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Lo Indefendible

¿Y si a los toros fueran cuatro?

«Millones de personas se equivocan juntas y uno solo ha estado en lo cierto, pero vienen los de Pacma con el mantra de que se podrían prohibir porque no va nadie»

Morante de la Puebla saliendo por la Puerta del Príncipe tras cortar las dos orejas y rabo | Agencia Efe

Una multitud sacó a Morante a hombros por la Puerta del Príncipe en una revolución festiva y gozosa que iba de la plaza de toros de La Maestranza hasta el Hotel Colón. Yo me estaba acordando de los que dicen que los toros no le gustan a nadie, que nadie va a los toros, que los toros no interesan, que deberíamos creer que no están de moda porque lo que se lleva ahora es el poliamor. 

Estamos aquí ante una exaltación pura del héroe que no solo acierta a vencer las groseras dificultades a las que se expone, sino que siembra ese camino heroico de belleza. El hombre gana a la bestia que aquí encarna la naturaleza salvaje, la desdicha y la terrible negrura que emana de la oscuridad de chiqueros donde habitan la desdicha y la muerte. El hombre saliendo victorioso sobre todas esas cosas gracias a las virtudes humanas de la inteligencia y el arrojo, pone en cuestión tantas cosas que por momentos resulta intolerable. A Morante lo comprenderían mucho mejor si la vida lo hubiera vencido de una de esas maneras en las que la vida vence un hombre, y Instagram se confesara feliz y realizado en su desgracia en la que descubrió -de pronto-, el sentido de la vida. Así, derrotado pero contento, a Morante lo entendería mucho mejor la sociedad y no victorioso tras una lucha contra los elementos en la que ni siquiera se despeinó. Si un accidente de coche lo hubiera dejado en una silla de ruedas escribiendo bobadas del tipo «No importa el golpe; lo importante es levantarse», y  mensajes en los que confiesa que ahora es mucho más feliz que cuando podía andar. El héroe está proscrito, y sin embargo, ahí va la multitud enfervorecida que lo carga a hombros hasta el hotel sobre un mar de cabezas. Pretenden terminar con nuestra civilización, pero ¿y lo que nos vamos a reír? 

«Los toros no le gustan a nadie, nadie va a los toros y los jóvenes los aborrecen. Después en Madrid por San Isidro se llena Las Ventas con 22.000 personas cada tarde durante un mes»

Así que los toros no le gustan a nadie, nadie va a los toros y los jóvenes los aborrecen. Después en Madrid por San Isidro se llena Las Ventas con 22.000 personas cada tarde durante un mes y en Pamplona no se cabe en San Fermín. Se da una graciosa dislocación entre lo que asume la sociedad y lo que sucede de verdad. Según la encuesta de un gran banco, el 98% de los españoles creen que los animales tienen derecho a la vida, pero solo el 2% es vegetariano. También resulta que estamos aquí ante un cambio generacional inexorable según el cual, la fiesta de los toros desaparecerá a medida que los aficionados vayan muriendo de viejos. Luego te lees la encuesta de hábitos culturales del Ministerio de Cultura, y la franja con más gente que ha ido a los toros en el último año es la que va de los 15 a los 24 años. 

Según los datos del economista Diego Sánchez de la Cruz, en lo que va de año se han organizado un 49% más de festejos que el pasado año. A las plazas acuden más personas que a otras manifestaciones culturales, pero ¿y si a los toros no fuera nadie? ¿Habría entonces que prohibirlos? ¿Habría que terminar con la ópera, el ballet y el arte performativo porque a la gente le interesan menos que los musicales de Gran Vía? ¿Tienen que permanecer solamente las manifestaciones culturales que sean hegemónicas? ¿El hecho de aunar a su alrededor a una masa valida una propuesta?

Yo creo que no. La prevalencia no debería ser medida de nada más que de la propia prevalencia. Millones de personas se han equivocado juntas y un solo ser humano ha estado en lo cierto contra la postura de la mayoría, pero aquí se vienen los antitaurinos del Pacma con el mantra de que se podrían prohibir los toros porque no va nadie. Ellos, que no tienen un solo concejal, ni un diputado autonómico, un diputado, un senador, ni un europarlamentario porque la gente no les vota. 

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13 comentarios
  1. Casandro

    Desde mi punto de vista los toros son la expresión artistica mas plena, y he de decir que no tengo la costumbre de asistir a las corridas.

    Puedo entender que a mas de uno le resulten desagradables, pero si tuviéramos que prohibir lo que nos resulta desagradable deberíamos prohibir a los parlamentarios actuales para empezar a prohibir.

    Yo me lo he pasado muy bien de copas gracias sobre todo a las antitaurinas, cuando andaba intentando emparejar un polvo ocasional harto de copas y la muchacha se declaraba antitaurina yo asentía, y pasaba a relatarle una anécdota inventada para la ocasión.

    Paseaba por el campo haciendo senderismo cuando un enorme toro bravo salió a mi encuentro, corriendo me subí a un árbol, el toro se quedó cerca por lo que pensé quitarme la camisa y darle unos pases y recortes, pero al intentarlo me mee en los pantalones.
    Ni que decir tiene que el polvo se quedó en polvorosa, mientras partido de risa me dirigía a la barra a pedir otra copa.

    Demostración empirica de que incluso a las antitaurinas le gustan, al menos, los toreros

  2. Abadesa

    No se trata de prohibir sino de educar y sensibilizar
    La cultura no es maltrato.

  3. Mandapelotas

    No me gustan nada los toros…pero aun me gustan menos los de la PACMA y demás purria animalista, como la fulana (hablo literalmente) de las gallines violades.
    No me gustan los toros…pero quien va a verlos me merece mucho más respeto que aquellos que les insultan y les llaman asesinos.
    No me gustan los toros…pero me gustan mucho menos aquellos que se creen moralmente superiores por ver 2 películas de Disney y humanizan a los animales.

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