The Objective
Tecnología

Así funciona Palantir, el arma más hermética del Pentágono que ayuda a empresas españolas

Su grado de eficiencia solo es comparable al misterio que la rodea, que bordea lo siniestro

Así funciona Palantir, el arma más hermética del Pentágono que ayuda a empresas españolas

Sede de Palantir Technologies en Tokio, Japón. | Taidgh Barron (Zuma Press)

Es el arma definitiva. Silenciosa, trabaja en las sombras de las sombras, escudriña el rastro digital, nunca se cansa, trabaja las 24 horas del día y no se queja. Sirve para dar con Bin Laden, seguir la pista de narcotraficantes o analizar blancos para ser bombardeados al otro lado del planeta. También para optimizar cadenas de montaje de coches o aseguradoras, y es una de las estrellas de la Bolsa de Nueva York: se llama Palantir.

Está demostrado de manera histórica que unas sociedades se imponen a otras por su tecnología. No es el único elemento que impulsa sus periodos de dominio, pero es uno de los más importantes, si no el que más. Cuando los españoles llegamos a América, llevamos la rueda, el arma de fuego o el caballo; una de las herramientas tecnológicas que volvían locos a los nativos eran las tijeras, un mecanismo que jamás habían visto.

En el siglo XXI, los estadounidenses tienen una herramienta de la que, al parecer, no dispone nadie más: el conocimiento que arroja la minería de datos. Palantir Technologies ha logrado, en apenas dos décadas, ocupar un lugar crucial en la intersección entre el poder estatal, la tecnología y el análisis de datos a gran escala. Y aunque se trata de una compañía que vive de su gobierno, y en especial de los militares, se vende al mejor postor, y entre su clientela hay muchas empresas con actividad comercial, algunas españolas.

Una es el grupo EYSA, una empresa española de gestión de movilidad. Otra es el SDG Group España, que aporta soluciones de inteligencia artificial en análisis de datos. La más conocida es la aseguradora Mutua Madrileña. Trabajan juntos desde 2023, pero poco se ha sabido de hasta dónde llega esta línea de trabajo.

A pesar del creciente protagonismo de Palantir, su naturaleza sigue siendo esquiva incluso para antiguos empleados. Este secretismo generalizado no es accidental. La compañía ha cultivado una imagen críptica, con una narrativa de empresa de grado militar cuyo software puede resolver problemas complejos con una eficiencia inaudita. Esa ambigüedad ha alimentado tanto su atractivo en ciertos círculos como la desconfianza en otros.

Fundada en 2003 con inversión temprana del brazo de capital riesgo de la CIA, In-Q-Tel, y bajo el liderazgo de Peter Thiel, su misión inicial fue dar ventaja a las agencias de inteligencia de Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo. Desde entonces, su influencia se ha expandido a sectores tan diversos como la sanidad, la energía, la banca, o la fabricación aeroespacial.

Palantir no compra ni vende datos ni –dice– los almacena en una base centralizada gigantesca. Lo que vende es software que permite a gobiernos y empresas hacer uso efectivo de los datos que ya poseen, conectarlos, organizarlos y convertirlos en decisiones concretas. Lo que comercializa es una especie de app para las instituciones modernas.

Palantir se apoya en cuatro plataformas principales. Gotham, para fuerzas armadas y agencias gubernamentales; Foundry, para el sector privado; Apollo, que asegura la operación y actualización del resto de las plataformas; y AIP, su gran paso hacia la integración de la inteligencia artificial en decisiones del mundo real. Todas comparten un principio rector: instalarse sobre infraestructuras de datos ya existentes, sin necesidad de reconstruirlas desde cero.

Esta capacidad de actuar como una capa de software sobre entornos caóticos con toneladas de discos duros repletos de datos resulta atractiva para organismos públicos con arquitecturas informáticas anticuadas. En lugar de forzar costosas migraciones de sistemas, Palantir ofrece una solución que se adapta a lo que hay y lo hace operativo. Esto le ha dado una ventaja competitiva frente a otras firmas de tecnología más especializadas pero menos flexibles.

Una máquina adherida a un técnico

Sin embargo, lo más singular no es técnico sino organizativo. Palantir no entrega su software y desaparece. Despliega equipos completos dentro de las instituciones cliente, envía a su gente y la incrusta en las sedes de su clientela. Estos ingenieros «en el frente» trabajan como consultores instalados que personalizan, ajustan y, sobre todo, garantizan que los datos fluyan con eficacia. El objetivo es claro: integrarse tanto en la operativa diaria que su sustitución por otra entidad se vuelva impensable. Esta política de adicción a sus mecanismos ha sido reconocida en múltiples ocasiones como parte de su estrategia comercial.

Los casos de uso más citados dan una medida del potencial de esta tecnología. En Afganistán, Gotham permitió a mandos militares intercambiar datos de inteligencia en tiempo real para identificar redes de insurgentes responsables de colocar artefactos explosivos. Los analistas podían combinar grabaciones de drones, testimonios de informantes y registros de ataques anteriores en una única pantalla. Según militares estadounidenses, su adopción salvó vidas y aceleró decisiones tácticas sobre el terreno.

En un ámbito civil, durante la pandemia de covid-19, el Servicio Nacional de Salud del Reino Unido recurrió a Palantir para coordinar la distribución de vacunas, controlar la disponibilidad de camas hospitalarias y gestionar equipos de protección. El sistema permitió monitorizar en tiempo real los recursos sanitarios de todo el país y tomar decisiones logísticas basadas en datos actualizados al instante.

