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Donde mejor funcionan los sistemas antiaéreos ucranianos no es en el aire sino en tierra

Las mayores pérdidas de aeronaves están ocurriendo donde menos deberían

Donde mejor funcionan los sistemas antiaéreos ucranianos no es en el aire sino en tierra

Ataque ucraniano al avión cazasubmarinos ruso.

Los están reventando. En sentido literal. A las fuerzas aéreas rusas las están esquilmando como nunca antes, pero no en los cielos, su lugar natural, sino a ras del suelo. Los ucranianos enloquecen a los contables militares de Moscú, que no dan abasto para contabilizar las bajas aéreas en su propio suelo.

En junio de 2023, y en una audaz misión de sus servicios secretos, Kiev remitió, con la ayuda de tráileres civiles, una pléyade de drones que dejó esquilmado el inventario de bombarderos rusos. Pero en fechas más recientes tuvo lugar otra acción similar en un aeródromo que acabó teniendo consecuencias graves para un submarino de Moscú. Puede que atacar un aeródromo para dañar un submarino expuesto en una misma frase carezca de sentido, pero sí que lo tiene.

El 15 de diciembre, un dron submarino ucraniano Sub Sea Baby logró alcanzar a un submarino de la clase Kilo (proyecto 636.3), atracado en el puerto de Novorossiysk, en la costa rusa del mar Negro. El daño infligido fue crítico y lo dejó fuera de servicio operativo, de acuerdo con fuentes de los servicios secretos de Volodímir Zelenski. Pero había una jugada clave para que el dron penetrara las defensas del puerto y detonara su carga cerca de su víctima. Era necesario dejar fuera de combate a un avión: el Il-38N «Novella». Y no se trata de una aeronave cualquiera.

El Il-38N es la versión modernizada de una aeronave de patrulla marítima derivada del antiguo avión de pasajeros Il-18. Su versión «Novella» integra un sistema de sensores desarrollado para ampliar las capacidades antisubmarinas y de inteligencia electrónica. Se estima que la Armada rusa posee ocho unidades de este modelo, dos de ellas asignadas al centro de adiestramiento de aviación naval en Yeysk. El aparato que tuvo que ser destruido con anterioridad al ataque submarino sería uno de esos dos.

Para garantizar el éxito de la misión contra el submarino, Ucrania necesitaba eliminar antes la amenaza aérea más directa sobre sus recursos en el mar Negro: el único avión ruso capaz de detectar un vehículo submarino no tripulado en tránsito hacia el objetivo. Fue una operación dentro de otra operación.

La munición empleada por el dron tampoco era usual. Se trataba de una ojiva equipada con cerca de 2.000 fragmentos dirigidos verticalmente hacia abajo. Según la información proporcionada por el SBU, el artefacto explotó sobre el compartimento de radar y sensores del Il-38N lo que dañó uno de sus motores. No se han difundido imágenes del aparato tras el impacto, pero los vídeos de la explosión sugieren una afección crítica que presupone debería dejarlo fuera de servicio.

Este tipo de carga no solo maximiza el daño sobre estructuras sensibles, sino que evita el riesgo de explosión prematura por contacto directo. La fragmentación dirigida permite neutralizar equipos clave sin necesidad de destruir por completo la estructura del objetivo, una estrategia habitual en ataques quirúrgicos de alta precisión. La elección del arma y su empleo sobre el aeródromo de Yeysk, a más de doscientos kilómetros del frente más cercano, confirma la creciente sofisticación de las capacidades ucranianas para penetrar suelo ruso en profundidad.

La existencia del Il-38N en ese punto concreto tenía un valor táctico muy específico. En las semanas previas, el aparato había interferido en operaciones de drones marítimos ucranianos sobre el mar Negro. El modelo, que en sus versiones más modernas puede detectar y rastrear objetivos submarinos a cierta distancia, representa un muro defensivo para cualquier incursión de este tipo. Su destrucción demuestra que ni siquiera los activos más valiosos de Rusia están a salvo en su retaguardia.

