Nunca existió un Beatus ille
Es cierto que nos han expulsado de la zona de confort muy bruscamente. Pero quizás es que abusamos de ella y la convertimos en “saco de huesos”. Sabemos que a los aforados no les importamos nada, por que nunca les exigimos a la espera de la prebenda o de estar en la “honda” de su circulo medrante.
El Emboscado
Cuando nos referimos a la añoranza de lo vivido en el pasado como intento, nada poético, por cierto, de recuperar valores, fortunas y reputaciones colectivas, que suponemos nos arrebataron o perdimos por mala gestión, recurrimos a la frase “Beatus ille”, que viene ser algo así como un “dichoso aquel tiempo” y luego lo adjetivamos con: cuando las cosas eran…; cuando el mundo estaba…; cuando el hombre vivía…
En realidad, “Beatus ille” es un poema de Horacio en el que se ensalza la vida sencilla, natural y cercana a la Naturaleza y su armonía en todos los aspectos; este tema es recogido por Fray Luis de León en pleno siglo XVI en su poesía y en su alabanza a la vida sencilla y “ética” del campo versus el ajetreo de las ciudades y su alejamiento de lo “ que le es propio al hombre para ser feliz”.
Pero en realidad tanto Horacio como Fray Luis de León, no hablaban de estas cosas a la ligera o de la forma bucólica a la que se les atribuye su intención. El primero escribe un poema que pertenece al género epódico (ironía critica), ya que esa alabanza de la sencillez está puesta en boca de un prestamista (Alfio), que desea esa vida, pero por que ya tiene la terrena garantizada y reconoce que prefiere “el ajetreo del negocio, aunque deseara una paz mayor”. Por tanto, es un acto hipócrita y cínico como lo son las acciones de todos aquellos que siempre buscan lo “amable de la vida campestre” pero desde la atalaya de la riqueza. Lo podemos leer en sus cuatro últimos versos, que me permito escamotearles para que así se vean “impelidos” a preguntar a “San Google” por la estrofa en cuestión.
Leemos, como no, la versión de Fray Luis de León, pero olvidando que este fraile Agustino, está inmerso en la triada más importante del conocimiento de la época, en el “país” que creó, gobernó y perdió probablemente el mayor imperio que en la mente de un occidental puede pensar.
Hablamos de España, y hablamos de la triada, que es la visión Platónica de la realidad en la que las “Ideas” están claras, tienen una forma de ser conocidas y articuladas correctamente “representan el mundo que queremos y permitimos que otros vean y son ejemplo de control por imitación o participación Mimesis y Methesis; y en el que las matemáticas Pitagóricas nos avalan que todo puede ser cuantificable y por ello “conocido y reproducido de forma rigurosa”. Sólo hace falta el mapa y el “código/algoritmo” para hacerlo. De nuevo el elitismo aparece en escena, puesto que sólo los que “crearon el artificio y lo alimentan” tienen las llaves y el código para salir del “teatro”.
Poe último Fray Luis aborda la mejor forma de “disfrute” posible en el mundo del “Hic et nunc” (el aquí y el ahora), que no es otro que el estoicismo, que busca en este caso la paz y el temple para controlar los impulsos, a fin de poder conocer la verdadera forma del “cómo hacer para que las cosas nos salgan bien”. Siempre claro que no nos salgamos del guion marcado por “los crupieres de la sociedad”.
Recopilamos: ironía para explicar como debiera ser el mundo, pero siempre y cuando, de forma propia o heredada, estemos en condición de “que otros me sustenten”; búsqueda de un modelo perfecto para “conocer y reproducir” el contenido de nuestros intereses e Ideas de forma controlada; y como no, un modelo moral de consecución de nuestros intereses que son definitivamente diferentes de la “plebe”. Actuar dando ejemplo, no es el camino. El ejemplo que nos dan es la creación de una narrativa y que parezca algo hermoso, necesario y sobre todo que nos lo creamos.
No, no me he distraído de mi objetivo inicial. Me apoyo en una de las tan denostadas materias como es el Laín y en la Poesía, la una porque no le ven sentido al llamarla lengua muerta, la otra la que todos creen que es meramente expresar lo que uno es y cómo se siente; pero es seguramente la más barata y mortífera arma de destrucción como decía Gabriel Celaya: la poesía se puede convertir en “arma de futuro” porque creo que debemos dejar claro ya que vivimos en un mundo y sistema creado para “el entretenimiento mientras las cosas importantes las dejamos en manos de intereses creados y elites nada cooperativas”.
No hablo del medro o el nepotismo con el que desde cualquier sistema o estamento se intenta perpetuar los mecanismos de privilegio o “dones” sea por sangre, conveniencia o violencia revolucionaria, y que existen desde que el mundo es mundo. Existen, desde que configuramos una Cultura, una Identidad, una forma de simbolismo que nos hace vivir en una hermosa Utopía que periódicamente se desvía a una Distopia, para que nos llamen al orden y nos “higienicen” con guerras, crisis o enfrentamientos deportivos. “Pan y Circo” lo llamaban los antiguos.
