El término «genocidio» hace referencia a crímenes violentos cometidos contra una población con la intención de destruirla, bien por motivos étnicos, raciales o religiosos. Ningún acontecimiento reciente se ajusta mejor a esta definición que lo que está sucediendo en Sudán, donde se está perpetrando un auténtico genocido islámico que ya se ha cobrado 150.000 vidas y que se está cebando sobremanera con los cristianos.
La semana pasada, sin ir más lejos, alrededor de 2.000 civiles fueron masacrados por terroristas yihadistas en El Fasher, aunque seguramente muchos de ustedes ni se enteraran. La cobertura internacional de este genocidio contrasta con la que recibió el conflicto en Gaza. No hay telediarios monotemáticos, no hay portadas de periódicos, no hay ONGs rasgándose las vestiduras ni -más allá de Trump- políticos pidiendo una intervención. No hay marchas, actores indignados, ni flotillas. Tan sólo un silencio que debería avergonzaros.