Mariano Rajoy nos recibe en su despacho, con balconada a una concurrida calle del madrileño barrio de Salamanca. El sol irrumpe a través de los cristales de la estancia, decorada con mobiliario funcional, e ilumina las paredes de las que, con apenas una decena de retratos en blanco y negro, el expresidente del Gobierno sintetiza su amplísima trayectoria política. De la pared que se alza sobre su escritorio pende una suerte de orla, en la que se distingue a un joven Rajoy, entre los integrantes de la Diputación de Pontevedra formada en 1981, donde se remontan sus orígenes en política.