clase F-110 será, en los próximos treinta años, la espina dorsal de la fuerza de escoltas de la Armada. No solo eso, sino un reflejo de algo de lo que carecen muchas armadas del mundo: soberanía industrial, capacidad de innovación y posibilidades industriales en el sensible campo de la defensa. Ante tamaño despliegue de tecnologías, Ramón de Bonifaz quedaría extasiado delante del barco que lleva su nombre durante otros 283.924 días, si viviera, claro.

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