Nueva reprobación a un ministro de Sánchez. Y ya van 11 veces que un ministro ha sido reprobado.
Lideran el ranking Marlaska y Dolores Delgado, con tres reprobaciones cada uno. Les sigue Óscar Puente con dos: una en el Congreso y otra en el Senado, ambas por el caos ferroviario; y la segunda, además, por tapar el caso Ábalos.
Bolaños, Albares y Montero tienen cada uno una reprobación en su historial. La última ha sido Ana Redondo, ministra de Igualdad, reprobada por el Congreso por la polémica de las pulseras para maltratadores. La moción salió adelante gracias a la abstención de ERC y Junts.
Bueno, ¿qué implica una reprobación? En la práctica, nada. Nada de nada. Es solo una declaración formal de desaprobación, un golpe político que desgasta al Gobierno, pero no obliga a dimitir.
Sánchez no es el único presidente con ministros reprobados, pero sí el que más tiene: 11. Rajoy tuvo cinco: Montoro, Catalá, Zoido, Dastis y Montserrat. Zapatero tuvo una: Magdalena Álvarez, en el Senado.
¿Y dimisiones? En España, casi nadie dimite. Irene Montero siguió en el cargo pese al fracaso de la ley del ‘sí es sí’; Óscar Puente mantuvo su cargo con los caos ferroviarios; Ángel Torres, con la polémica de las mascarillas, ahí sigue. Sánchez prosigue en su puesto pese a los escándalos que le rodean, incluso los familiares. Y el supuesto plagio de su tesis.
Algunos sí que dimitieron: Màxim Huerta y Carmen Montón, esta última por los escándalos de su máster. Con Rajoy, dimitieron Soria por los Papeles de Panamá, Ana Mato por la Gürtel, y Ruiz-Gallardón por su fracasada reforma del aborto. Con Zapatero, Bermejo lo dejó tras la polémica cacería. Pero son la excepción que confirma la regla.
En otros países europeos, dimitir por escándalos mucho menos graves es casi automático. Por ejemplo, el ministro de Defensa alemán, en 2011, dimitió tras descubrirse que su tesis estaba plagiada. Este año, la viceprimera ministra del Reino Unido renunció por evadir impuestos en la compra de una propiedad. Sin excusas, dimitió.
Mientras en Europa dimiten por plagios, evasión de impuestos o errores graves, en España los ministros siguen en sus cargos pese a escándalos repetidos.
¿Veremos algún día en nuestro país que nuestros políticos ponen la ética y la responsabilidad por delante del poder y del cargo?