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La Armada proyecta su futuro con algo que nunca ha tenido: 'hovercrafts' y minisubmarinos

La idea propuesta en la ‘Revista General de la Marina’ revolucionaría las posibilidades actuales

La Armada proyecta su futuro con algo que nunca ha tenido: ‘hovercrafts’ y minisubmarinos

Un 'hovercraft' LCAC de la Armada estadounidense. | US Navy

La Armada Española, la más antigua del mundo, se ha vuelto muy ambiciosa. En fechas recientes y a través del número de agosto-septiembre de la Revista General de la Marina, ha expuesto su deseo de darle un cambio radical a su fuerza de desembarco. Uno de los detalles más llamativos ha sido la inclusión de dos naves de las que nunca ha disfrutado: aerodeslizadores tipo hovercraft y minisubmarinos para los miembros de los equipos de operaciones especiales.

El brazo naval del Ministerio de Defensa está desarrollando una transformación estratégica de su capacidad de desembarco. En sus previsiones y deseos, apunta a disponer de medios capaces de proyectar desde el mar más de 4.500 infantes de marina con todo su equipo. Habrá quien piense que se trata de una carta a los Reyes Magos, un sueño más que una posibilidad real. Pero la planificación está sobre la mesa, y el cambio del escenario geopolítico invita a pensar que la propuesta se va a tomar muy en serio por los que deciden.

En ella entran buques de desembarco, portaaviones con catapultas de lanzamiento, aeronaves acordes, helicópteros de apoyo en tierra o drones. Pero las dos piezas más llamativas, por lo poco habituales, son soluciones que disponen otras armadas, aunque contadas con los dedos de las manos y de las que la Armada jamás ha dispuesto.

En el primer caso, se trata de la necesidad de siete conectores buque-costa. Los navíos de transporte son voluminosos, lentos y difíciles de ocultar. Necesitan naves más pequeñas, ligeras y rápidas para pasar del mar abierto a los destinos de desembarco, con destino a playas. Para ello, se busca dotar a las unidades anfibias españolas de una capacidad intermedia de tránsito ágil. El modelo más citado como referencia es el Ship-to-Shore Connector (SSC), ya en servicio con los Marines de Estados Unidos, donde ha comenzado a reemplazar al veterano LCAC: son aerodeslizadores, también conocidos como hovercraft.

Este tipo de plataforma emplea turbinas Rolls-Royce MT7 como propulsión principal, capaces de generar una velocidad superior a los 35 nudos incluso con mar en Estado 3, que se traduce como marejada y olas de hasta 1,25 metros. Su casco de aluminio reduce la corrosión y simplifica el mantenimiento, mientras que su estructura flotante basada en un colchón de aire le permite operar sobre playas con obstáculos, marismas, hielo o zonas pantanosas. Se estima que con esta tecnología se puede acceder a más del 70 % de las líneas costeras del mundo sin necesidad de puertos ni playas preparadas.

Cada unidad —de las conocidas y en uso por las Fuerzas Armadas norteamericanas— mide cerca de 28 metros de eslora y 15 de manga, puede transportar 74 toneladas de carga útil, y dispone de una cubierta apta para blindados, artillería autopropulsada o pelotones completos. El vehículo se maneja con una tripulación reducida y permite embarcar hasta 145 efectivos en configuraciones adaptadas. Su capacidad de operar desde los diques inundables de los LHD y LXX —incluso sin inundación—, y de efectuar inserciones más allá del horizonte visual, representa un salto operativo notable para reducir el riesgo frente a defensas de costa.

El programa del Pentágono contempla construir más de setenta de este tipo de nave en las próximas dos décadas, y su renovación del programa en fechas recientes por parte de la Armada estadounidense demuestra su madurez tecnológica. Corea del Sur, Japón o Rusia han apostado también por hovercraft adaptados a sus necesidades regionales. En el caso ruso, el aerodeslizador Zubr destaca como el mayor del mundo, y es capaz de proyectar tanques pesados o compañías completas. Japón y Corea emplean variantes más compactas, optimizadas para operaciones en archipiélagos.

