Santiago Abascal vino dispuesto a batirse el cobre: blazer azul marino, vaqueros ceñidos, zapatos de cuero. La barba perfilada a navaja, igual que en los califas, cuidada a conciencia por Elvis –el barbero cubano más famoso del barrio Salamanca–. “Uno de los pocos tipos a los que le confío el cuello”, dijo, presumiendo de él en Instagram. Solo que no hay cobre ni espadas en los Yelmo Luxury Palafox; más bien asientos acolchados, descanso para las piernas, una sobria tarima. Allí le espera Miguel Ángel Quintana Paz, el filósofo de la casa, que le relaja ante sus nervios: “Es una charla entre amigos”. Todo forma parte de la performance del evento y del segundo The Objective LIVE Podcast Café vienés. [Puedes ver la charla completa en alta definición haciendo clic en la foto de portada o escuchar el podcast entero en Ivoox y Spotify].
Abascal lo advierte desde el comienzo: “Yo no soy un intelectual, soy un activista”. Y sonríe, mientras hace girar su anillo de compromiso. “Yo no soy un intelectual, como Javier Bardem”. Quintana le anticipa que no es tanto una cita con el político como con la persona. “¿Quién es Santiago Abascal?”, pregunta. Y Santiago Abascal responde: “Yo creo que no se me puede entender sin conocer cuál ha sido mi trayectoria en el País Vasco y sin tener en cuenta una historia de persecución hacia mi familia. Eso ha hecho que me interese con todo lo que tiene que ver con el patriotismo, con España, con la libertad, con la aplicación de las leyes”.
“No estoy traumatizado por lo que he vivido pero sí me hace tener una conciencia importante de cuáles son las cosas esenciales y que hay que defender”.
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Y continúa, recordando los tiempos en que su nombre figuraba en las listas de sangre de ETA: “Me veo como alguien que ha padecido bastante, pero no estoy traumatizado. Hay personas que han tenido experiencias muy duras y que tienen un estrés postraumático. Yo he visto, tanto en mí como en las personas que me rodean, cómo esa historia nos ha fortalecido. No estoy traumatizado, pero tengo una conciencia muy importante de cuáles son las cosas esenciales y que hay que defender”. Son dos: la unidad de España y la defensa de las libertades.
«Estoy en política para defenderme a mí mismo»
Los años de ETA salen y entran en la conversación, en realidad sobrevuelan todo el tiempo, y el café vienés viaja hacia un tablero más político. Quintana plantea a Abascal, que no deja de ser la cara visible del tercer partido más votado en España, cuál es su visión de la política, si comparte ese espíritu liberal de intervenir lo menos posible y no ser un estorbo para el bienestar del ciudadano. “Llevas bastante tiempo en la política y, por tanto, le debes encontrar cierto encanto”, inquiere Quintana. “Pero al mismo tiempo parte de posiciones más liberales o conservadoras que son reticentes a este espacio”.
Pausadamente, Abascal replica: “Más que encanto, le encuentro inevitabilidad. Yo preferiría estar haciendo otra cosa, francamente. Yo preferiría ejercer de guardabosques en el monte, persiguiendo bichos, y asistir a la política desde la barrera, pensando que las cosas esenciales están garantizadas”.
“Yo preferiría estar haciendo otra cosa. Preferiría ejercer de guardabosques en el monte, persiguiendo bichos y asistir a la política desde la barrera pensando que lo esencial está garantizado”.@Santi_ABASCAL a @quintanapaz en el último #TOpodcastAbascal https://t.co/bWX9XVA0KH pic.twitter.com/WnVRasvhUt
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Y continúa: “De todos modo, yo no acudo a la política con la grandilocuencia de los que dicen que van a hacer un servicio público. Eso me molesta un poco. Yo prefiero ser más sincero: yo estoy en política para defenderme a mí mismo. Y para defender a mi familia y unos valores que me han enseñado en casa y que yo he visto en riesgo”.
El globalismo y las fronteras
Recuerda Quintana cómo hubo un día en que el muro de Berlín cayó y se pregonó la muerte de la historia, el nacimiento de otro mundo –un nuevo mundo– abierto y sin fronteras, pacifista y cosmopolita, con menos influencia para los Estados-nación e irremediablemente encaminado hacia la globalización. ¿En qué ha quedado la vieja promesa?
Abascal considera que con este nuevo mundo han llegado ciertas corrientes tóxicas. “Una cosa es la globalización, que lleva al cosmopolitismo, y otra cosa el cosmopolitismo soberbio y el globalismo, que es la globalización como ideología que quiere eliminar las soberanías”, argumenta. “Yo estoy convencido de que las patrias van a permanecer, la soberanía de las naciones va a aguantar y que tenemos que combatir el globalismo, que viene fundamentalmente de unas élites minoritarias que están en los organismos internacionales y que manejan tres vectores ideológicos fundamentales: el multiculturalismo, la ideología de género y el cambio climático. Es una especie de nueva religión mundial, con su propio concepto del pecado y de la salvación, y nosotros estamos absolutamente en contra de eso”.
«España está muy lejos del racismo»
Así llegamos hasta algunos de los puntos más comentados respecto a Vox. “¿Por qué te parecen importantes las fronteras”, pregunta Quintana. “Porque guardan nuestra prosperidad, guardan nuestra identidad y guardan nuestra libertad”, responde Abascal. “Si no existieran fronteras, ¿cómo podríamos garantizar a nuestros hijos su legado? Estaríamos en la ley de la selva. Los que no creen en las fronteras son los que creen en Rousseau y creen que el hombre es bueno por naturaleza”.
Y añade: “Yo creo que España es propiedad privada de los españoles. Porque lo ha dicho la historia, porque lo ha consagrado nuestra Constitución. Los españoles deben elegir quién entra y en qué condiciones. Los españoles o los norteamericanos, que ya lo hacen. Especialmente Canadá, que está gobernada por los progres. ¿Por qué los españoles no tenemos derecho a decidir lo mismo? Eso no quiere decir que nos encerremos: España es una nación tolerante, abierta”.
Un camino discursivo que lleva inevitablemente hasta un cuestión comentada, ¿es Vox racista? Abascal lo desmiente y hace extensible la defensa a la sociedad española: “España está muy lejos del racismo. Yo creo que ha estado muy lejos de nuestra historia, incluso como imperio creo que es el único que se pregunta por la legitimidad de lo que está haciendo. Por el derecho a la conquista, primero, y después por los derechos inherentes a la misma. Y se dice que tienen los mismos derechos que nosotros y hay que darles lo mejor que tenemos, que en ese momento era la fe. Para mí, ser racista es ser profundamente antiespañol”.
Si quieres ver o escuchar nuestro primer The Objective LIVE Podcast con Albert Boadella visita nuestro Further.