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Tecnología

La OTAN usa inteligencia artificial para blindar el mar y proteger cables submarinos

Esta herramienta ve lo que antes era invisible y marca una diferencia

La OTAN usa inteligencia artificial para blindar el mar y proteger cables submarinos

Barco de la OTAN con los cables submarinos.

Trabajar de cable submarino o conducto bajo el mar se ha vuelto una profesión de riesgo. Cada año se reportan unos doscientos casos de daños, incidentes, inutilización o corte de los mismos, en un número que ha ido en aumento en fechas recientes, con especial incidencia en el Báltico. La OTAN prometió encargarse del asunto y ya tiene la solución: Mainsail.

Según los técnicos, lo peor son los terremotos subacuáticos, pero el 86 % de todos los incidentes son provocados, de forma voluntaria o no, por la actividad humana. Tras los al menos once incidentes registrados en el mar Báltico contabilizados desde octubre de 2023 y hasta inicios de 2025, se encargó a la OTAN el desarrollo de un protocolo de protección de cables de comunicaciones, transporte de energía, oleoductos, gasoductos u otros mecanismos subacuáticos afines.

La solución aportada por los delegados para garantizar la seguridad bajo el mar es una red basada en inteligencia artificial y sensores subacuáticos. El sistema identifica intentos de sabotaje a cables submarinos en tiempo real. Estos oídos colocados en el fondo del mar son capaces de detectar, a kilómetros de distancia, cada vez que un ancla se posa sobre el lecho marino.

Con este mecanismo, el fondo del mar, silencioso y opaco, ha dejado de ser una zona ciega para la Alianza Atlántica. El hito tecnológico alcanzado para proteger las infraestructuras críticas submarinas fue validado en fechas recientes por el buque de investigación NRV Alliance en el mar Báltico. El logro se produjo frente a la isla danesa de Bornholm, en un área especialmente sensible desde que en 2022 se produjera la explosión del gasoducto Nord Stream.

Por primera vez, un sistema de sensores fijos, combinado con algoritmos de inteligencia artificial, logró identificar la firma acústica de un ancla golpeando el fondo, una señal que podría asociarse a intentos de sabotaje encubiertos —o no— por parte de buques civiles. La señal fue transmitida en tiempo real y procesada por la herramienta Mainsail, que la cruzó con trayectorias de embarcaciones previamente identificadas en la zona, generando una alerta inmediata.

El sistema se inscribe dentro de un enfoque de protección y conciencia situacional más amplio que va desde el lecho marino hasta el espacio. Bajo esta operativa se cruzan datos procedentes de sensores estáticos, boyas acústicas, vehículos submarinos no tripulados, drones de superficie, imágenes de satélite y los sistemas de posicionamiento AIS del tráfico marítimo. Todo ello se integra en una arquitectura digital basada en la nube, que opera mediante aprendizaje automático para identificar patrones de comportamiento anómalos. Mainsail ha convertido una amenaza invisible en una señal detectable.

Hasta hace poco, el acto de dejar caer un ancla de forma subrepticia sobre una infraestructura crítica podía pasar inadvertido. Hoy, ese simple gesto, que puede destruir un cable de comunicaciones o un gasoducto, activa una secuencia de verificación automatizada capaz de rastrear la embarcación responsable, notificar al Mando Marítimo de la OTAN y activar una respuesta. Según el Centro de Investigación y Experimentación Marítima (CMRE), la capacidad de detectar anclas de prueba es un paso clave para responder en tiempo real a posibles actos hostiles.

La plataforma combina sensores submarinos, análisis de trayectorias, modelado acústico, fusión de datos multifuente y un motor de inteligencia artificial capaz de operar sin supervisión humana. Su capacidad para generar alertas sin intervención convierte al operador en un decisor estratégico, liberado de la carga de vigilar miles de buques de manera simultánea.

Las razones que han impulsado este salto tecnológico no son teóricas ni lejanas. En los últimos años se han disparado los ataques contra cables submarinos en el mar Báltico, con casos documentados entre Estonia y Finlandia o entre Alemania y Lituania. La ruptura del Balticconnector en 2023 y el deterioro de varios enlaces críticos en 2024 pusieron en evidencia una vulnerabilidad que no había sido afrontada hasta entonces.

Datos, electricidad, gas, petróleo…

En 2025, más de un millón de kilómetros de cables atraviesan los océanos del planeta. Por ellos circula más del noventa y cinco por ciento del tráfico internacional de datos de internet y cerca de diez billones de dólares en transacciones financieras cada jornada. Su protección no puede limitarse a patrullas navales o dispositivos disuasorios; requiere capacidades que permitan anticipar, identificar y neutralizar amenazas antes de que se materialicen. El sistema Mainsail ha sido concebido con esa finalidad.

La Alianza ha dejado claro que el sabotaje de infraestructuras críticas forma parte del repertorio de herramientas empleadas por actores hostiles, en especial en el marco de conflictos híbridos. El uso de buques civiles para recolectar inteligencia, perturbar redes o cortar conexiones vitales se ha documentado en múltiples ocasiones. Mainsail no solo permite rastrear esos movimientos, sino también registrar evidencias digitales que pueden emplearse en procedimientos legales y diplomáticos.

En paralelo al refuerzo tecnológico, la OTAN ha incrementado las patrullas marítimas en zonas vulnerables. En el estrecho de Øresund y otras áreas del mar Báltico se han desplegado buques cazaminas, drones submarinos y aeronaves de patrulla que actúan en red con satélites y estaciones costeras. La interconexión entre todos estos activos garantiza que cualquier alerta generada por Mainsail pueda verificarse con rapidez por medios físicos.

Sede en Italia

El CMRE, con sede en La Spezia, es la institución responsable del desarrollo de esta herramienta. Operado por científicos civiles y con apoyo técnico de la Armada Italiana, el buque NRV Alliance ha sido la plataforma experimental desde la que se ha probado la integración de sensores, transmisores acústicos y el software de detección.

Aunque Mainsail ha alcanzado un estado operativo funcional, la OTAN no da por cerrado su desarrollo. La herramienta sigue en fase de ampliación de capacidades, tanto en lo relativo a tipos de amenaza detectables como en su aplicabilidad a escenarios diversos. El objetivo declarado es incorporar aún más fuentes de datos y perfeccionar los algoritmos para que reconozcan otras firmas acústicas, como las de herramientas de corte, movimientos de drones hostiles o buzos de incursión.

La infraestructura crítica no se limita a cables y gasoductos. Incluye estaciones de bombeo, nodos de interconexión, turbinas submarinas y componentes de parques eólicos. Todos ellos pueden ser blanco de acciones hostiles, ya sean militares o ejecutadas por terceros. En un entorno en el que las amenazas son difusas, híbridas y a menudo negables, disponer de una herramienta que ve lo que antes era invisible puede marcar la diferencia entre una crisis contenida y una catástrofe.

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