Kobe Bryant fue una leyenda incuestionable del baloncesto. Sus números, sus victorias y su forma de retirarse de las canchas –se tomó todo un año para hacerlo– así lo atestiguan.
Después de esta retirada casi perfecta, Bryant quiso entrar en el mundo del cine y lo hizo por la puerta grande al lograr de inmediato el respeto del mundillo de Hollywood a su trabajo. Así le llegó, de buenas a primeras, el Oscar, que ganó en el 2018, al Mejor Corto de Animación por Dear Basketball, creado junto al veterano animador Glen Keane y bajo la música de otra gran leyenda del celuloide: John Williams.
Sin grandes efectos, más allá del clasicismo de Keane, Dear Basketball le dio vida a la carta que Bryant escribió tras retirarse como jugador de baloncesto. Cuando subió a recoger la estatuilla, el ya exdeportista quiso agradecerle a la Academia, además de a su mujer, Vanessa, “mi inspiración”, y a sus tres hijas: Natalia, Gianna y Bianca.
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Después, en el tradicional encuentro con la prensa que mantienen todos los premiados de la gala, Kobe Bryant se sinceraba: “Me siento mejor que ganando el campeonato, para ser franco”, aseguraba. “Mucha gente me decía, cuando empecé a escribir: ‘¿Qué vas a hacer cuando te retires?’, y yo decía: ‘Bueno, quiero ser un escritor, quiero contar historias’. Entonces me decían: ‘Eso es tierno, te deprimirás cuando tu carrera se acabe y volverás a jugar’. Estar aquí ahora y tener este tipo de validación es… tío, esto es loco, hombre”.
Un sueño en parte realizado y en parte truncado el pasado domingo, cuando Bryant y su hija Gianna morían en un accidente de helicóptero. Después de recoger su Oscar, Kobe reconocía que su pequeña de 11 años tenía mucho que ver con su nueva aventura cinematográfica: “Bueno, papá, siempre nos dices que persigamos nuestros sueños así que… sé valiente”, le dijo.