Tomo prestado del Latín como herramienta su claridad para representar una idea o una situación de forma aplastante. Por eso creo se eliminan cada vez más las Humanidades, no sea que nos de por leer y nos demos cuenta de cuanto plagio hay en las obras y en las formas de nuestro presente. He llegado a encontrar y leer párrafos enteros de obras clásicas en los discursos de los aforados.
Pongamos para ver el trasfondo sin sentido, una frase épica, guerrera, y que todo el mundo conoce. Cuando W. Churchill dijo la famosa frase “nunca tantos debieron tanto a tan pocos” , se olvidaba mencionar el qué tenían o hacían diferente a esos pilotos de los demás individuos (nunca me atrevería a decir que mejores a nadie, porque sería simplista y sería buscar el ripio fácil o la “epopeya” de banderas e himnos). Siempre, a cualquier colectivo, se le designa por algún motivo desconocido, ciertos requisitos identitarios o de “grupo”. En este caso los “pilotos” de la segunda guerra mundial en la conocida como Batalla de Inglaterra, tuvieron durante 120 días la función, no de ganar, si no retener para dar tiempo a la población y al país para reconstruirse y defenderse. Luchando en el aire en minoría para preservar lo que a la postre era su libertad y su identidad.
El precio fue muy alto ya que, de media, no más de un tercio en cada “salida” regresaba. La tarea era colectiva, pero desarrollada por individuos. Buscando qué les unía con independencia de sus orígenes (principalmente al principio provenían inicialmente de las universidades de prestigio como Oxford o Cambridge), los investigadores encontraron la única frágil “identidad común” en que eran personas donde el Latín, el Griego y las Humanidades, tenían en su formación una presencia importante.
Como hemos dicho ya que el Beatus ille no existe, ahora, más que nunca, queda clara la función a desempeñar en esa tarea colectiva de la que tanto hemos hablado. Una tarea que nos reclama, y que desde cualquiera que sea nuestra posición individual, debemos encontrar “ese hilo” que nos permite, como hasta nuestros detractores reconocen, ser capaces de lo mejor y también los “más empecinados cuando se trata de comportarnos como un Caín”. Es aquí, donde la proclama y el disparo del Emboscado tiene sentido. Como dice un proverbio griego: “una sociedad es grandiosa cuando la gente planta árboles cuya sombra no va a disfrutar” . Esa es la Idea.
Todos somos Emboscados, no debemos esperar mejores tiempos por que no existió nunca una Arcadia y cada era se enfrenta a retos similares. Parece que no hemos aprendido y quizás ese sea la verdadera tarea colectiva: aprender un poco en cada generación.
Es cierto que nos han expulsado de la zona de confort muy bruscamente. Pero quizás es que abusamos de ella y la convertimos en “saco de huesos”. Sabemos que a los aforados no les importamos nada, por que nunca les exigimos a la espera de la prebenda o de estar en la “honda” de su circulo medrante. Estamos seguros, o lo estábamos, de lo que queríamos y qué era el “sueño” real de la gente, pero preferimos “Pan y Circo”. Hacemos nuestra la bochornosa frase de “ande yo caliente…”.
Quejas eternas por lo que tenemos, pero sin construir una sociedad civil fuerte que nos asista. Abominamos del Nepotismo, pero nos juntamos a ver si se nos pega algo del “tirano”. Llamamos injusticia a lo que ocurre, pero enseñamos a nuestros hijos a “no significarse”.
En definitiva, somos hijos de nuestro tiempo, donde los que si disfrutan del Beatus ille, periódicamente dan bandazos a nuestras conciencias para que cabreados no pensemos comunitariamente. Al final, hoy, no he salido a Cazar.
Al final De parvis grandis acervus erit (de las cosas pequeñas se nutren a las grandes), y quizá entonces tengamos una posibilidad de aprender y encontrar otro camino. Pero mientras escribo esto me salta la duda si no será una maniobra tantas veces propuesta por grandes cabezas y el que sea una acción constantemente fracasada que me temo que me hace sentirme como un ratón en un laberinto bajo las apuestas de poderes fácticos. Nunca he sido conspiranoico, y créanme que no lo soy. Es mucho más sencillo: hacen lo que tienen que hacer para mantener su Status Quo, es sencillo, tener intereses compartidos, no son necesarios conciliábulos para conspirar. Y más sencillo aún: se trata de mantener viva la frase “ y de lo mío qué” Les recomiendo un mediometraje español de 37 minutos, que puede “visualizar” la sensación de falta de eco y escucha activa en la que estamos; motivo por el cual sigo empecinado en hablar con ustedes semana tras semana. Vean “La cabina« y dentro de 7 días me cuentan.