Taylor Swift es la artista mejor pagada de la época y se dice de ella que «es la industria musical». Sin embargo, no tiene los derechos de las canciones de sus primeros seis discos, los que le dieron el salto a la fama.
Ahora Taylor ya no es la niña buena que era en 2006, cuando firmó por un sello discográfico independiente –con el que se quedó a pesar de haber alcanzado el estrellato– y que más tarde le dio la espalda. Ahora Taylor tiene claro quién es, lo que vale y lo que quiere: que sus canciones sean eso, suyas.
Ha dedicado la cuarentena a desarrollar una estrategia para conseguirlo. La clave de que su plan triunfe: sus fans, los ‘swifters’.