El objetivo inmediato era facilitar la destrucción del submarino ruso en Novorossiysk, pero deja en el aire un mensaje de mayor calado: la retaguardia rusa ha dejado de ser un espacio seguro. Aviones en tierra, buques en puerto y nodos de comunicación se han convertido en objetivos alcanzables, no tanto por el tipo de armamento empleado como por la precisión en su localización y la efectividad de los métodos de ataque.

Ucrania vence de momento

Hasta ahora, el balance favorece a Ucrania. Un avión antisubmarino valorado en unos 24 millones de euros, diseñado para cazar amenazas bajo el agua, fue neutralizado desde el aire. Un submarino valorado en más de 400 millones y armado con misiles Kalibr fue alcanzado dentro de un puerto hasta entonces considerado seguro, y ninguno de estos activos puede ser reemplazado con rapidez.

Pero no queda ahí la cosa. En otra operación protagonizada por las fuerzas ucranianas se volvió a poner en evidencia las fisuras de seguridad de Rusia. Según informó la Dirección de Inteligencia Militar de Ucrania (GUR), un agente logró infiltrarse sin ser detectado en una base aérea cercana a Lípetsk, en la región occidental de Rusia, y destruyó dos cazas de combate modelo Su-30.

El suceso se habría producido durante este mes de diciembre, y las imágenes difundidas por el GUR muestran con nitidez el interior de un hangar en llamas, los números de serie de dos aeronaves y el reflejo de la cabina de uno de los cazas, aún reconocible antes de que el fuego lo consumiera. Las aeronaves, según estimaciones oficiales ucranianas, podrían alcanzar un valor conjunto de hasta cien millones de dólares. La operación, según la versión ofrecida por Kyiv, se preparó durante más de dos semanas e incluyó un seguimiento exhaustivo de las rutas de patrullaje y los relevos de guardia de la instalación.

Misión de película

No han trascendido detalles técnicos sobre el mecanismo de destrucción utilizado, aunque se presume que se trató de un artefacto explosivo colocado directamente sobre las aeronaves, activado con retardo o de forma remota. La sofisticación del ataque no reside únicamente en el resultado, sino en el método: atravesar el perímetro de una instalación aérea activa, alcanzar el interior de un hangar y salir sin alertar a las unidades de seguridad representa una hazaña en el campo del sabotaje táctico.

El Su-30, aeronave bimotor de cuarta generación, es una de las plataformas más avanzadas del arsenal aéreo ruso. Diseñado a partir del Su-27, combina capacidad de combate aire-aire con funciones de ataque a tierra y puede operar tanto como caza como en misiones de escolta. Su pérdida representa un golpe económico y un notable descalabro en la operatividad táctica de las unidades aéreas que dependen de él.

Los rusos no se quedan atrás

Moscú siempre va por detrás en este tipo de acciones. Son más lentos y cachazudos, pero acaban tomando nota y aplican las mismas reglas para responder. Al modo del primer caso, el del ataque con dron a una aeronave posada en el suelo, la última víctima ucraniana de este tipo ha sido un Antonov An-26 posado sobre el asfalto del aeródromo de Mykolaiv.

Ataque ruso a un Antonov An-24 ucraniano.

La operación empleó drones kamikazes guiados por satélite y se realizó a unos 80 kilómetros de la línea del frente, en una zona hasta ahora considerada relativamente segura. La aeronave, inmóvil y sin preparación para el vuelo, fue impactada de forma directa, según las imágenes difundidas por el Ministerio de Defensa ruso.

La sofisticación tecnológica de los vehículos no tripulados rusos, que según diversas fuentes emplean terminales Starlink para sus enlaces de comunicaciones, marca una tendencia que replica tácticas adoptadas previamente por Ucrania. Se trataría de una represalia directa a los ataques ucranianos con drones de largo alcance sobre instalaciones en Crimea, una respuesta.

Ambos bandos se han abonado a la guerra termita: carcomer la infraestructura básica con soluciones baratas, de unos pocos miles de euros, para destruir sistemas de coste multimillonario y difíciles de sustituir. Más que una guerra de desgaste, parece un conflicto diseñado por economistas. A pesar de lo espectacular de todas estas acciones, apenas se han reportado víctimas, heridos o daños personales. Mejor para todos.

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