Temor en Washington ante el posible trasvase de tecnología a China desde países aliados
Los servicios secretos estadounidenses sospechan de una compañía muy concreta

Un caza militar J-20 en una imagen de archivo.
Les entraron escalofríos. Los servicios de información estadounidenses pasaron el informe a la Casa Blanca, y los responsables de defensa se removieron en sus asientos. En él se exponía que los misiles que usaron los pakistaníes contra los hindúes en mayo no eran de construcción propia. Pero una parte sensible de su tecnología era occidental, no debería estar allí, y se cree que un país aliado se la pasó.
Pakistaníes e hindúes se enzarzan a cada poco, y el pasado mes de mayo protagonizaron una serie de escaramuzas que rayaron el nivel de conflicto armado en firme; por fortuna, el encontronazo duró apenas tres días. Uno de los resultados fue el derribo de varios aviones hindúes, entre ellos los Rafale de origen francés, con cifras nunca confirmadas por sus propietarios. Uno de los protagonistas de la contienda fue el misil PL-15E, un artefacto que no construye ninguna de las dos partes implicadas.
Según informa el Financial Times, a sus diseñadores no les hizo falta recoger los restos de un proyectil no estallado del suelo para adueñarse de sus más secretos mecanismos. La sospecha, tras los análisis de imágenes de satélite, el rastro de su lanzamiento y resultados, y diversas informaciones de sus servicios secretos, apunta a que un aliado se las pasó a su fabricante: China.
El dedo acusador apunta a los Emiratos Árabes Unidos, considerado un amigo de Estados Unidos durante décadas, y que están a pique de ser considerados non gratos. Porque lo grave del asunto no es que hayan copiado soluciones de un potencial enemigo con sus muy posibles filtraciones, sino que, con ellas en su arsenal, sabrán cómo contrarrestar su efecto de forma mucho más eficiente.
Esta es una de las razones por las que Estados Unidos congeló la venta de cazas F-35 a Turquía. Sabedores de las buenas relaciones de Ankara con Rusia, poseen el sistema de misiles S-400 Triumf, con el que pueden plantar cara a todo aquel que vuele por sus cielos circundantes. Con los F-35 estacionados a metros de un S-400, sería un juego de niños detectar las debilidades y capacidades de los sistemas de la aeronave, muy extendida en diversos ejércitos, costosa y extremadamente cara de desarrollar. Con una jugada así, muchas de sus ventajas tácticas volarían por los aires, pero en el peor de los sentidos.
Los Eurofighters, Gripen y F-35 de los ejércitos europeos se guardan mucho de activar sus sistemas de defensa y mecanismos radiantes cuando se acercan a un aparato ruso. Esas «excursiones» que realizan las aeronaves de Moscú por el entorno de países de la OTAN no son solo provocaciones, sino también una forma de hacer disparar los sistemas de detección. De esta manera, los sensores rusos identifican sus señales, frecuencias y potencia para tomarles la medida.

Una situación paralela a esta es a la que hace referencia el diario británico: es bastante probable que los chinos hayan recibido sensibles secretos militares de manos de sus nuevos «mejores amigos». Esto ha causado mucho pesar en los estrategas, porque el traspaso de software crítico desde Emiratos Árabes Unidos a China podría alterar el equilibrio estratégico en Asia meridional.
Según informes de la inteligencia estadounidense, la empresa emiratí G42 habría transferido software de uso dual civil/militar a Huawei, el gigante chino de las telecomunicaciones. Esta tecnología habría sido crucial para extender el alcance y la precisión de los citados proyectiles, hasta superar las capacidades de sus equivalentes estadounidenses. Aunque G42 niega de forma categórica estas acusaciones, calificándolas de falsas y difamatorias, el hecho ha desatado una tormenta diplomática.
La clave reside en un software optimizador de vuelo, capaz de depurar la trayectoria de estos misiles y hacerles resistir con mayor eficacia las contramedidas electrónicas. Esta posibilidad concuerda con que los Emiratos dispongan de un nivel de acceso privilegiado a tecnologías occidentales, especialmente sensibles debido a la posibilidad de ser aplicadas en soluciones tanto civiles como militares.
