#OscarsSoWhite: ¿Son los premios de Hollywood racistas?
Hoy se celebra la 88 edición de los premios Oscar, los galardones más prestigiosos y mediáticos del mundo del cine. Todo Hollywood se engalana ante una ceremonia que, este año, se ha visto salpicada por una polémica racial. Los negros representan el 12,5% de la población norteamericana, un porcentaje en absoluto reflejado en los premios de Hollywood. El movimiento #OscarsSoWhite ha denunciado, con el empuje de celebridades del celuloide como Will Smith, la supuesta condición racista de los Oscars.
Esta noche habrá un protagonista afroamericano sobre el escenario del teatro Dolby de Los Ángeles, el actor Chris Rock, que presentará una gala muy blanca. Tan blanca, que ningún otro afroamericano se subirá a ese mismo escenario a recoger un premio, ya que no hay ninguno entre los nominados. Esto confirma una tendencia que viene de lejos, que dura décadas, y que ha merecido el hartazgo de los miembros de este colectivo.
Race films: un desafío del siglo XX
Las reivindicaciones raciales en Hollywood no son una novedad. En el cine de la primera mitad del siglo XX, los actores negros se veían obligados a interpretar todo tipo de papeles estereotipados. Nunca tenían el papel del bueno de la película, sino todo lo contrario. Eran, normalmente, criminales de poca monta, gángsters. Si tenían suerte, podían llegar a interpretar a un criado. Eran papeles planos, sin mucho fundamento, que respondían a estereotipos racistas, alimentando el pensamiento colectivo que degradaba a los afroamericanos a ciudadanos de segunda en Estados Unidos. Pero lo más grotesco del asunto es que, a menudo, eran actores blancos que se pintaban la tez de negro los que interpretaban estos papeles degradantes. Es una herencia del blackface, o maquillaje empleado para representar a un afroamericano. Esta costumbre viene del teatro del siglo XIX, y es un claro ejemplo de racismo, ya que se usaba -de la misma manera que en el cine- para estereotipar y mofarse de los personajes negros.
Entonces llegaron los race films. Películas hechas por pequeños colectivos y productoras independientes que rompían con estos estereotipos. Más de 500 películas se realizaron bajo esta premisa, aunque se han perdido más de 400 en el camino. Tuvieron muchísimo éxito entre la población afroamericana. Sólo podía ser así, ya que su proyección estaba limitada a cines donde, por la segregación obligada, sólo podían acudir negros.
El pionero de este cine tenía nombre de Oscar, aunque ninguna estatuilla en su palmarés: Oscar Micheaux. Realizó más de 40 películas que hablaban de temas que tocaban el día a día de esta comunidad, como la discriminación o la explotación laboral. Intentó dibujar personajes reales, que se asemejaran a una comunidad que no se regía por los estereotipos que imponía Hollywood. Micheaux abrió la puerta a otros realizadores negros a seguir un camino difícil, necesario y que guiara otro gran movimiento que traspasó las pantallas: el que lideró Martin Luther King por los derechos civiles en Estados Unidos.
Con el paso de las décadas de los 40, 50 y 60, Hollywood empezó a incluir personajes negros más ricos en matices, menos encorsetados por los prejuicios. Fue un cambio lento, alentado por los cambios demográficos en Estados Unidos, y el avance sin retorno del movimiento de King. La Asociación Nacional para el Progreso de las Personas de Color ejerció presiones sobre las productoras para que eliminaran los estereotipos raciales de las películas de Hollywood, con el objetivo de mejorar la imagen de una comunidad repleta de barreras. Éstas accedieron, a principios de los 40, aunque el acuerdo no siempre se cumplía. Al menos, los negros conseguían entrar en los argumentos de los films con papeles protagonistas, como los de Louis Armstrong y Duke Ellington en Cabin in the Sky (1943).
Los Race Films se enfrentaron a toda una industria que generaba millones de dólares cada año y que influía como nadie –hasta la llegada de la televisión- en el pensamiento colectivo, más allá incluso de Estados Unidos. Después de haber traspasado todos los obstáculos, de haber superado los fantasmas de hace más de medio siglo, cuesta creer que los conflictos raciales sigan en el centro de la polémica de Hollywood.
En el centro de la polémica
Todo comenzó cuando Will Smith, uno de los actores más reconocidos del panorama hollywoodiense, se rebeló. Puso sobre la mesa una reivindicación que cree justa y necesaria. Por segundo año consecutivo, ningún actor afroamericano ha sido nominado en ninguna de las cuatro categorías de mejor actor y mejor actriz, tanto protagonista como de reparto. Para protestar por este hecho, el actor y miembro de la Academia que otorga los premios, anunció que no acudiría a la ceremonia. Smith recogía así las voces de Jade Pickett, su esposa, y del director Spike Lee, precursores del movimiento #OscarsSoWhite, que ha arrasado en las redes sociales.
Las voces que se han alzado contra la discriminación en las nominaciones de los Oscar se multiplican. Los actores afroamericanos han recibido el apoyo de otros, como George Clooney, que respaldó a Will Smith en una carta: «Hace diez años, la Academia hacía un trabajo mejor. Había muchos más afroamericanos nominados. Pero el problema no es a quién se nomina, sino ¿cuántas opciones hay disponibles en el cine para las minorías, particularmente en películas de calidad?«.
El propio Barack Obama también se manifestó al respecto. Dijo que este debate forma parte de un problema más profundo. El Presidente de los Estados Unidos se declaró a favor de esta controversia, asegurando que la diversidad es esencial para hacer mejor arte.
14 premios en 88 ediciones
La reivindicación de #OscarsSoWhite se apoya, sobre todo, con datos. En la historia octogenaria de los Oscar, tan sólo 14 premios han recaído sobre actores negros. Las nominaciones a las distintas categorías de interpretación siguen la misma tendencia, y van a la baja. En los últimos años han decaído hasta cero nominaciones de las dos últimas ediciones:
Halle Berry es la única actriz afroamericana en ganar un Oscar a la mejor actriz protagonista por su papel en Monster’s Ball, hace ya catorce años. Según los que encabezan esta protesta, dos factores determinan esta pobre representación de intérpretes negros en los Oscar: por un lado, los papeles que les proponen son generalmente menos ricos que los de los blancos, por otro, cuando los papeles son merecedores de un premio, apenas les tienen en cuenta.
Las minorías deben verse representadas en todas las vertientes artísticas. Gracias a los discursos de actrices como Jennifer Lawrence o Patricia Arquette, ahora se presta atención en la industria a las desigualdades salariales entre hombres y mujeres. El colectivo homosexual se ha hecho un hueco en este mundo, gracias a interpretaciones como las de Cate Blanchett y Rooney Mara en Carol, nominadas ambas a mejor actriz y mejor actriz de reparto este año. Sean Penn recibió el Oscar por interpretar al activista Harvey Milk. Los hispanos también se sienten ignorados por una industria que no parece capaz de adaptarse a los tiempos que vienen, a una sociedad en constante cambio. La Academia ya ha entonado el mea culpa, a través de su Presidenta, y ha asegurado que hará cambios para arreglar esta situación.