The Objective

La viñeta sobre... perdiendo aceite

Perdiendo aceite

Desde que ganaron las primarias del PSOE en 2017, el Peugeot viene perdiendo aceite. Le pusieron lubricante al vehículo electoral en Talleres Sauna Adán, un sitio curioso —y aceitoso— donde el suegro del Presi (tiene agarraderas la cosa) practicaba una forma de orgullo particular. Orgullo, sí, pero capitalista y con trampa. El alquiler era nimio y el casero no era otro que Muface, la mutua de los funcionarios. Tiene cojones la cosa. O sea, que en aquel lupanar les embadurnaban las nalgas a los efebos y, con los dinerillos que les extraían de las partes pudendas (en efectivo, Madame Montero, en efectivo), se financiaban las primeras papelas de perico (no de Pedro, yo me entiendo; ustedes no sé, a lo mejor les he perdido entre loncha y loncha). De perico, decía, para los chóferes a turnos: Koldo, Ábalos y Cerdán.

Había muchos kilómetros por recorrer, una península entera que seducir, El Guapo echando la cabezadita en el asiento de atrás y, de verdad, que el pobre no se enteró de nada. Y todo a toda prisa. Vamos, que no era meterse por meterse: era meterse por correr, un tirito y tira millas. Aunque correrse, lo que se dice correrse, ya se habían corrido los clientes del suegro en Adán. Madre mía, vaya lío, pollito; menudas juergas se nos corrieron los mozos de la chupa de cuero y, encima, apenas un año más tarde de robar las primarias, previa sentada con Otegui (uno de los nuestros), acaban todos en la Moncloa y trepando por las butacas de los ministerios y paradores como auténticos Tarzanes. El chimpancé Puente llegó más tarde. De ahí el Ministerio de Transportes, de ahí… Es una road movie sin palangana ni parangón.

Luego ya, pasando el tiempo —y rapidito—, la mancha de aceite se extiende a toda velocidad. Es lo que tiene el aceite: que mancha y que pringa. Embadurnó la península y les manchó los trajes, las corbatas y, desde luego, los calzoncillos. Ya va por El Moro el pegote; atravesó el Estrecho. De Canarias saltó a Venezuela y de ahí a Dominicana; no me pregunten en qué orden, que la cosa va muy deprisa, como todo en Pedro. A todo meter: desde la sauna hasta la Presidencia pasando, eso sí, por el despacho del suegro Begoño.