Peinado a Begoña por los pelos.
El juez Peinado, que las pinta calvas y sin crecepelo, ha mandado, sin despeinarse, a Begóñez a vérselas con un jurado popular, que es como lanzar a la cristiana a las arenas leoninas del Circo Máximo. Y en el seno palpitante y preocupante del Gobierno, lo de “popular” ha sonado a eso, a Génova 13 la de Feijoo El Percebe.
Un jurado popular es una cosa loca, incontrolable. Más que popular es populachero, un Fuenteovejuna de andar por casa, con un vulgo ansioso de arrancarle la piel a tiras al acusado que siempre será culpable si es poderoso como Begóñez. La van a cocer a fuego lento como en una sauna, ya me entienden. Hablaba el Triministro de lawfare y mira por donde que les van a dar lawless, porque lo que suele salir de estas procesos kafkianos es justicia, más que poética, injusta.
Como Bolaños y sus secuaces ven acercarse el horizonte judicial como si fuese la ola de Nazaré, el acojone repta por el Edificio Semillas de la Moncloa como Alien por la nave, tras cada rincón, por cada pasillo, y andan los pollos sin cabeza viendo a ver qué coños inventan. Ya dijo Samuel Johnson que “el patriotismo es el último refugio del granuja” y en este caso, Gaza les viene al pelo. Como nuestro gobierno felón no cree en esta patria nuestra, vieja piel de toro apaleado, y están en manos sucias como las de Pilatos de tantos socios que la detestan, pues para el caso les vale la bandera palestina, de tela raída, un roto para un descosido. La cosa es abrazarse a la causa y donar a la misma una ridícula fragata con munición del mismísimo enemigo judío. Dicha fragata, que acompaña a la flotilla de Los Greta que Navegan con Garbo es, si no hablamos en términos náuticos, el triste equivalente a una fregoneta: una cutrez. La cosa es el postureo y las maniobras de distracción.
Y mientras tanto, me dicen gargantas profundas que Sánchez, viendo las bellas melenas de su Bego en manos del justiciero juez Manostijeras Peinado, ha puesto las suyas a remojar.