The Objective

Análisis económico: ¿Se ha roto el ascensor social?

Estaba leyendo esta mañana un artículo sobre la juventud y les confesaré que me ha dejado helado. En él se explica cómo la economía, que venía creciendo a vigorosas tasas anuales, se ha ralentizado debido al golpe de dos crisis sucesivas. El paro juvenil casi duplica la media histórica y el pago de las hipotecas absorbe el 50% de la renta media.
Son datos escalofriantes, que justifican los reproches que el protagonista de una famosa novela le dirige a un miembro de la generación de sus padres.
«¿Crees –le dice– que disfruto oyéndote hablar de tu nueva casa de un millón de dólares? Una casa que ganaste en la lotería genética, podría decir, por el mero hecho de haber nacido en el momento adecuado de la historia. Ahora mismo no durarías ni 10 minutos si tuvieras mi edad».
Impresionante, ¿verdad?
Lo que pasa es que el artículo es de hace 40 años. Se refiere a mi generación, la que se incorporó al mercado laboral en los años 80. El paro juvenil, cuya magnitud del 23% nos escandaliza hoy, superaba el 44%. Las dos crisis sucesivas fueron los choques del petróleo de 1973 y 1979 y la famosa novela es Generación X de Douglas Coupland, publicada en 1991. Su autor denunciaba unas «expectativas decrecientes de bienestar» que jamás se materializaron, porque a los integrantes de la generación X les fue bastante bien. Encontraron empleo, prosperaron profesionalmente y, a pesar de la maldita lotería genética, pudieron comprarse casas. De hecho, se compraron tantas casas que provocaron una burbuja inmobiliaria.
¿Volverán a quedar en nada los agoreros anuncios actuales de que los jóvenes vivirán peor que sus padres?
El modo técnico de medir la movilidad social es calcular la probabilidad de que un hijo pase al quintil más alto de renta si su padre estaba en el quintil más bajo, y esa probabilidad no ha experimentado cambios relevantes en las últimas décadas. Ni en Europa ni en Estados Unidos.
O sea, que el ascensor social funciona igual que siempre. Mal, pero igual que siempre.