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Soluciones no problemas (IV): Los Salva patrias

Soluciones no problemas (IV): Los Salva patrias

Se me están empañando en exceso las “gafas del optimismo”, y mira que las intento mantener limpias y sobre todo sanas. Pero, vamos, que no hay manera; cuando no se me están cayendo, me las tiran de un manotazo, cuando no de tanto limpiarlas con lo que pillo, por aquello de las prisas, se van rayando y mi visión dista ya mucho de ser la que pretendía.

Me las calzo por enésima vez y miro hacia el grupo de instituciones y seres que han de “velar cooperativamente” para que España (ya sea plurinacional o medio pensionista, republicana, monárquica o bajo tiranía) esté en la Vanguardia de la defensa de los intereses estratégicos de la Nación, en consonancia con el lugar que merecemos estar, queremos estar, o nos dejen estar aquellos que sin duda manejan nuestros sentimientos agitando ya sea banderas, ya sea himnos o “coplas”, ya sea “el globalismo de la vigésima internacional solidaria del obrero tecnificado que se rebela contra la opresión del capitalismo alienante”…

Vaya, un poco más, y sólo dios sabe a dónde me llevaría mi “ardor dialectico”. Todo el párrafo anterior lo suscribiría un ideólogo de masas, ya sea de derechas, izquierdas, de medio campo o sencillamente un populista inteligente que se asegurará su ración de figurar en un libro de historia a costa de la sangre y del sudor de otros. Aunque esto signifique hacer “penar” a sus semejantes con cualquier tipo de confrontación. A más violencia, a más conflicto, mejor, puesto que sólo del conflicto surgen los Salva patrias, o de lo que Lenin decía que era el momento perfecto para hacer una revolución, a saber: momento de escasez, momento de miedo social, momento en el que “las ratas entran en conflicto” con el ser humano pues escasean los suministros; las revoluciones no se dan nunca en épocas de bonanza o “café para todos”.

Una vez que se comienza algo de esta envergadura, se puede analizar los indicadores que prendieron la mecha, pero nadie, ni el mejor “vidente” , es capaz ni de controlar los resultados, ni la dirección del fuego, ni mucho menos el número de cadáveres sobre los que se edificarán los cimientos “del nuevo mundo” , su narrativa y su Cosmogonía.

Hay una lectura diferente de la fábula de la Hormiga y la Cigarra. Aquella en la que la Cigarra no “pide ayuda” a la hormiga por que reconozca su pésima gestión en lo referente a la comida, si no que la Cigarra exige a voces igualdad, democracia y sobre todo sus derechos como ciudadano. He aquí la diferencia entre la fabula en el momento del homo faber, y en el momento en el que prima “el homo ludens” o el que piensa que la vida es juego y azar.

Estos últimos son los primeros siempre en recuperar los valores perdidos, en llorar por la fatal gestión de la cosa pública, en chirriar los dientes con enfado permanente por que las cosas ya no son como antes, en ver amenazas en todas partes al modo de sentir nacional (o regional según el caso). En el fondo, a más gritos, parece que se cargan de mayor razón,  y parece ser que es signo inequívoco, que va en la propia figura del Salva Patrias:  tener permanentemente el ceño fruncido. 

Si ya tienes apellido compuesto y de estirpe “miliciana” entonces eres hetero/liberal/conservador; y no tienes apellido compuesto, pero en tu casa guardas los discos de cantautores de otras revoluciones que no viviste y sobre todo tu ropa (por supuesto de diseño cuidadosamente desaliñado) lleva las marcas de la estructura de clase, eres sin duda anarco/militante/eco/justiciero de clases oprimidas.

