La investigadora Nuria Oliver advierte de la necesidad de «evitar que la IA nos manipule»
Nuria Oliver centró su intervención en la necesidad de lograr una «Inteligencia Artificial socialmente sostenible»
La Inteligencia Artificial será decisiva para afrontar los grandes retos que tiene planteados el siglo XXI, pero debe tener un claro componente social para evitar los grandes riesgos que se podrían ocasionar, como la violación de la privacidad de las personas, discriminación, el poder manipular el comportamiento humano o faltar a la veracidad, entre otros.
Así lo sostuvo ayer Nuria Oliver, académica de la Real Academia de Ingeniería y Directora de la Fundación ELLIS Alicante, en una ponencia en el Instituto de España dentro del ciclo ‘Ciencia y Tecnología: Perspectiva desde las Reales Academias’. La investigadora fue galardonada ayer como Honoraria de Oro en la décima edición de ‘Las Top 100’, dentro de la categoría de investigación.
Nuria Oliver centró su intervención en la necesidad de lograr una «Inteligencia Artificial socialmente sostenible», para poder hacer frente a los «riesgos y retos» que plantea el desarrollo de algoritmos de Inteligencia Artificial sin ningún tipo de «control». «Hay que evitar que los sistemas de Inteligencia Artificial nos manipulen, como ocurre ahora. Para ello, es necesario invertir en educación. La IA tiene que garantizar siempre la veracidad», incidió al respecto la académica e investigadora.
Romper el oligopolio de Norteamérica y China
Entre los retos que se deben abordar figura, entre otros, romper la «excesiva dependencia» que Europa tiene en estos momentos respecto al oligopolio que tienen en todo lo relacionado con la Inteligencia Artificial las empresas tecnológicas de Norteamérica y China, las cuales tienen «un exceso en lo que se refiere a acumulación de poder».
En este sentido, puso como ejemplo que en la actualidad de los cinco países más grandes o poderosos, «tres de ellos son digitales y no existían hace pocos años: Facebook, Instagram y Whatsapp, los cuales tienen un enorme poder y son controlados por un mismo presidente que no ha sido elegido democráticamente».
Por ello, incidió Nuria Olivar, no se puede obviar en ningún caso que sin la Inteligencia Artificial no podremos afrontar los retos del Siglo XXI, y es evidente que puede contribuir de forma muy positiva a lograr, por ejemplo, una medicina de precisión, es decir, predictiva, personalizada y preventiva, con todo lo que ello supone de mejora para los ciudadanos: «No podremos tener grandes avances en la Ciencia sin la IA».
Pero, a la vez, esa Inteligencia Artificial «debe tener un componente social, porque con ella se puede violar la privacidad de las personas, se puede discriminar, se puede manipular el comportamiento humano, faltar a la veracidad…y todo ello otorga poder para cambiar la opinión pública, lo que puede incidir incluso hasta en los procesos electorales».
Por ello, añadió, hay que evitar que los sistemas de Inteligencia Artificial «nos manipulen, como ocurre ahora y por eso es necesario invertir en educación. La IA tiene que garantizar siempre la veracidad». La fundación ELLIS Alicante que Oliver dirige (https://ellisalicante.org) está precisamente enfocada en abordar las implicaciones éticas y los retos de la IA para asegurarnos que su impacto será positivo en la sociedad.
Por otro lado, y tras destaca que la Inteligencia Artificial está transformando la sociedad, en muchos aspectos de forma positiva y en otros negativos, concluyó que si se quiere que la IA tenga un impacto social positivo hay que tener en cuenta desde el primer momento cinco dimensiones: tecnológica, legal-regulatoria, ética, social-educativa y la económica-laboral.
En la sesión del ayer el ciclo ‘Ciencia y Tecnología: Perspectiva desde las Reales Academias’, organizado por el Instituto de España, también intervinieron el doctor José Luis Carreras Delgado (de la Real Academia Nacional de Medicina de España) quien se refirió en su ponencia a la ‘Teragnosis por medio de radioligandos’, y Juan Arana Cañedo (de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas), quien abordó la cuestión de si es posible lograr una ciencia positiva de la conciencia.