Operación Sindoor
Las consecuencias visibles se hicieron evidentes durante la llamada Operación Sindoor. Pakistán afirmó haber utilizado el misil aire-aire PL-15 —adquirido de China— para derribar un caza indio. India, por su parte, recuperó un ejemplar intacto del proyectil, lo cual permitió a su agencia DRDO estudiar su estructura y aplicar algunas de sus características al desarrollo del misil Astra, de fabricación nacional.
La secuencia seguida es la siguiente: una empresa emiratí comparte tecnología de origen occidental con Huawei y acaba mejorando las prestaciones de un misil chino. Ese misil es vendido a Pakistán, país con el que India mantiene una relación de tensión permanente. Finalmente, el proyectil se usa en combate contra uno de los principales aliados estratégicos de Estados Unidos en Asia, precisamente con tecnología que podría haber tenido origen en el propio bloque occidental.
La administración Biden, al recibir las pruebas en 2022, reaccionó con firmeza. Altos cargos fueron enviados a Abu Dabi para reunirse con el asesor de seguridad nacional emiratí, el jeque Tahnoon bin Zayed al-Nahyan, responsable último de la compañía G42. El mensaje fue claro y contundente: los Emiratos debían elegir entre su tradicional cooperación con Estados Unidos o su creciente acercamiento a China en materia tecnológica.
Fuerte protesta norteamericana
El tono no fue menor y las amenazas de detener toda colaboración en lo sucesivo quedaron sobre la mesa. El problema radica en que G42 cuenta con participaciones de compañías norteamericanas como Microsoft o el fondo soberano emiratí Mubadala, lo que añade una complejidad extra a la relación. Aunque Abu Dabi aseguró haber abordado las preocupaciones de Washington, muchos funcionarios dudan de su completa transparencia.
Uno de los aspectos más oscuros del caso reside en la naturaleza exacta de la tecnología traspasada. Aunque no hay pruebas definitivas, se cree que podría estar relacionada con la experiencia derivada del sistema francés MICA o del británico ASRAAM, ambos misiles en servicio por fuerzas emiratíes. La industria militar china pasó la última década desarrollando misiles aire-aire que superasen a sus competidores occidentales, y el PL-15, con sus mejoras en alcance y guiado, es una muestra de ese esfuerzo.
Si parte de esas mejoras proviniera de tecnologías occidentales recibidas indirectamente, el asunto adquiriría una dimensión escandalosa por una sencilla razón: gracias a ellas, las mejoras técnicas en alcance y precisión podrían alcanzar un incremento del 30%. Eso ha permitido que los cazas chinos dispongan de una ventaja operativa frente a aeronaves estadounidenses. Han mejorado el diseño en el que se inspiraron.
No es extraño que, ante estos indicios, Washington haya intensificado sus presiones para limitar los lazos tecnológicos entre sus socios árabes y Pekín. El problema, sin embargo, no parece estar resuelto, ya que EAU ha profundizado sus relaciones con China en 2024 tras firmar acuerdos relacionados con avances en inteligencia artificial, tecnología relacionada con los satélites y el desarrollo de ciudades inteligentes.
Confianza erosionada
Este asunto erosiona la confianza entre aliados, ya que un socio clave como los Emiratos Árabes Unidos se muestra ambiguo en sus compromisos. Por otra parte, permite que un actor como China adquiera superioridad táctica en una especialidad crítica de armamento moderno mediante canales opacos y tecnología de doble uso.
Si se confirma que Emiratos ha servido de puente entre la tecnología occidental y el poderío militar chino, las consecuencias serán duraderas. Conducirá a la pérdida de confianza en las firmas de la zona, al enfriamiento de las relaciones con Washington y al endurecimiento de los controles sobre exportaciones sensibles.
Surge otra pregunta: ¿cuántos más casos puede haber como el del misil PL-15? Su disparo ya ha derribado aviones, pero la onda expansiva diplomática apenas ha comenzado y puede alcanzar a países lejanos a donde se le vio por primera vez.