Otro caso emblemático es el de Airbus. En 2015, el fabricante europeo de aeronaves integró Foundry para reorganizar sus cadenas de suministro y mejorar su eficiencia. El resultado fue una mejora del 33% en la producción del modelo A350 y la creación de una plataforma derivada, Skywise, que hoy utilizan más de 100 aerolíneas. Un estudio independiente estima que esta solución genera oportunidades de ingresos superiores a los 750 millones de euros anuales y ahorros de más de 1.500.

Implicaciones éticas profundas

El corazón de la propuesta de Palantir reside en su capacidad para convertir datos brutos en decisiones, pero esa promesa encierra riesgos. El software no es neutral, y las personas que lo usan eligen qué datos conectar, qué preguntas formular y qué conclusiones extraer. En manos responsables, esta tecnología puede optimizar operaciones humanitarias o sanitarias. En contextos autoritarios, puede facilitar abusos de poder, persecución de disidentes o discriminación sistemática; esto aterra a muchos observadores y defensores de los derechos civiles.

Varios antiguos empleados han expresado preocupación por esta dualidad. Uno de ellos, Juan Sebastián Pinto, ha advertido que un sistema como Gotham permite construir narrativas públicas desde los datos. Es posible usarlo para apoyar políticas de deportación masiva, justificar intervenciones armadas o dirigir campañas de vigilancia selectiva. La herramienta, dice, actúa como un amplificador de los sesgos y objetivos de quien la opera.

Esa preocupación se agrava por la estética bélica de la propia empresa. Su lenguaje corporativo está plagado de términos como «ingenieros desplegados en el frente» y palabras derivadas de la jerga militar de la OTAN. Esta simbología contribuye a reforzar una identidad corporativa que se sitúa más cerca del complejo militar-industrial que de una simple empresa de software.

Dinero, mucho dinero

Desde su salida a bolsa en 2020, Palantir ha mostrado una capacidad de expansión notable. En cinco años, su base de clientes pasó de 139 a 711. En el segundo trimestre de 2025 registró ingresos de 883,9 millones de dólares, un crecimiento interanual del 48%, y un margen operativo ajustado del 46%. El impulso provino tanto del sector público como del privado en Estados Unidos, con crecimientos del 53% y del 93% respectivamente.

Ese crecimiento no es casual. Palantir apuesta por una estrategia de integración profunda: cuanto más se incrusta en las operaciones diarias de sus clientes, más difícil resulta prescindir de ella. El promedio de años cubiertos por sus contratos ha pasado de 2,8 en 2022 a 3,6 en 2024. Además, sus veinte principales clientes duplicaron su gasto medio en ese período, y pasaron de 33 a 64 millones de dólares anuales. Si vendiesen droga, sus clientes morirían por sobredosis al duplicar la cantidad de producto administrado.

Sin embargo, la valoración bursátil plantea preguntas. La empresa cotiza con un PER superior a 600. Esto implica que, al ritmo actual de beneficios, un inversor tardaría seis siglos en recuperar su inversión. Aunque este indicador se interpreta con flexibilidad en empresas de crecimiento acelerado, subraya las expectativas desorbitadas que el mercado ha depositado en Palantir.

¿Burbuja o piedra angular tecnológica?

En 2024, Palantir gastó 692 millones de dólares en compensaciones en acciones, el 24% de sus ingresos. Esta práctica, muy por encima del estándar de la industria (2–3%), puede diluir el valor de cada título y ha generado tensiones entre los inversores. Aun así, la acción ha subido más de un 500% en el último año, impulsada por la promesa de que Palantir se convertirá en el software indispensable del siglo XXI.

El modelo operativo y tecnológico de Palantir plantea una pregunta fundamental: ¿hasta qué punto resulta saludable que una empresa privada se convierta en pieza crítica de infraestructuras gubernamentales y corporativas? En teoría, el objetivo sería aumentar la eficacia institucional. En la práctica, implica una cesión de control operativo y estratégico hacia una entidad que no responde ante el electorado ni ante organismos reguladores, sino ante sus accionistas.

Lo que está en juego no es solo una valoración bursátil, sino la arquitectura misma del poder en la era de los datos. Palantir, como actor central de esta transformación, representa tanto el potencial como el peligro de un futuro en que las decisiones más importantes del planeta –militares, sanitarias, logísticas– dependan de un software que muy pocos entienden por completo.

Preguntas en el aire

Palantir no es una empresa de datos. Es una empresa de control. No genera información, pero decide cómo se conecta, quién la ve y cómo se convierte en acción. Sus herramientas resultan poderosas, eficientes y útiles. También son opacas, altamente técnicas y con consecuencias imprevisibles.

Su crecimiento reciente no responde a una moda especulativa, sino a una necesidad real de las organizaciones por gestionar datos complejos en entornos inciertos. Sin embargo, su consolidación como socio estratégico de gobiernos y empresas plantea desafíos urgentes en términos de transparencia, gobernanza y supervisión democrática.

El mercado bursátil la celebra, sus clientes dependen de ella, y la sociedad aún no ha decidido si puede –o debe– confiar en una empresa que ha hecho del misterio su mayor ventaja competitiva. Hay quien dice que se puede acabar convirtiendo en la empresa más grande del mundo. Puede ser. Pero habría que dejar bien claro quién controla al controlador.

Publicidad