The Objective

Análisis económico: Las mentiras de Putin

Rusia lanzó hace tiempo una ofensiva híbrida contra Europa, pero los incidentes se han multiplicado últimamente. A los sabotajes de infraestructuras críticas se suman ahora las intrusiones de drones o las interferencias en los GPS de los aviones.

Se ha dicho que se trata de acciones defensivas ante las provocaciones de Occidente. «La invasión de Ucrania —argumentan algunos— ha sido la respuesta legítima de Vladimir Putin a la vulneración, por parte de la OTAN, del compromiso de no ampliarse al este».

Pero lo cierto es que ese compromiso no está recogido en ningún documento oficial. Sí existen testimonios de que la garantía se barajó durante las negociaciones para la unificación de Alemania, pero en el tratado que la consagró —el llamado Dos Más Cuatro, que Moscú ratificó en septiembre de 1990— no aparece ninguna restricción de esa naturaleza.

¿Pudo ser que Mijaíl Gorbachov actuara de buena fe?
Puede ser, pero en 1997, con el Acta Fundacional sobre Relaciones Mutuas que suscribió con la Alianza Atlántica, Boris Yeltsin pudo incluir una cláusula de no ampliación y no lo hizo. Al contrario: el Acta especifica claramente que habría «nuevos miembros».

Más aún: en el año 2000, siendo ya presidente, Putin declaró que le costaba visualizar a la OTAN como un enemigo; y en 2002, en vísperas de la incorporación a la Alianza de siete antiguos países del Este, no objetó nada ni al secretario general George Robertson, ni a la secretaria de Estado Condoleezza Rice, ni al presidente George Bush.

La invasión de Ucrania no tiene nada que ver con un agravio inexistente. Si ha habido alguna violación del derecho internacional, esa ha sido la del Memorando de Budapest de 1994, por el que Rusia se obligaba a respetar la integridad de Ucrania a cambio de que esta renunciara (como lo hizo) a su arsenal nuclear.

¿Y por qué pisotea Putin la legalidad internacional?
Pues porque es un imperialista, que ya en 1994, cuando era un oscuro asesor del alcalde de San Petersburgo, recordó que el colapso de la Unión Soviética había dejado fuera de las fronteras de la Federación Rusa territorios que «siempre habían pertenecido a Rusia», y simplemente ha decidido irlos recuperando a medida que se presente la ocasión.

Los sabotajes, los drones y las interferencias son un modo de testar hasta qué punto estamos dispuestos a impedírselo.