Mismo perro, distinto collar. Ambos peligrosos por que ambos utilizan los mismos recursos para “lograr el éxito”: oratoria enardecida, fotos y visitas a los damnificados por cualquier causa, ofreciendo amor y soluciones, gracias a su bálsamo verbal y mirada penetrante, a su círculo de amigos incondicionales (las guardias pretorianas),  a tener “un plan maestro” que los otros no le dejan ejecutar… siendo la definitiva señal rodearse de tecnócratas bien pagados que le mantengan surtidas sus soflamas de datos estadísticos. A esta es la que llaman hermana meretriz de la Matemática porque siempre da e interpreta los resultados que su amante necesita para mantenerse viva y para justificar a posteriori los errores y anunciar la buena nueva de las soluciones “que acabarían con el Mal mismo”, si no fuera por que los otros están vendidos al Diablo, al contubernio correspondiente o tienen lazos con las fuerzas vivas más rastreras (ora de iglesia salvadora de almas insalvables, ora de miliciano globalista).

Reconocemos a los Salva Patrias porque sus soluciones son de perogrullo, porque ante problemas muy complejos, ellos usan un cuchillo oxidado para cortar el nudo gordiano que atenazaba nuestra propia identidad. Sin que nadie les pidiera ayuda, claro.

El Salva Patrias “sabe mejor que tú mismo lo que necesitas”, y está dispuesto a dártelo por el módico precio de tu voto, de tu idea, o de tu voluntariado. Recuerda que estás perdido y eres un púber eterno que necesita que le salven.

Reconocemos al sujeto, no por las obras que hace, si no por a quien se las hace. Si deseamos dormir tranquilos esta noche pensemos que todos tenemos un salva patrias al alcance de nuestra mano que está para protegernos de nuestra propia inoperancia ( y no sólo cada cuatro años), si queremos la verdad de un salva patrias debemos únicamente fijarnos en quien les apoya y financia para “salvar nuestra civilización”.

En definitiva, un salva patrias es como nosotros, pero mejorado por el “don” de la clarividencia, estar en posesión de la verdad de la gestión económica, y estar en condiciones para “unir el pasado y sus errores, con el presente que debe arreglar oponiéndose a los contrincantes que se obstinan en no hacernos felices; y  por supuesto está conectado con el futuro cual Yogi de Calcuta. 

Él y solo él, oráculo gratuito y generoso, nos dará los mensajes y las “píldoras” necesarias para que sanemos con su ayuda nuestra maltrecha identidad. Antes se decía “…Una unión de destino en lo Universal”, ahora como no hay universal conocido, no hay destino porque está en el aquí y ahora, sólo falta que encontremos un lema similar que “mole mazo” y lo prediquemos con la convicción de un progenitor primerizo que dice del vástago que está destinado a cambiar el mundo y ser feliz en algo; aun sabiendo que el vástago no es suyo, entre otras cosas por no compartir rasgos epigenéticos muy concretos.

No voy a nombrar ninguno de los 20 rasgos que todo médico sabe que significa la no coincidencia entre hijo y padres . Primero porque no quiero perturbar el sueño de nadie. Segundo por que llevo las gafas del optimismo, y tercero por que siempre encontramos “algún parecido” o marca de la casa, relacionándolo con el familiar pertinente que logra salvar los trastos.

No es momento de dar pistas, pero se calcula que entre un 10 y un 15 % de la población no se corresponde directamente con los padres figurantes en el libro de familia.

Me temo que ahora el que necesita un salvapatrias, soy yo. Voy corriendo a buscarlo entre los bazares de internet, las liquidaciones y oportunidades de un centro comercial y por encima de todo en las redes sociales tan instauradas como el nuevo paradigma de la “verdad y certeza” que ni requiere comprobante de uso o “carné” de manipulador de alimentos. Verdaderamente no sabemos la suerte que tenemos, o lo sabemos y por eso nos arrojamos a los brazos de un salva patrias para que me arregle la vida. Delegamos muchas funciones por que sencillamente tenemos una Cigarra dentro de nuestro ADN y el esfuerzo y el trabajo para conocernos que requiere ser hormiga, no está de moda y además no lo necesitamos, sólo votamos y luego tenemos bula para quejarnos.

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