Los monitores del campamento de Bernedo obligaban a los menores a compartir duchas con ellos, desnudos, se paseaban sin ropa por el campamento, cocinaban y servían la comida en calzoncillos y coaccionaban a los infantes para chuparles los pies si querían «tomar la merienda», entre otras perversiones. Los voluntarios se han excusado en que no creen en el «binarismo de género» y querían «romper estigmas y naturalizar cuerpos».
Es cierto que el caso ha causado cierta conmoción, y que medios tanto feministas como conservadores, haciéndose eco del testimonio de las familias, han denunciado lo que podría constituir un atentado contra la libertad sexual de los menores. Sin embargo, el Gobierno de España y sus medios afines han mantenido un estruendoso silencio que choca mucho con el escándalo que montaron cuando un grupo de chavales gritó consignas improcedentes en el colegio mayor Elías Ahúja. Como no importa el qué, sino el quién ¿se imaginan qué hubiera sucedido si en vez de ‘abertzales’ transgeneristas hubieran sido curas los monitores de Bernedo? Yo sí.