The Objective

La viñeta sobre... los amigos de Peter

Los amigos de Peter

Peter tenía dos amigos. Bueno, tenía más, muchos más, pero hoy que van camino de Soto del Real hablemos de amigotes, porque Koldo y José Luis son amigotes de farra y de despelote. El parecido de Koldo con Roldán es sorprendente, premonitorio. Recuerdo aquellas fotos en blanco y negro del infame exdirector de la Benemérita, en un piso de Las Rozas, con la mesa sembrada de cubatas y los ceniceros rebosantes de Ducados. Las amigorras en paños menores, bragas de Sepu, de andar por casa. La cutrez del elenco se mantiene; el guion es el mismo. Cambian los nombres, los actores y los delincuentes, pero, con idéntica sordidez, The Song Remains the Same. Putiferio y farlopilla, barra libre a costa del contribuyente, que en realidad —todo político que se precie lo sabe— es un pringao. Todos somos ese idiota que hace cola en Hacienda, se come el atasco de las ocho camino del curro y le paga el sueldo a sus aforadas señorías, porque, si no, le empapelan a uno. Hacienda somos todos, Hacienda somos tontos, pero más bien tirando a gilipuertas, porque esta función se repite años tras año, lustro tras lustro, década tras década y si no me creen, relean los Episodios Nacionales. Y aquí nada cambia, que es lo mismo que no cambia nada.

La peli tiene tantos títulos que dan para un ciclo en la Filmoteca: Los amigos de Peter, Torrente XVI, Miami Vice, Scarface, El Padrino, Airbag o Curso de verano con el pepino en la mano.

Van cayendo las buenas malas noticias como las frutas maduras —más bien podridas— del manguero que mandó plantar Begoña en la huerta monclovita, para poder desayunar sano y hacer popó orgánico. Cerdán, ese inocente, ya ha catado la trena. Alvarito García Ortiz condenado, camino de otro destino. Un aperitivo. Se le van acumulando los marrones al de las carcajadas, al okupa del palacio de la Presidencia del Gobierno. Lleva riéndose un largo tiempo, descojonándose, desde el estrado en el Congreso, desde el sofá de su salón o cómodamente apoyado en el atril en rueda de prensa, con esos aires de Gary Cooper castizo (Gary Cooper lo digo por lo de patizambo). Deshuevándose de ti, de mí, de sus votantes y de la madre que lo parió.

A lo mejor, por esta vez y sin que sirva de precedente, el que ríe el último —usted y yo, señora, usted y yo— ríe mejor.