Científicos europeos y estadounidenses aseguran haber encontrado posibles indicios de vida en Venus, el planeta más cercano a la Tierra (a 41 millones de km), tras detectar ‘fosfina’, un gas fétido que atribuyen a microbios suspendidos en las nubes . El hallazgo, publicado este lunes en Nature Astronomy, es aún preliminar y necesita ser confirmado, pero sus autores aseguran que una de las explicaciones más plausibles es que haya vida en este planeta.
Por qué es importante: es la primera vez que se halla fosfina (o fosfano) en uno de los cuatro planetas telúricos –formados principalmente por silicatos– del Sistema Solar, además de en la Tierra, según ha informado a la AFP Jane S. Greaves, la profesora de astronomía de la Universidad de Cardiff que dirigió el estudio. La fosfina es un derivado fétido y tóxico del fósforo. Su fuente principal son los microbios que viven en entornos donde no hay oxígeno, incluido el fondo de algunos lagos, las aguas fecales y el intestino de animales (también los humanos), aseguran los responsables del hallazgo.
En Venus, la presión es equivalente a la que hay a 1.600 metros bajo el mar. Su composición es rocosa, y su tamaño casi idéntico a la Tierra. Pero su atmósfera está hecha de gases tóxicos que generan un calentamiento global desbocado y sitúan su superficie a más de 400º, una temperatura suficiente para fundir plomo.
Sin embargo, la situación en la que se encuentran las nubes de este planeta es muy distinta. A unos 50 km sobre la superficie, la temperatura es de algo más de 20º y la presión muy similar a la de la Tierra. Uno de los primeros en proponer que podría haber vida en las nubes de Venus fue el científico y divulgador Carl Sagan, que en 1967 publicó un estudio en Nature especulando que podría haber seres macroscópicos del tamaño de pelotas de ping-pong.
Es en la espesa capa de estas nubes hiperácidas que cubren Venus donde el equipo de Jane S. Greaves espera que se pueden encontrar las moléculas. Sin embargo, el estudio insiste en que «la detección de fosfina no supone una prueba robusta de vida, solo constata una química anormal inexplicada». Por ello, los científicos responsables del hallazgo abogan por una observación más precisa de este fenómeno, mediante un telescopio espacial o o una nueva visita por sonda al planeta o su atmósfera.