Expertos en reducción de daño en tabaco piden a la OMS que incluya estas políticas entre sus nuevas recomendaciones
«No va a haber una aplicación real de la reducción del daño sin la OMS», reconoce un investigador
Expertos internacionales de la reducción del daño aplicada al tabaquismo han pedido a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que incluya este enfoque dentro de sus nuevas recomendaciones, que se esperan sean emitidas a partir de este mes de noviembre, diferenciando claramente entre los productos de nicotina que producen más y menos daño a la salud.
Esta petición ha sido secundada por varios de los expertos que han participado en el sexto Congreso de reducción del daño en el tabaco (Summit Tobacco Harm Reduction, por sus siglas en inglés) que se ha celebrado en Atenas (Grecia) y en el que se ha reconocido la relevancia de las recomendaciones de la institución sanitaria.
En esta dirección se expresó el español Fernando Fernández Bueno, cirujano oncológico del Hospital Gómez Ulla y portavoz de la Plataforma para la Reducción del Daño por Tabaquismo, quien pidió a la OMS que «rectifique» y considere enfoques como el de la reducción de riesgo «basados en los avances científicos en la lucha contra el tabaquismo».
La OMS se reunirá el próximo mes de noviembre en Panamá para la décima Conferencia de las Partes del Convenio Marco para el Control del Tabaco, que reunirá a 182 países, emitiendo recomendaciones sobre cómo trabajar en la lucha contra el tabaquismo.
«Se trata de una excelente oportunidad para que la OMS impulse un debate abierto en torno a cómo la ciencia puede ayudar a reducir el número de fumadores que ya supera los 1.000 millones a nivel global», ha explicado Fernández Bueno.
Para el médico español, además, la Unión Europea (UE) «siempre ha sido pionera en impulsar medidas en la lucha contra el tabaquismo y apostar por la ciencia y la innovación en todos los ámbitos». «Por eso, España tiene la oportunidad de que, una vez más, la UE abandere la necesidad de apostar por los avances científicos aplicados al tabaquismo que nos permita reducir el daño significativamente que traen consigo las alternativas libres de combustión en comparación al cigarrillo de siempre», ha recalcado.
Fernández Bueno destacó que la UE ya cuenta, a través de la Directiva de Productos del Tabaco del año 2014, con un marco regulatorio que establece diferencias entre los productos tradicionales de tabaco de combustión y los nuevos productos, aseverando que «desde entonces se han producido numerosos avances científicos que han demostrado un 90% menos de toxicidad de estos productos y su eficacia como herramienta para dejar de fumar».
La OMS, necesaria
El físico y profesor de la Universidad de Patras (Grecia), Konstantinos Farsalinos, por su parte, argumentó que «no va a haber una aplicación real de la reducción del daño sin la OMS» y defendió que para los fumadores acceder a este tipo de productos es «un derecho» en la medida en la que pueden mejorar sensiblemente su salud.
«La OMS no está haciendo un buen trabajo», resaltó el investigador, quien acusó a la organización de deslizarse hacia una «agenda prohibicionista de la nicotina» con una posición «idealista» y de máximos que «está causando daño a la salud pública».
La experta de la Universidad de Catania (Italia), investigadora de su Centro para la aceleración de reducción de daño, Renée O’Leary, resaltó que la época de «suponer» ya pasó y que ahora existe «evidencia suficiente» para saber que los nuevos productos de nicotina sin combustión del tabaco producen menos daño sobre la salud. Según las revisiones sistemáticas realizadas de casi 40 estudios, la profesional ha encontrado que el uso de productos de nicotina sin combustión logra hasta en un 77% de los casos que el fumador deje el cigarrillo de combustión.
Menos estrés, menos adicciones
La biomédica Manuela Grazina, profesora de la Universidad de Coimbra (Portugal), por su parte, planteó un enfoque más psicológico al problema de las adicciones en su conjunto, garantizando que si la persona está sometida a menos estrés, pero también es más feliz y se siente valorada, el resultado será un mundo con menos adicciones.
Se trata, explicó, del sistema de recompensa de nuestro cerebro, que busca estímulos de placer y felicidad. Pero cuando se sobreestimula al cerebro se puede llegar a la adicción –al tabaco, el alcohol o cualquier otra cosa-: «Si una persona se siente bien y valorada no necesita sobreestimular sus sistema nervioso».
En todo caso, la experta consideró «esencial» el enfoque de reducción del daño en el tabaco porque no obliga a retirar el estímulo del todo, permitiendo que aquellos adictos a la nicotina la consuman a través de un vehículo no tan dañino como el del tabaco de combustión.
Y es que, defendió, aunque «la receta para estar saludable es bien conocida y fácil de aplicar» –«evitar el alcohol, ser físicamente activo, recortar la sal y el azúcar, no consumir productos de tabaco y comer muchos vegetales y frutas»- el ser humano consistentemente toma decisiones que no son buenas para él en su búsqueda del placer. «Impulsar los entornos familiares y unas adecuadas condiciones de vida serán las mejores herramientas de prevención, ya que promueven un funcionamiento neurobiológico más adecuado», concluyó.