Nikon y su póquer de ases: estos son los mejores objetivos en montura Z
Cuatro propuestas de la marca nipona concentran todo su talento óptico, aunque con importantes diferencias

Foto realizada con Nikkor Z 35mm 1.2. | Fede Durán
Nikon fue la última de las tres grandes marcas niponas de fotografía en sumarse a la fiesta de las cámaras sin espejo. Primero golpeó Sony, que todavía recoge los frutos de aquella anticipación, después se subió al carro Canon, la única compañía que fabrica algunos de sus sensores sin recurrir a proveedores, y solo en tercer lugar accedió a la competición Nikon, que hoy dispone al fin de un catálogo sólido de propuestas.
Si (sobre todo) Sony y (en menor medida) Canon apostaron por contener el tamaño del material con objetivos más livianos, los ingenieros ópticos de Nikon optaron por el camino inverso: las cuatro mejores propuestas de su montura Z se mueven en una horquilla de peso que oscila entre los 995 y los 1.160 gramos. La narrativa oficial indica que, acorde con las leyes de la física, cuanto mayor sea el cristal utilizado para fabricar las lentes, superior será también su rendimiento, aunque Leica rompa esa premisa con algunas de sus joyas en montura M y con toda su serie de objetivos apocromáticos en montura L.
Una encuesta lanzada en internet atestiguaría que el top 4 de la familia Z, la flor y nata de Nikon, la integran cuatro ópticas fijas: 35 milímetros 1.2, 50 milímetros 1.2, 85 milímetros 1.2 y 135 milímetros 1.8. Con este cuarteto en la mochila, un fotógrafo de retratos e incluso uno de bodas puede ir al fin del mundo. THE OBJECTIVE los ha probado todos y los ordena a continuación de mejor a peor.
- Nikkor Z 85mm 1.2 (4.289 euros en la web oficial)
La confluencia de la magia más absoluta y todas las bondades de un objetivo moderno sin aberraciones cromáticas, viñeteo excesivo o falta de nitidez a diafragma abierto. Este 85 milímetros para por sí solo facturas, genera un look por encima de leyendas de hace 30 o 40 años y es capaz de codearse con el formato medio digital. Comparte con el resto de objetivos la ciencia de color de Nikon, situada por algunos expertos sólo por detrás de la de Hasselblad, aunque arrastra un problema además del precio: no solo es pesado (1.160 gramos), sino que es extremadamente voluminoso y ni siquiera cabe en una bandolera de tamaño medio.
- Nikkor Z 50mm 1.2 (3.439 euros)
Más largo y menos fofo que su antecesor, algo más ligero y capaz de capturar imágenes casi tan potentes. Ese casi es relevante, como lo es la distancia focal: a igualdad de apertura, un 85 milímetros siempre desenfocará más el fondo, mientras que un 50, mucho más próximo a la visión del ojo humano, permitirá aportar más contexto a la foto. La gran pega en este caso es la velocidad y precisión del autoenfoque. Nikon ha mejorado en este ámbito, pero se nota que el 50 mm 1.2 fue su primer lanzamiento serio de la era mirrorless y no es descartable que se anuncie una segunda versión mejorada en los próximos años.
- Nikkor Z 135mm 1.8 Plena (3.499 euros)
Pocos objetivos han concitado tanta unanimidad entre los analistas: el Plena tiene algo diferente, es la pieza más pequeña del cuarteto y permite aislar al sujeto como ningún otro gracias a una distancia focal cuya bendición también es su condena. No es sencillo trabajar con un teleobjetivo en espacios reducidos, ni cualquier género es apto para su uso (hay que ser un maestro de la fotografía callejera para sacarle partido, por ejemplo). El otro nubarrón está en la competencia: los chinos de Viltrox comercializan una alternativa mucho más barata y bien tratada por la crítica y Sigma acaba de estrenar (aunque solo en las monturas de Sony y Leica SL) el primer 135 milímetros 1.4 con autoenfoque del mercado, celebrado por muchos como un Maracanazo frente al resto de fabricantes prémium.
- Nikkor Z 35mm 1.2 (3.349 euros)
¿Ha contraído Nikon con su lanzamiento más reciente el mismo virus que afecta a marcas como Sony, Canon, Sigma o Fujifilm? Ese virus se llama nitidez excesiva y desluce los logros técnicos con imágenes que terminan resultando demasiado artificiales. Es cierto: la luz siempre influye, y la composición, y la posproducción, pero un cirujano siempre será un cirujano, incluso si intenta bailar como Nureyev. Siendo físicamente idéntico a su hermano el 50 milímetros, resulta menos embriagador, lo cual no quiere decir, en absoluto, que sea malo. Curiosamente, en paralelo a los pata negra, Nikon dispone también de una incipiente rama de lentes 1.4 (de momento solo un 35 y un 50) cuya filosofía es la contraria a la perfección: aroma vintage, debilidades obvias y un precio mucho más asequible.
