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Radia construirá el WindRunner, el avión militar de carga más grande de la historia

Si cada centímetro cuenta, este nuevo aparato aspira a ser campeón olímpico de las medidas

Radia construirá el WindRunner, el avión militar de carga más grande de la historia

WindRunner 1.

Los militares son muy admiradores de Pierre de Coubertain, el padre de los Juegos Olímpicos modernos. Deben serlo porque cada vez que proyectan algo aplican su lema: «Altius, Citius, Fortius». Por eso, su próxima aeronave de carga será más rápida, más alta y más fuerte que las conocidas en casi todo, hasta el punto de hacer parecer pigmeos lo que hoy son los ejes de la logística bélica.

La estadounidense Radia ha agitado el sector aeroespacial al anunciar, días antes de la Air, Space & Cyber Conference 2025 que se celebra desde hoy en Maryland, EEUU, la construcción del WindRunner. Muy promocionado como proyecto en fechas previas, se trata de una nueva aeronave de transporte ultra grande que promete ser la más voluminosa jamás concebida para operaciones militares, algo que pide el Pentágono desde hace años.

La logística es una de las grandes desconocidas del entorno militar y, para un ejército de ámbito regional y más aún global, disponer de sus medios con rapidez en destinos lejanos es clave. El ejército americano, el más expedicionario del planeta, dispone de gigantescos aparatos capaces de transportar grandes cargas, donde paquetes de combustible, munición o víveres son casi anecdóticos en comparación con aviones, helicópteros o tanques.

El problema básico de estos últimos envíos no es tanto el tonelaje como el volumen. En los aparatos más grandes disponibles, en muchas ocasiones este tipo de carga requiere cierto grado de desmontaje —y montaje a la llegada— que ralentiza y complica el proceso. De ello que esta iniciativa nazca de una necesidad operativa real: la ausencia de plataformas capaces de movilizar sistemas sobredimensionados sin desmontaje, en un contexto donde haya que atender tensiones que exijan despliegues rápidos y autónomos hacia áreas remotas o degradadas. Esta es la razón básica por la que el WindRunner ha sido diseñado con un propósito singular: maximizar el volumen interno para transportar cargas completamente ensambladas, priorizando esta capacidad por encima del tonelaje bruto.

Las especificaciones del WindRunner en la versión militar —la idea partió de una de uso civil— ofrecerán más de 6.800 metros cúbicos de volumen útil, una cifra sin parangón. Esto representa siete veces el volumen del C-5 Galaxy y doce veces el del C-17 Globemaster III, colocándolo como el mayor avión de carga militar jamás desarrollado. Su carga útil máxima será de 72.575 kilogramos, inferior a la de los gigantes soviéticos como el An-225 Mriya (247.000 kg) o el An-124 (150.000 kg), pero suficiente para trasladar sistemas completos listos para el combate, lo que cambia por completo la lógica del transporte aéreo estratégico.

Radia justifica esta elección con el argumento de que, en operaciones conjuntas modernas, se agota antes el volumen que la masa. Los grandes helicópteros, cazas de ala fija, convertiplanos, radares o módulos espaciales necesitan espacio más que capacidad de peso. El WindRunner resuelve este problema con una bodega que permite operaciones de carga y descarga tipo roll-on/roll-off, sin necesidad de grúas o instalaciones específicas, y con compatibilidad con los equipos estándar de manejo en tierra.

Otra de sus ventajas es algo de lo que carece la mayoría de aeronaves existentes: la capacidad de operar desde pistas no pavimentadas de menos de dos mil metros. Esta característica le otorga una movilidad táctica única, en especial en zonas afectadas por desastres naturales, bajo amenaza bélica o carentes de una infraestructura establecida; aparatos como el An-124 o el C-5 Galaxy requieren pistas largas y reforzadas. De esta manera, el WindRunner se convierte en una solución versátil para misiones en el Indo-Pacífico, el Ártico o Europa Oriental, además de misiones humanitarias de acceso inmediato sin grandes necesidades.

