Con dos novelas publicadas, la última recién salida de imprenta, la prosa de Santiago Isla tiene algo de esa osadía y atrevimiento de la juventud, pero también refleja admiración y respeto por ese género tan madrileño que es el costumbrismo. En su primer libro, Buenas noches (Círculo de tiza, 2020), se dedicó a recorrer Madrid con ojos insomnes para elaborar un retrato de la ciudad que tantas miradas curiosas ha atraído, desde Larra a Sabina, pasando por Baroja o Umbral. Ahora, con Los juegos florales (Espasa, 2021), se retira la careta de flanêur para madurar hacia un tipo de novela más clásica, con protagonismo coral y ambición de reflejo generacional.