El taxi que trae a Inés Hernand (Madrid, 1992) a la entrevista va demasiado lento, la invitada no va a llegar a la hora prevista. Pese a que los temores más insondables recorren la calle Villanueva, el tiempo se estira una vez ella llega. Como si fuese una película de Nolan, de esas donde el tiempo es reversible cual chicle y hace falta hacer un máster y tres doctorados para comprender el argumento.