Irán no puede atender su demanda de misiles y cohetes porque le faltan batidoras
Es un mecanismo tosco en apariencia, pero cuestan unos dos millones de euros y tienen un papel clave

Mezclador planetario como los usados en la fabricación de combustible sólido.
Tienen misiles, pero no pueden levantarse del suelo. Los iraníes poseen una potente industria bélica local, pero los enfrentamientos con Israel del pasado junio provocaron un fuerte descalabro en su producción. Tras varios ataques, necesitan reponer su arsenal de misiles y no pueden, porque les falta una maquinaria muy especial: batidoras.
Irán ha iniciado una reparación acelerada de todas sus instalaciones tras los ataques sufridos en la guerra de doce días con Israel, y con especial celeridad las que producen propelente sólido. Sin embargo, persiste una limitación técnica que pesa sobre su capacidad de recuperación: no disponen de mezcladoras planetarias de gran tamaño.

Las imágenes de satélite analizadas por Associated Press muestran movimientos de obras en Parchin y Shahroud, edificios afectados que ahora reciben reparaciones de cubierta, muros y accesos. La reconstrucción de estas instalaciones no es un gesto menor. Constituye una fuerte apuesta por recuperar un eslabón que Teherán considera esencial para su estrategia de disuasión. La clave no reside en sus edificaciones, sino en el tipo de producción que albergaban.
Los analistas consultados por la agencia estadounidense echan de menos en las fotos las máquinas que realizan la mezcla del compuesto propulsor: «la gasolina» de misiles y cohetes, las llamadas mezcladoras planetarias. Todo ello en un contexto en el que sus sistemas de defensa aérea sufrieron daños severos durante el conflicto.
Las mezcladoras planetarias cumplen un papel clave con significado técnico y estratégico. Estas máquinas combinan, en un único proceso, materiales densos que requieren una dispersión muy uniforme. De no conseguir una mezcla con ciertos niveles de calidad, el combustible podría generar resultados adversos y peligrosos.
Aunque por su aspecto parezcan un mecanismo tosco, con cierto parecido a una mezcla entre hormigonera y batidora de cocina, es un sistema más complejo. La mezcladora planetaria debe su nombre al paralelismo de su funcionamiento con el movimiento astronómico. Opera como un planeta que gira sobre sí mismo mientras orbita alrededor de su estrella; el batidor describe un doble movimiento que garantiza que cada rincón del contenedor sea recorrido.
Ese movimiento mecánico evita los temidos puntos muertos, donde la mezcla podría quedar apelmazada o acumular restos de componentes químicos sin integrar en el resultado final. Un motor eléctrico acciona engranajes y correas para dotar de vida al batidor, que puede adoptar diversas formas. Este mecanismo, al igual que es un aliado indispensable de panaderos y cocineros domésticos, también se utiliza en la mezcla de cementos y hormigones.
Entender la importancia de las mezcladoras exige situarlas en el mapa operativo: el propelente sólido proporciona a un misil la ventaja de poder estar listo para lanzar con rapidez, sin la necesidad de una fase extensa de abastecimiento en el emplazamiento. Esto es: los misiles están siempre «con el depósito lleno» y listos para ser lanzados de forma inmediata. Durante el conflicto, Irán efectuó cientos de lanzamientos que, por su número, desembocaron en un desgaste acelerado de su arsenal.
Teherán no dispone de todas las mezcladoras que necesita para fabricar el combustible sólido que impulsa sus misiles y cohetes. Afecta tanto a los que pueda remitir a sus enemigos como a los que puedan enfrentarse a incursiones desde fuera de su territorio con idea de derribar amenazas entrantes. Por eso estas máquinas resultan determinantes en la producción industrial de la cadena logística de su armamento, tanto atacante como defensivo.
Trabajo de inteligencia previo
Esta necesidad explica que los ataques israelíes parecieran orientados a eliminar los edificios que albergan las mezcladoras. Muchos de sus movimientos trataban de destruir naves auxiliares, lo que revela la identificación del objetivo con la capacidad de producir combustible listo para instalar en misiles con capacidad para ser lanzados con urgencia. Esa rapidez reduce la ventana en la que un lanzador puede ser detectado y neutralizado, y, por tanto, altera el cálculo táctico de quien defiende o ataca.
Frente a la carencia de mezcladoras, Irán dispone de varias rutas para intentar sortear el obstáculo. Diversos análisis apuntan a China como origen de equipos y precursores vinculados al propelente sólido, una relación que ya provocó sanciones estadounidenses contra empresas chinas por suministros relacionados con este tipo de productos. El valor táctico de las mezcladoras explica por qué han sido objetivos preferentes de operaciones tanto encubiertas como de ataques aéreos.
Además, la destrucción selectiva de unos pocos equipos de mezcla puede producir un efecto multiplicador: sin mezcladoras, las instalaciones permanecen inactivas, con obreros y mecanismos de producción incapaces de reproducir el ritmo de fabricación anterior a los bombardeos. Esa situación permite a un adversario ganar tiempo y obligar a inversiones logísticas, de recursos y de inteligencia adicionales para recomponer el suministro.
Vistas con anterioridad en Siria
Existen precedentes en la región: en 2024 se mostró una mezcladora en una instalación subterránea cerca de Masyaf, en Siria, que guardaba similitud con aparatos ofrecidos por proveedores comerciales. Todo ello sugiere que la red de suministro de equipos pesados y productos químicos no es de producción local. Se sospecha de la conexión de Teherán con estos proveedores internacionales que basan su negocio en canales de tránsito regionales y que, a su vez, complican la labor de contención.
Antes de la guerra, diversos analistas estimaban una capacidad de fabricación de más de 200 misiles con propelente sólido al mes. El dato explica por qué las fuerzas israelíes dieron prioridad a los objetivos industriales capaces de restablecer esa producción masiva. Si Teherán consigue reponer las mezcladoras, sus líneas de montaje podrían recuperar la capacidad operativa que vuelve a colocar en tensión a toda la región, una zona que parece en calma, al menos en las relaciones Irán-Israel.
La hipótesis de que China o intermediarios regionales faciliten la reposición plantea retos en las operaciones de control de exportaciones. Pekín ha declarado su compromiso con la estabilidad regional y su apoyo a la soberanía iraní, pero el comercio de equipos industriales y precursores químicos de este tipo presenta zonas grises. Su control requeriría la cooperación internacional y un incremento en la vigilancia.
Vigilancia internacional
Para Occidente, la respuesta requiere una combinación de medidas: presión diplomática, vigilancia constante sobre puertos y rutas terrestres, y medidas específicas contra redes comerciales que actúen como intermediarias. En paralelo, la experiencia reciente muestra que las operaciones militares de precisión, cuando se dirigen a elementos industriales sensibles, pueden retrasar programas adversos sin necesidad de atacar por completo la estructura industrial.
A veces, la guerra adquiere formas extrañas; una es la de bombardear batidoras industriales, parecidas a las que tienen los panaderos.