Pablo Iglesias se ha excitado con la agresión al periodista de El Español José Ismael Martínez. El episodio que tuvo lugar en Pamplona cuenta con todos los elementos propicios para su onanismo intelectual: violencia, cometida por la izquierda ‘abertzale’, y contra un trabajador de un medio de comunicación crítico con el partido que aún lidera en la sombra. En su última fantasía, Iglesias ha planteado que el periodista era en realidad un «infiltrado» de la Policía para sacar fotos a los energúmenos que él llama «antifascistas».
Tiene guasa que este disparate provenga de un infiltrado en medios de comunicación con un pseudomedio dedicado a señalar objetivos, al más puro estilo Egin, y a hacer activismo zafio en favor de Podemos. Un partido que celebra la violencia contra los rivales políticos y mediáticos, a los que tilda de «fascistas». Pero Pablo Iglesias no justifica la violencia contra los fascistas, no, sino que llama fascistas a aquellos contra los que quiere justificar la violencia.
