Rodeada de delicados platos pintados a mano, pendientes de todos los colores e incensarios que todavía despiden olor a sándalo, Olga Castillo emite calma por cada poro de su cuerpo. En su taller, Cerámicas del Corazón, disfruta del silencio arropada por la sencillez de sí misma, mientras vive bajo una realidad pura y propia, pero compleja y desconocida: ser emprendedora en el medio rural.