Para España, estos vehículos serán fundamentales para garantizar una proyección ágil desde los nuevos buques anfibios, con la idea de preservar a estos últimos fuera del alcance de misiles costeros. Su elevada velocidad y versatilidad podrán reducir el tiempo de exposición en zonas de fuego activo, lo que facilitaría ciclos rápidos y una superior flexibilidad táctica. Sin embargo, su adquisición también exigirá nuevos esquemas de mantenimiento, repostaje y formación de tripulaciones, además de garantizar la interoperabilidad con las futuras plataformas de la Armada.

La otra sorpresa ha sido la inclusión de minisubmarinos TDV, o Vehículo de Despliegue Táctico, traducido del inglés bajo estas siglas. Son los utilizados por los equipos de operaciones especiales Seal de la Armada en misiones anfibias, y permiten llegar con ellos con sigilo a lugares complicados.

Silencio bajo las olas

Su misión no es otra que llevar a cabo este tipo de operaciones, donde es necesaria la inserción furtiva en entornos fuertemente defendidos. La referencia son los llamados Carrier Seal de la empresa británica JFD. Estos vehículos combinan velocidad en superficie y discreción bajo el agua, con capacidad para transportar hasta ocho operativos –dos tripulantes y seis buceadores– a lo largo de varias decenas de millas náuticas.

El Carrier Seal mide algo más de diez metros de eslora, presenta una estructura de baja altura para reducir su firma radar, y puede navegar en tres modos. En superficie puede hacerlo con una propulsión basada en un motor diésel de 345 caballos acoplado a un propulsor de chorro de agua; en modo semi-sumergido, ideal para navegación sigilosa a corta distancia; y sumergido por completo, impulsado por motores eléctricos alimentados por dos paquetes de baterías de 20 kilovatios hora cada uno.

Su velocidad puede alcanzar los treinta nudos en superficie y algo más de cinco en inmersión, lo que le permite cubrir hasta 150 millas en tránsito por mar y unas treinta sumergido. Existe la posibilidad de extender ese alcance si se instalan módulos auxiliares de combustible o baterías.

Mucha tecnología embarcada

Su mástil táctico incluye sensores térmicos, cámaras en color, navegación GPS y sistemas de navegación inercial combinados con sonar de evasión. Dispone además de espacio para llevar equipamiento especializado como explosivos, armas ligeras, sensores o equipos de comunicaciones, adaptándose a misiones de inteligencia, sabotaje, infiltración o reconocimiento avanzado.

Aunque el modelo Carrier Seal es uno de los referentes para la Armada Española, existen versiones más ligeras como el Shadow Seal o más pesadas como el Dry Combat Submersible de los Navy SEALs estadounidenses. Singapur, por su parte, ha adoptado el CCU, una variante semisumergible inspirada directamente en los diseños occidentales, empleada por su Unidad de Submarinistas Navales para misiones costeras. Otros usuarios satisfechos con su utilización son las fuerzas suecas.

En el caso español, en principio se descarta su uso embarcado a lomos de los submarinos S-80 o mediante compartimentos secos. Se priorizaría su despliegue desde buques nodriza, transporte aéreo en A400M o incluso lanzamiento aerotransportado. Esto permite mayor agilidad y menos dependencia logística. Su incorporación potenciará las capacidades de la Fuerza de Guerra Naval Especial, multiplicando las opciones para infiltrarse desde el mar sin ser detectados. Este nuevo vector de proyección abrirá posibilidades doctrinales inéditas en el entorno español, al combinar alta movilidad, baja firma y autonomía extendida.

Nuevos barcos, nuevas posibilidades

La adición de capacidades como los hovercraft y los minisubmarinos TDV a la estructura anfibia de la Armada refuerza su proyección de fuerza y la adapta a un entorno con requerimientos sin cubrir a día de hoy. Los primeros permitirán la proyección de tropas con rapidez y menor exposición; los segundos asegurarán que la élite de operaciones especiales pueda alcanzar el corazón de la costa enemiga sin ser detectada.

Nuevos tiempos requieren de nuevas doctrinas, y con ello, de nuevas herramientas. Estas serían nuevas del todo, así que tocará aprender.

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