The Objective

VÍDEO | El tablero inclinado: José Luis, sé fuerte

Los mensajes privados de nuestros dirigentes políticos tienen relevancia… En función del signo político de quien los envíe. Así ha quedado acreditado con la publicación de unos ‘guasaps’ entre Pedro Sánchez y José Luis Ábalos en los que el presidente muestra su tiranía con los barones críticos del PSOE, a los que tilda de «petardos», «hipócritas» e «impresentables», su concepción cesarista del poder, y su sintonía hasta el final con quien fuera su mano derecha, incluso después de la defenestración pública.

La reacción del PSOE, inmerso en una campaña de victimismo refractario, ha sido la esperada: lloros apelando a la privacidad del presidente del Gobierno y señalamiento más o menos velado a El Mundo y al PP recordando las palabras de José María Aznar de «quien pueda hacer, que haga», deslizando que los populares podrían estar detrás de esta filtración. El más indignado ha sido el ministro de Transformación Digital, Óscar López, el mismo que en 2013 aprovechó los famosos SMS de Mariano Rajoy a Luis Bárcenas como arma política, sin que le generara contradicción, y que ahora se rasga las vestiduras pidiendo que se investigue lo que considera una filtración «muy grave».

Los mensajes del expresidente popular a su extesorero fueron carne de tertulia y de chanza durante años, cuando no algo más. Y es que el propio Sánchez pidió la dimisión de Rajoy por mantener interlocución con -entonces- un presunto corrupto. Mutatis mutandis, la misma situación de la que ahora es rehén el dirigente socialista, que expresó a su ex secretario de organización su «solidaridad» ante los «infundios» que se vertían sobre él. También podríamos hacer un paralelismo con el correo electrónico enviado por el abogado de la pareja de Isabel Díaz Ayuso a la Fiscalía para explorar una conformidad, publicado en un medio de comunicación y explotado políticamente por el Gobierno.

El caso es que el equipo de opinión sincronizada ha abordado la publicación de estos mensajes con desgana y criticando la «intromisión ilegítima» a la privacidad, como si no fuera de relevancia pública las comunicaciones que mantenía el presidente del Gobierno con su mano derecha, envuelta en una trama de sobornos y prostitución, incluso después de su defenestración. Sobre la pertinencia de estos mensajes, y parafraseando aquello que le dijo Juan Soto Ivars a Gonzalo Miró: «Cómo me gustaría que gobernara el PP para que lo entendieran».