The Objective

Análisis económico: ¿son Israel y Rusia la misma cosa?

Muchos activistas propalestinos, con el presidente Pedro Sánchez a la cabeza, denuncian la incoherencia de que únicamente se boicotee la presencia de Israel en la Vuelta a España y exigen que se le expulse de todas las competiciones, deportivas y musicales.
«¿No se está haciendo ya con Rusia?», aducen.
Este argumento en apariencia impecable ofrece, sin embargo, importantes fisuras.
En primer lugar, las sanciones internacionales llegan hasta donde pueden llegar. Por ejemplo, con el gas ruso la Unión Europea ha estado arrastrando los pies hasta el extremo de que en el primer semestre de 2023 el continente le estaba comprando a Moscú un 40% más de metros cúbicos que antes de la invasión de Ucrania.
En segundo lugar, la responsabilidad de Rusia e Israel en el estallido de sus respectivos conflictos no puede ser más dispar.
Rusia atacó de forma unilateral a una nación limítrofe que no le había hecho nada, por más que Putin llame a Zelenski «monstruo neonazi» o invoque una fantasmagórica conspiración de la OTAN.
Israel, en cambio, ha respondido al atroz atentado del 7 de octubre. ¿Qué haría usted si el país vecino estuviera gobernado por una organización terrorista que considera un deber religioso su destrucción? Porque eso es lo que dice literalmente la Carta Fundacional de Hamás: «¡Oh musulmán! Un judío se esconde detrás de mí, ¡ven y mátalo!».
Con mayor o menor acierto y con una crueldad indiscutible, Israel está ejerciendo su derecho a la legítima defensa. Rusia, no.
Finalmente, todos esos progres que este domingo desfilaban en Madrid detrás de una pancarta en las que se leía «Abajo el Estado de Israel» deberían darse una vuelta por la Gaza de Hamás o la Rusia de Putin y ver qué clase de existencia llevan sus ciudadanos. Les guste o no, Israel es un baluarte de la democracia y su desaparición supondría un retroceso mundial para la causa de la libertad.
No, definitivamente, Israel y Rusia no son la misma cosa.