Llevar un poema a lengua de signos constituye, en ocasiones, todo un reto incluso para los hablantes nativos. No obstante, otras veces supone una bendición, pues se puede llegar a expresar más allá de las fronteras escritas. Así ocurre cuando se funden dos o más signos que poseen una configuración parecida, dando como resultado un significado nuevo. Ainhoa Ruiz de Angulo encuentra en la poesía su refugio, «donde puedo transmitir todos mis sentimientos más profundos, tanto mi lado oscuro como mi lado claro». En consecuencia, y con una fuerza solo propia de quienes sienten el arte en cada poro de su cuerpo, asegura que esta práctica le convierte en «una persona libre».