Su estructura de ala alta y fuselaje ancho facilita el acceso a la bodega y permite configuraciones modulares de carga que aumentan la eficiencia de cada vuelo. En comparación directa, el WindRunner no compite con el C-5 o el C-17 en carga útil, pero los supera con creces en volumen interno, una métrica subestimada pero crítica. El Galaxy dispone de unos 960 metros cúbicos y puede transportar 127 toneladas; el C-17 apenas 590 con 77,5 toneladas de carga útil, y el A400M se queda en 340 metros cúbicos con 37 toneladas. Solo el desaparecido An-225 y el todavía operativo An-124 se acercan en tamaño, pero fueron concebidos para un perfil de misión distinto.

El WindRunner mide 109 metros de largo, con una envergadura de 80 metros y una altura total de 24 metros. A pesar de esta magnitud, su alcance operativo con carga completa es de unos 2.000 kilómetros —sorprendentemente poco—, una cifra inferior a la de sus competidores occidentales, pero compensada según sus diseñadores por su capacidad de operar desde pistas rudimentarias. Su velocidad de crucero, estimada en Mach 0,6 (740 km/h), permite entregas rápidas en teatros de operaciones dispersos.

Su capacidad de transportar hasta 80 palés estándar —el doble del C-5 y más del cuádruple del C-17— refuerza su papel como plataforma logística. Cada vuelo representa una reducción significativa del coste operativo total, al concentrar más carga en menos movimientos.

Seis helicópteros Chinook de una tacada

El WindRunner podrá trasladar, en una sola misión, hasta seis helicópteros CH-47 Chinook completamente ensamblados, frente a solo uno desmontado en el C-17. También podrá llevar cuatro convertiplanos CV-22 Osprey o cuatro cazas F-16 o F-35C sin necesidad de que vuelen hasta destino a base de consecutivos repostajes aéreos. En contextos espaciales, podrá movilizar cápsulas reutilizables y segmentos de lanzadores en cuestión de horas.

Esta funcionalidad es crítica para misiones que requieren velocidad, como el despliegue de sistemas de radar de largo alcance, estaciones SATCOM, sistemas de misiles o unidades hospitalarias móviles. Todo esto se podrá realizar con una mínima preparación en tierra, algo casi imposible con las plataformas actuales.

Su constructor ha apostado por una estrategia de diseño digital y producción directa a escala real, sin pasar por una fase convencional de prototipos. Esta decisión acorta los plazos y reduce costes. Hasta la fecha, ha recaudado cerca de 141 millones de euros para financiar el proyecto y mantiene abiertas negociaciones con inversores públicos y privados. Además, ha firmado un acuerdo de cooperación con el ejército norteamericano para evaluar las aplicaciones del WindRunner en misiones de carga sobredimensionada.

Opciones en alquiler o compra

La empresa contempla diversos esquemas de operación: desde propiedad gubernamental con operación contratada hasta propiedad y operación totalmente privadas. Aunque capacidades como el reabastecimiento aéreo podrían integrarse en fases futuras, el foco está puesto en iniciar operaciones antes de 2030, fecha prevista para su entrada en servicio.

El WindRunner nació originalmente como una plataforma civil dentro del programa GigaWind, orientado al transporte de palas eólicas de más de 100 metros. La destrucción del An-225 Mriya durante la invasión rusa de Ucrania en 2022, así como la retirada de producción del C-17 y la antigüedad del C-5, han dejado un vacío que Radia busca llenar con rapidez. Su naturaleza de doble uso lo posiciona como una solución viable para los sectores de defensa, energía, aeroespacial y respuesta humanitaria.

En un entorno donde la velocidad de despliegue y la flexibilidad logística resultan tan importantes, el WindRunner redefine el papel del transporte estratégico. No se trata solo de llevar más, sino de llevar mejor, en menos tiempo y hacia donde otros no pueden llegar. La capacidad de entregar sistemas listos para operar en cuestión de horas, sin pasos intermedios, cambia radicalmente la ecuación del poder aéreo y terrestre. Si, como afirmó el general Mike Minihan, excomandante del Comando de Movilidad Aérea, «cada centímetro cuenta», el WindRunner aspira a ser uno de los grandes campeones olímpicos de los cielos.

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