El cabo Santos de la Agrupación de Sanidad nº1 (AGRUSAN) descuelga el teléfono y marca el número. Al otro lado de la línea responde Gonzalo (nombre ficticio), infectado de coronavirus. El bregado militar español -más de 10 años al servicio de España- le pregunta sobre sus síntomas, le recuerda los períodos de aislamiento que debe guardar y, sobre todo, le tranquliza y el da su apoyo. «Nuestra labor es intentar conseguir doblegar la curva de contagios lo más rápido posible», dice desde la improvisada mesa que ahora sirve como base de operaciones de los rastreadores de esta unidad del Ejército de Tierra. «No tienen que tener miedo. Entre todos esta situación la vamos a pasar y nosotros estamos totalmente para ayudarlos », añade la cabo López Romero, que cuenta en su haber con 14 años de servicio y dos misiones internacionales a la espalda -Kosovo y Líbano-. Esta militar no puede olvidar su trabajo con los ancianos en el Hospital militar Gómez Ulla durante la Operación Balmis: «Fue un regalo para nosotros poder estar cerca de ellos. Al final, por desgracia, muchos se fueron pero también muchos se quedaron».