The Objective
Tecnología

Sortear la tiranía de Google y sus algoritmos es tarea titánica pero no imposible

Colocar noticias y generar tráfico depende en gran medida del capricho de la big tech estadounidense

Sortear la tiranía de Google y sus algoritmos es tarea titánica pero no imposible

Google.

Primero era Pedro J. Ramírez quien publicaba en El Español una carta sobre las penurias de su medio en la esfera digital, sometido a suplantaciones, ataques, bloqueos arbitrarios y oscilaciones de los criterios algorítmicos. Días después, el director de la revista cultural Jot Down, Ángel Fernández Recuero, propinaba a Pedro J. un baño de realidad al recordarle que no sólo El Español, sino cualquier cabecera alojada en internet queda expuesta a la «fragilidad consustancial al negocio de la información en la era de las plataformas». 

«Los algoritmos de Google son volátiles, caprichosos y en muchos casos arbitrarios. Hoy te premian, mañana te castigan, pasado te devuelven a la normalidad, sin que nadie pueda dar una explicación clara ni transparente de las razones», arguye Fernández Recuero. 

Sobre el papel, sin embargo, el mecanismo parece razonablemente ponderado: Google rastrea las páginas de los medios y las almacena en una especie de gran índice, clasificándolas después en virtud de numerosos factores. Acto seguido, los algoritmos priorizan elementos como la velocidad de carga, experiencia móvil, relevancia semántica, autoridad del dominio, frescura de la información y enlaces entrantes. Si se trata de noticias, Google valora adicionalmente su carácter actual y la originalidad.

Una cosa es la teoría y otra la complejidad de unas prácticas donde los algoritmos se someten a actualizaciones constantes, con ajustes menores a diario y varias grandes iteraciones al año. Cada cambio importante puede alterar de golpe al tráfico que genera un medio, como ocurrió con el introducido el pasado mes de junio. En este contexto, las webs de noticias sienten en el cogote la presión de ajustar permanentemente sus contenidos a lo que Google premia en cada momento, otorgando de facto a ésta el poder que acumularía un supereditor mundial

Aunque funcione muy a menudo como herramienta de consulta, ChatGPT no es una alternativa, pues, en lugar de jerarquizar las noticias de los medios, sintetiza y estructura la información, quedando la fuente diluida en esa respuesta y perdiendo la cabecera la anhelada visibilidad. La cuestión entonces es saber si existen itinerarios factibles para esquivar esa brutal dependencia de una sola compañía por completo ajena a los intereses de pequeños, medianos y a veces grandes portales periodísticos.  

La pista del New York Times

Cuando se toma como referencia el NYT, conviene lanzar un matiz obvio: por su prestigio, tamaño, país de origen y uso de la lengua inglesa, su recetario difícilmente puede aplicarse con idéntico éxito a escala, pero sí vale como referencia. En 2010, cuando la enésima crisis del periodismo anunciaba la caída inminente del papel, The New York Times Company anunció unos ingresos de 1.981 millones de dólares. En 2024, la facturación ascendió hasta 2.586 millones, desinflando los peores augurios de la industria. 

The New York Times es el diario con más suscriptores digitales del mundo. Introdujo el impopular y hoy masivo muro de pago en 2011 y suma ya 11,8 millones de miembros. Nada depende ahí de Google: quien paga un servicio, accede al periódico y lee lo que le apetece cuando lo estima oportuno, sin necesidad de enredarse en una búsqueda internáutica. Esa cuña del muro genera alrededor del 60% de sus ingresos. Además, como otras plataformas, hay diversificación vía submarcas creadas o compradas (Wirecutter para la información tecnológica, Games, The Athletic), se reforzaron las redacciones internacionales y se invirtió en el periodismo de datos

Cierto es que las suscripciones no valen para cualquier publicación ni funcionan del mismo modo en economías menos dinámicas. Otras estrategias de supervivencia frente a la tiranía de Google pasan por el uso de canales descentralizados (newsletters, podcasts) o más previsibles (Telegram, WhatsApp), la forja de alianzas con otros medios, la exploración de herramientas y ecosistemas como los de Mastodon y la inversión en nuevos formatos para atraer a más público (Visual Capitalist es un buen ejemplo). 

Publicidad